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domingo, 2 de septiembre de 2012

CUMPLE ONCE AÑOS CON UN CORAZÓN NUEVO Y LO CELEBRA POR TODO LO ALTO



Hace once años que el frailero Luis Aceituno lleva el corazón de un gaditano y cuando despertó de la operacion, cuenta que notó que tenía como una bomba en su cuerpo y como un motor muy fuerte que lo oía con precisión. Pasó de tener un 18% de potencia a llegar a un 80%, con una maquinaria de precisión que sigue bombeando la sangre porque antes el corazón no se lo notaba y cuando oyó aquellos golpetazos del nuevo, más que emoción sintió un estado de gracia, en la UCI del hospital de Sevilla, donde fue la operación.
Por eso, el pasado viernes organizó su nuevo cumpleaños, 11 años con este corazón y reunió a decenas de amigos en su casa de Frailes, en el paraje de Cerrillo Colomo, frente a la cooperativa de aceite San Rafael y con vistas a la Vega y al balneario que ahora se construye.
Gentes de toda condición llegaron a este lugar y cada uno, según Luis Aceituno, sabía porque había sido invitado, no era una casualidad ni los había invitado a voleo, todo tenía un porqué. Amigos de la infancia, compañeros de fatigas, políticos actuales, personas que le recordaban a sus padres. Gentes de Frailes, Alcalá la Real, Sevilla o Granada estuvieron presentes en este cumpleaños singular, de loor a la vida y de agradecimiento a la Providencia.
Luis Aceituno agasajó a sus invitados con todo tipo de alimentos. desde los clásicos embutidos de Frailes, el queso de Moisés, los vinos de Campoameno, hasta el asado del ecuatoriano Alipio Efraim, sin olvidar los dulces de Marieta y el servicio de una pleyáde de aprendices de camareros que con la ayuda de la Junta de Andalucía ofrecieron todo tipo de comida  y bebida.
La música estuvo presente, con el hombre orquesta Curro, de Castillo de Locubín, que ofreció todo un recital de canciones de antes y de ahora, sobre todo pasodobles o tangos, así como canciones de Sabina que fueron coreadas por los presentes.
Así fue transcurriendo la noche y la madrugada, mientras el corazón de Luis Aceituno seguía latiendo, con díástoles y sístoles, sin parar como aquél amanecer en el hospital de Sevilla, cuando despertó y aquél nuevo corazón no le cabía en el pecho y vio la paz que irrradiaba, esa paz de la que no hace falta ser rico para tenerla y vió la luna como brillaba, igual que el viernes en Frailes desde el Cerrillo Colomo y pensó que iba a durar más tiempo en su vida no los 4 años que le habían dado los médicos cuando a sus 37 años le tocó el primer infarto y su vida fue cambiando paulatinamente, hasta que pasados otros diez años, el corazón que tenía no pudo resistir y hubo que aventurarse al trasplante y tener fe en la ciencia y en las manos de aquellos médicos jóvenes de la nueva Andalucía que seguian los métodos del doctor sudafricano Christian Barnat, precursor de los trasplantes.
Y por eso, cuando los médicos sevillanos le dijeron que la persona que más había durado en los trasplantados de aquél hospital sevillano era de diez años, pensó que él quería durar mucho más e hizo la promesa de seguir cumpliendo años con el nuevo corazón gaditano que late y late sin parar.
Y por eso, Luis Aceituno piensa que las cosas suceden por algo y no porque sí. Y también piensa que la Providencia no le ha regalado un corazón para que sea solo para él, dice que ahora su nuevo corazón tiene más ganas de hacer cosas que esas fuerzas que tiene, las quiere revertir en la sociedad y que tiene conciencia plena de que está pagando lo que debe y por eso ayuda al que pueda, como una promesa que se marcó aquella madrugada navideña cuando se despertó.
Tener un corazón nuevo es algo grandioso, pero Luis Aceituno no ha tenido un camino de rosas en su trasplante, cada día tiene que tomar veintídos pastillas para que el motor funcione. El cuerpo es tan sabio que cada pastilla sabe la misión que se le ha encomendado, pero de tanto medicarse los órganos se van deteriorando y aparecen nuevas enfermedades  y los inmunosupresores le han ido ayudando hasta ahora. Pero se toma cada pastilla con alegría y ha tenido que idear un método para que no se le olviden y así está teniendo una vida razonable y espera seguir hasta que el cuerpo aguante.
Para Luis Aceituno la palabra que valora más es paz porque dice que ella le lleva a todo lo demás. A estar bien con la familia, a no tener problemas económicos, a que sus amigos le sigan apreciando y siga haciendo otros nuevos. También la paz le lleva a criticar lo que entiende que está mal hecho y no se calle por conveniencia sino que lo dice y ya está.

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