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sábado, 30 de abril de 2016

JAVIER GARCIA TEBA VUELVE CON UNA OBRA BAJO EL BRAZO

El gusanillo del teatro es indeleble a este pequeño hombre, Javier García Teba, que desde que tenía uso de razón, la representación fue uno de sus asuntos esenciales. Allá por los años 80 comenzó una carrera sin fin y el pasado viernes, llegó otra vez a su ciudad para presentar una nueva obra, lo que sabe hacer, lo que lleva en las venas, el teatro, denominada ‘Vidas fingidas.
Fue en el escenario del Aula Magna de Capuchinos, donde se congregaron una serie de amigos, seguidores y familiares para que este hombre grande y pequeño les hablara de su nueva obra. Muchos de los que allí habia, llegaron de Chiclana donde Javier García Teba ejerce su trabajo de profesor de Literatura. Otros eran sus amigos alcalaínos que comenzaron con él su andadura en el arte de Thalia. La nostalgia afloró a flor de piel, porque comenzaron a surgir recuerdos, que Antonio Vázquez fue  recorriendo como hojas de otoño que quedaron en la memoria. Surgió el nombre del Olivo, un grupo teatral que García Teba puso en marcha  y en el que dieron sus primeros pasos muchos alcalaínos que estaban sentados en el Aula Magna del Convento de Capuchinos. 

Después José Moreno, otro autor llegaado de Granada explicó como era el teatro de Javier García Teba. Es uno de los autores más aclamados en Andalucía, con una serie de obras importantes de lo que se ha venido en llamar ‘teatro mínimo’, o lo que es lo mismo piezas pequeñas que tienen un gran contenido y que se representan en poco tiempo.
‘Vidas fingidas’ son trece monólogos que según el dramaturgo César López es una colección donde da cuenta de su compromiso con el subgénero teatral del minimonólogo, tan denostado durante mucho tiempo por su condición de teatró minímo monologado, pero que García Teba viene cultivando y defendiendo con gran afan y trabajo. 

García Teba es un enamorado del trabajo teatral y el mismo se denomina ‘teatrero’. En esta obra múltiple  presenta una diversidad de temas, tonos e intenciones.
Durante la presentación, se representaron tres monólogos, uno a través de un video y otros dos por medio de actores. Posteriormente, los que había allí, los que habían acompañado a este autor alcalaíno que lleva el teatro en vena, compraron su obra porque dijo que el libro lo había autoeditado.
Aquél niño que paseaba por Alcalá la Real, observando y mirando todo lo que veía por la Tejuela, por el Llanillo. El que estudió en el IES Alfonso XI e involucró a decenas de aficionados al teatro en esta Alcalá de frontera, volvió a su ciudad natal a presentar una nueva obra.  Y muchos de los que allí había recordaron a aquél Garcia Teba que tenía una especie de gusanillo dentro que no lo dejaba vivir. Una especie de sambenito que poco a poco fue dejando en sus diversas obras y que desde Alcalá la Real a Chiclana ha ido escribiendo y representando como un parto sin dolor que gozoso iba desarrollando.
Teba sigue en forma y dando nuevas obras que representar.

ACERAS DETERIORADAS EN AVDA. ANDALUCIA


La Avenida de Andalucía cuenta con las aceras en un gran deterioro, debido a que las raíces de los árboles que plantaron en su tiempo, han hecho reventar a las losas que colocaron. El deterioro se ve día tras día y además es un lugar importante para la ciudad, porque es la principal entrada a la misma, de las personas que llegan por Granada.

viernes, 29 de abril de 2016

PEQUEÑAS REFLEXIONES EN UN VIERNES GRIS

La situación en que nos encontramos no es inédita y única, en la mayoría de las etapas de la historia ha sucedido que unos pocos humanos sin escrúpulos, insolidarios y mirando sólo su ombligo, han subyugado a una mayoría y los han vituperado hasta el máximo aguante.
Lo lógico en una sociedad que se dice democrática, es que sus valores prevalezcan y sirvan para una mayoría de personas y en especial para los más desvalidos. Las falacias que los poderosos cada día argumentan, se van cayendo por su propio peso. Los ciudadanos necesitan un techo, una comida, una buena salud, una educación y poco más. Hay gente que eleva sus necesidades al máximo: doble vivienda, vacaciones exageradas, consumo de prendas de vestir, comidas en restaurantes, compras a mansalva, etc. Parece como que el que no consume, no forma parte de esta vida. Han montado una sociedad a su medida, y nos imponen una serie de condiciones que no es necesario cumplir. Nos han hecho esclavos de una serie de necesidades superfluas y las han elevado a la esencia de nuestras vidas.
Vivir es fácil. La vida fluye por sí sola. Veo cada día personas que llevan la misma vestimenta y no pasa nada. Otras se cambian cada jornada.
En lo ideológico, el lema de la clase en el poder es fácil, mantener una estructura falsa a capa y espada. Los ejemplos de la Socialdemocracia  en estos últimos meses, de achacar la no gobernabilidad de España a Podemos, es un claro ejemplo. Filosóficamente esto no se sostiene. Decir que Podemos ha dejado gobernar a Rajoy es una falacia, de tal manera que repitiéndola por sus élites, venga a calar en sus militantes y siguen repitiéndola hasta la saciedad para que una sociedad entera se lo crea.
El ataque a lo público es cada día mayor. En lo local, por ejemplo se prioriza que un hospital lo lleve una empresa privada, una guardería también, se intenta privatizar al Centro Los Amigos. Se da más importancia a la enseñanza concertada que a la pública. Dicen que están luchando contra el paro y eso lo vienen repitiendo durante más de 35 años, y para combatir el desempleo se inventaron el Plan de Empleo Rural, como una especie de favor a los más desfavorecidos. Pero ser democrático no es eso. Ser socialista y demócrata es compartir, repartir y vivir entre iguales. Decía la presidenta de Andalucía el otro día, que inaugurar las urgencias en el CHARE era una espinita que se le había clavado en el corazón. Pues bien, si las urgencias se hubiesen abierto el día que inauguraron el hospital, no se hubiera clavado la espinita.
La clase en el poder no quiere que los ciudadanos aprendan. Se han ido sucediendo proyectos de Educación durante estos años y casi no han servido de nada. No han sido capaces de encontrar un consenso para hacer unas leyes educacionales que sirvan para que nuestros hijos tengan lo que se merecen. No entienden la política como un bien común, sino como algo que les beneficia a ellos y a sus votantes.  
La Constitución, la ley de leyes, no se ha cumplido, entonces para que la queremos si los propios padres de la Patria no se han preocupado de que así sea.
Nos dicen que ellos o el caos, creo que el caos son ellos. Dicen que cuando entre Podemos en el poder, si es que sucede algún día, las grandes empresas y sus inversiones se irán de España y que me dicen de los paraísos fiscales, de los impuestos a las empresas. Los únicos que pagamos impuestos, somos los que tenemos una nómina. Aún hay mucho que decir de los impuestos porque siempre se ha favorecido a los poderosos, porque ellos han hecho las leyes.
La corrupción es cuenta de algunas ovejas negras. Ellos dicen que su sistema no está corrupto, sino que son algunas manzanas podridas que hay que quitar del cesto. Con todo el dinero de la corrupción se podría rehacer la vida de todos los españoles. Si un poderoso tiene un yate, o un avión, lo más probable es que miles de pobres no puedan acceder a lo más necesario.
Estamos en una encrucijada, como siempre, pero se resolverá porque somos humanos y moriremos, pensemos en que no somos eternos y busquemos compartir lo que tenemos con los que no tienen. La vida no es tan seria como nos la han hecho creer. Se puede vivir de mil maneras, solamente hay que buscar la más apropiada.

jueves, 28 de abril de 2016

EL GRAN CEES NOOTEBOOM EN FRAILES




 Un artículo fascinante del Frailes de Michael y el Sereno.

El domingo 6 de mayo de 2001 la vida nos dio otra alegría. El escritor holandés Cees Nooteboom ‘nos sacó en los papeles’, nada más y nada menos que en el País Semanal y en su número 1.284 que conmemoraba los 25 años de vida de este diario. Es la historia de un viaje de cuatro semanas en coche por España para averiguar cómo habíamos cambiado a lo largo de estos cinco lustros. Con fotos de Simone Sassen. Comenzaba así: “Una población entre Granada y Jaén. He venido aquí invitado por el escritor inglés Michael Jacobs, autor de uno de los mejores libros sobre Andalucía. Me ha insistido en que vaya, se celebrará una gran fiesta del vino, no me la debo perder. Al principio no logré encontrar Frailes en el mapa, ahora sabré para siempre donde está. Michael –quién además de otras muchas cosas, es historiador de arte- vive encima de la única discoteca que hay en el pueblo, pero trabaja en una especie de celda de monasterio puesta a su disposición por Manuel Ruíz López, un soltero de 76 años que tiene el aspecto como si subiera a diario a una montaña, y que vive con sus dos hermanas, también solteras e incluso algo mayores que él. Esto suena como el principio de una novela de un Balzac español, lo cual no le va nada al caso, pues Manolo, como me ha permitido llamarle, es un lector apasionado. Ha hecho de todo en la vida: una especie de alcalde en la sombra de Frailes; conduce un gran Land Rover; participa en la organización de la fiesta del vino, en la que se ofrece una comida a la que asistirán más de 500 personas; cultiva sus propias aceitunas, y posee en su casa la más pequeña prensadora del mundo, con la que fábrica un aceite delicioso, que luego obsequia en botellines en los que anota el nombre del destinatario. Nos reciben como si todos llevaran años esperándonos, desayunamos en casa de Manolo, grandes rebanadas de pan tostado sobre el que gotea el aceite como oro fundido, nos prestan la casa del director del Banco Rural. Hospitalidad arcaica, nos sentimos un poco cohibidos. Michael es algo así como el hijo adoptivo del pueblo, su alta figura con el pelo gris es reconocida de inmediato por donde quiera que vaya; nos lleva a la Cueva de los jugadores de naipes y a la taberna local, todo el mundo le habla o le acompaña un trecho. Menos mal que dispone de esta celda de monasterio, si no no escribiría ni una palabra. Al día siguiente ya recojo mi correo electrónico en el ordenador de la farmacia, al segundo día ya somos habitantes de Frailes. La fiesta será un gran éxito. El vino (Matahermosa 2000, tinto con tres meses de crianza en roble americano, 60% de merlot, 20% tempranillo, 20% cabernet) fluye como un río; sopa con garbanzos, un guiso de cordero, toda clase de pasteles, el bullicio de cientos de voces, felicidad pública, risas y algazara. Todo el pueblo está presente, las ollas son tan grandes que parecen destinadas al rancho de un ejército, y de fuera han llegado escritores y pensadores, los nombres zumban a mi alrededor: Juan Eslava, Salvador Compán, Jesús Torbado, Manuel Urbano, Juan Varo Zafra, Ignacio Henares, Manuel Amezcua, Santiago Campos García. El uno ha escrito sobre curanderos; el otro, sobre coplas aceituneras. Los títulos vuelan sobre la mesa, novelas, aforismo, relatos y entre tanta sabiduría y nombres nuevos, yo, claro está, vuelvo a formular mi curiosa pregunta: ¿qué ha cambiado en los últimos 25 años?, y, debido a la hilaridad general, de las respuestas no recuerdo sino palabras. ‘Un pastor con un teléfono móvil’, y en mi cuaderno escritas con una letra no del todo clara, las notas “en España nunca cambia nada”, “sólo la ropa”, y “ese tipo de cosas hay que preguntarlas a la hora del desayuno”. Manolo ha comprado, antes de conocerme, mis libros en Granada y Jaén, y los ha repartido. Por un momento soy famoso en Frailes y el alcalde verdadero me regala dos botellas de vino y Frailes, una visión de su historia, un intento heroico y puntillista de describir el universo completo de Frailes. El libro lo contiene todo: los 164 habitantes del catastro de 1753 y las 274 personas en paro de 1964, los resultados de las elecciones municipales de 1979, los nombres de todos los sacerdotes y todos los alcaldes, las fiestas de 1994, la historia de la guerrilla entre 1940 y 1956, “pero los disparos acabaron con Hojarasquilla, que demostró su bravura abriéndose paso y yendo a morir a un olivo de las Carboneras”. Este hecho es recogido en el libro de actas de 1 de enero de 1941, donde se libra la cantidad de 554 pesetas con 32 por gastos ocasionados por la Guardia Civil en encuentro tenido en esta localidad con los bandidos Hojarasquilla y Cencerro y autopsia del primero, que se abonaron del capítulo de imprevistos. En una carta a Joseph Bloch fechada en 1890 escribe: “La historia procede de tal modo que el resultado final surge siempre de los conflictos entre las voluntades, y, a su vez, cada una de éstas es lo que es por un conjunto de circunstancias de vida particulares…” Donde mejor se observa esto es en un libro en que se describe minuciosamente la historia de una población, sea cual sea, Frailes o Montaillou. Todo lo que en la historia se pierde o desaparece sin piedad, sale a la superficie en este tipo de libros. No se trata de literatura,, sino de nombres, cifras, recuerdos, todo lo que de otro modo hubiera sido pulverizado por el gran olvido que borrará todo lo que hemos hecho y dejado de hacer. Al día siguiente recorremos en coche, con Manolo y un par de amigos, la Sierra del Trigo, una Andalucía que de otro modo nunca hubiera llegado a conocer. Terrenos, vallados, un paisaje vastísimo, en la lejanía las cimas de Sierra Nevada, ciervos con grandes cuernos, muflones, aves de rapiña. Manolo ameniza el viaje hablando de las diferentes clases de aceitunas, del reparto y los latifundios, visitamos un cortijo con maravillosos caballos en un entorno de profunda soledad, y pienso en cuánta verdad hay en las palabras que Michael ha escrito: que, dentro del aislamiento que vivió España en el pasado, detrás de los altos muros de sus montañas había otra tierra –un mundo propio-, con frecuencia incomprendida tanto por los extranjeros como por el resto de España, otro tiempo floreciente y fértil bajo el dominio musulmán, depauperada tras la partida forzosa de los judíos y musulmanes, desatendida por los latifundistas y vendida al turismo. De repente ha llegado el verano. Hemos subido en coche hasta la ermita de la Virgen de la Cabeza y comemos fuera: morcilla, potaje, patatas asadas, vino. Un hombre fuerte vestido de azul se ha reunido con nosotros; todos le conocen, es un político del Partido Andalucista  -“en realidad es un socialista”, me susurra alguien al oído-, Luis Aceituno Machuca. ¿Qué ha cambiado en los últimos 25 años? “¡España ha cambiado en los últimos 25 años más que Europa en 70¡. Toma ya. Y entonces hablamos de las reformas sociales, de las diferencias como la noche y el día entre el ayer y el ahora, de a eterna y trágica historia de las reformas agrarias, y de la seguridad de subsistencia que por fin ha llegado. “Este es el mayor logro y el cambio más importante”.

miércoles, 27 de abril de 2016

EL IES ANTONIO DE MENDOZA REFERENTE DE CALIDAD DE LA ENSEÑANZA

El Instituto de Enseñanza Secundaria Antonio de Mendoza se ha ido convirtiendo en un referente de la enseñanza media no solo en Alcalá la Real sino también en toda la comarca, pues acoge a alumnos de algunos municipios de la Sierra Sur.
El IES Antonio de Mendoza nació en el curso 1996/1997 en las anteriores instalaciones del ColegioJosé Garnica. Desde entonces el instituto ha ofertado Educación Secundaria Obligatoria y más recientemente Educación Semipresencial de Adultos y diferentes módulos de formación relacionados con la hostelería y restauración. En el curso que viene se convertiré en centro bilingüe.
Este curso el instituto celebra su XX aniversario, que tendrá lugar  del 4 al 6 de mayo con una amplia programación de actividades en las que participará toda la comunidad educativa.
El día 4 de mayo se realizarán varias excursiones por Sierra Nevada, Moclín y las atalayas alcalaínas, el 5  de mayo tendrán lugar numerosos talleres educativos organizados por los departamentos didácticos y el alumnado de 4º de ESO pondrá en escena el musical ‘Grease’ en tres representaciones para alumnado y familias en horario de mañana y tarde. El día 6  continuarán los talleres y se celebrarán dos gymkanas sobre matemáticas y lengua, cerrando las jornadas el antiguo director del centro  Antonio Heredia Rufián con una charla-coloquio sobre la historia del IES Antonio de Mendoza.
Uno de sus proyectos es la incorporación de las nuevas tecnologías. Esta   incorporación   a   la   vida   activa,   pasa   por   tener los conocimientos   de   informática y   nuevas   tecnologías,   necesarios   para poder desenvolverse con soltura en una sociedad en donde la informatica y el   ordenador  se   han  convertido  en  elementos  que  están  presentes,  y  son indispensables en cualquier faceta de la misma.
Otro de sus proyectos y objetivos es que la escuela se convierta en un ‘Espacio de Paz’, con los valores de tolerancia y solidaridad  que son básicos a la hora de construir un centro concebido con dicho fin. Es por tanto primordial trabajar e impulsar todas aquellas actividades que permitan a los diferentes sectores educativos recrear ese espacio de tolerancia y solidaridad en el que es necesario enmarcar el proyecto.
El instituto ha sido catalogado como centro cardiosaludable, gracias a la adquisición de un desfibrilador y la formación adecuada para su utilización de parte del profesorado.
Además, el IES imparte la Educación Secundaria Permanente para Adultos, de forma  semipresencial,  por lo que da una nueva oportunidad a personas mayores que en su tiempo no pudieron acceder a esta enseñanza.  Otro de sus proyectos es el Plan de Lectura y Biblioteca, así como el Plan de Igualdad, Escuelas Deportivas  o Acompañamiento Escolar.
El Centro ha ido mejorando utilizando la planificación de la enseñanza y de desarrollo de los aprendizajes en el aula.
400 alumnos acoge en la actualidad dicho centro en sus distintos niveles 
Enseñanza variada. 
En los últimos años, el IES ha ido dando pasos de calidad y ofreciendo una enseñanza diversa y variada, incluso con la incorporación de adultos. Ha sabido hacerse un hueco en la oferta educativa del municipio, siendo el más demandado en los últimos años.
Humildad.
Uno de los aspectos que destacan muchos de sus professores es la humildad del centro y el buen ambiente que en la actualidad tiene , que se debe en buena medida al propio carácter de los niños..  
Alumnos de aldeas. 
Otra de sus características es que los niños de las aldeas han ido llenando sus aulas, unos alumnos que tienen unas características especiales. Además, hay que ver el progreso que dicho centro ha ido logrando en estos años.

lunes, 25 de abril de 2016

POLEMICA EN EL CENTRO OCUPACIONAL 'LOS AMIGOS'



Los padres de los alumnos del Centro Ocupacional ‘Los Amigos’ enviaron un escrito al alcalde, el socialista Carlos Hinojosa, en el que le decían: «el motivo de la presente y ante la negativa de recibirnos, es el de mostrar nuestra disconformidad como padres de los usuarios del Centro Ocupacional ‘Los Amigos’con la decisión del Área de Asuntos Sociales y de la propia Alcaldía del Ayuntamiento de trasladar a dos trabajadores municipales que atienden a nuestros hijos de forma súbita, sin haber contado con nuestra opinión y sin tener en cuenta el daño que ya se les está haciendo a nuestros hijos tras conocer el traslado. Estos profesionales, tras su larga trayectoria, mantienen una especial vinculación sentimental y afectiva con nuestros hijos, al margen de la excelente labor profesional que realizan. Hasta la presente no tenemos constancia oficial del motivo del traslado, que además no ha sido solicitado por los trabajadores afectados, razón por la que volvemos a insistir en mantener una reunión con usted  para que nos de explicaciones  sobre la decisión que ha tomado de manera unilateral. También exigimos la rectificación y que las dos trabajadoras mantengan su puesto en el Centro Ocupacional». Dicho escrito está firmado por los padres de los alumnos del Centro Ocupacional ‘Los Amigos’.
Por su parte, desde el Ayuntamiento y el Área de Asuntos Sociales, que dirige la concejala María José Aceituno, se remitió ayer un escrito a los medios de comunicación en el que se dice: «la concejala de Servicios Sociales, Igualdad y Participación, María José Aceituno, ha afirmado que «desde el Gobierno Municipal somos especialmente sensibles con las políticas sociales. Este Ayuntamiento fue de los primeros de Andalucía en poner en marcha centros de atención a personas con discapacidad, hace ya más de 30 años. ‘Y el Centro Ocupacional- no le quepa duda- va a seguir siendo un centro de titularidad municipal. Un servicio municipal en el que no hay ninguna privatización que seguirá con el mismo modelo de gestión que antes’. ‘El Ayuntamiento sigue manteniendo intactos tanto su compromiso como su responsabilidad sobre el centro y recientemente amplió la capacidad para las personas usuarias en cuatro plazas más, por lo que ya suman 44’.».
Según la Oficina de Prensa del Ayuntamiento, la edil de Servicios Sociales se ha reunido dos veces con los padres del Centro Ocupacional ‘Los Amigos’.
Igualmente, los padres han manifestado que dicho acuerdo se lo habían dicho hace unas dos semanas e igualmente a las dos monitoras. Los padres dicen que no le han dado ningún tipo de explicación porque creen que no la hay , pues el director está contento con las trabajadoras y los niños igual, así mismo las familias también, por eso creen que con ello le han amargado la vida  y piden que no haya cambios.

SER DE FRAILES: CAPITULO DIECISIETE


La calle Nacimiento era la más importante de los barrios altos de Frailes y tenía su  mayor esencia en el hecho de contar con el manantial de agua que abastecía a todo el pueblo. Allí, a sus caños iba mucha gente, unos a por agua y otros al lavadero donde limpiaban la ropa. A todas horas había mujeres entre aquellas piedras, dando pulpejo y restregando la ropa para que quedara limpia, con un jabón hecho de sosa cáustica y turbios del aceite. Por allí, estaba José Mingorance y su mujer, Ana Anguita. Él tenía una pequeña taberna y ella, una tienda. En la taberna de Mingorance se bebía vino por litros y medios litros, con una raspa de bacalao o garbanzos tostaos. Allí se podía ver a Antonio Torres – panadero-  que todas las noches iba elaborar el pan a la cooperativa. También a Carretas, al Yerillo, que vivía frente al Nacimiento.
Dominga vivía un poco más arriba. Era una mujer que tenía tierras y una piara de vacas cuidadas por Castaño, quien cada día las sacaba al campo. Los nenes decíamos ‘las vacas de Dominga’. Ella fue de las primeras personas que compró un aparato de televisión, con el consiguiente abuso de la gente, que cada noche le llenaba la casa para ver las series de la época. Dominga tenía un hermano que le decían Pepe el de las Gaseosas y -en efecto- junto a la fuente Elvira tenía una casa y una pequeña fábrica de gaseosas. Allí las envasaba y las llevaba a las tabernas para venderlas. Era un hombre curioso y a los nenes nos dejaba entrar allí para ver el proceso de envasado de las botellas. Les metía el gas al agua y un edulcorante para darle el color y el sabor. El liquido era un puro gas con burbujas que llenaba el estómago de gases.

En lo alto de las calles Roturas Bajas y Roturas Altas, y por encima de la calle Cantillo, estaba la ermita del Calvario, que tenía un camino de piedras y estaba dedicada a la Virgen de las Angustias. Las mujeres que iban descalzas por aquellos pedregales y decían que habían hecho una promesa que era pedir algo a la Virgen o a los santos como agradecimiento si se cumplía una determinada petición. Se hacía esto para curarse de una enfermedad, para que le saliera bien la mili a sus hijos, para que hicieran una buena boda sus hijas, etc., de ahí la proliferación de promesas. Unos iban andando al Cristo del Paño a Moclín, otros caminaban hasta la Hoya del Salogral por el santo Custodio, los había que echaban una docena o media de cohetes a San Pedro, a San Antonio, o al Corazón de Jesús.
También había un gran culto a los muertos y los lutos duraban uno o dos años; las mujeres se vestían totalmente de negro. Los hombres se colocaban una banda negra en la chaqueta o en la camisa, como señal de que la familia estaba de luto. A veces decían que el muerto tenía una promesa por cumplir y que no descansaría hasta que la misma se cumpliese y así -desde su lugar de descanso eterno- volvía a este mundo a avisarle a los suyos de la obligación de su cumplimiento. Los familiares trataban por todos los medios de cumplirla para que el alma del muerto descansase en paz. La creencia de que los muertos volvían y hablaban con sus familiares estaba a la orden del día y se comentaba por la calle como algo normal. Otros decían que los que se morían nunca volvían, pero son cosas que forman parte de nuestra historia y nuestras creencias.
En las Roturas Altas tenía su residencia Eliseo González que era un hombre polifacético, lo mismo tocaba el saxofón en la orquesta Trébol que hacía de representante de casas comerciales de aguardientes de Rute, vinos de Montilla o jamones, o mantecados. Iba por las tiendas ofreciendo sus productos y tomaba nota, a la semana o así, llegaba un camión o una furgoneta y hacía el reparto correspondiente. Si algún producto salía mal por cualquier causa, las quejas eran para Eliseo, que también tenía una furgoneta Citroen para manejarse en sus negocios.
En estos días de junio de 2014, se amontonan en mi cabeza una serie de recuerdos y jornadas de aquellos lejanos años de la década 50- 60. Y pienso casi a todas horas para encontrar personas que se fueron, pero que vivieron aquellas horas. Repaso y vuelvo a repasar lo que ocurría, unas veces la memoria me da alegrías y las palabras surgen a borbotones, otras la mente queda en blanco y las palabras escritas se suspenden hasta que me llega una nueva iluminación. Paseo por aquellas calles de mi niñez, hago fotografías y las dejo en el disco duro de mi cerebro. Miro el Frailes de ahora, con un alcalde del Partido Popular y otro del PSOE, que estuvo veinte años gobernando. Y pienso que hemos cambiado mucho, que los hijos de los ricos y pobres de aquellos años se mezclan ahora en estas calles por las que aún siguen pasando muchas procesiones, por las que cada vez hay menos vecinos, por las que aún hay muchos parados, pero no son los mismos desempleados que buscaban cualquier cosa en la plaza del Rector Mudarra o en las Cuevas. Ahora vienen en coche a registrarse en una máquina que les da el visto bueno. Ahora por las calles de Frailes caminan gentes que llegaron de otros países, de Rumania, Colombia, Perú, Inglaterra, Bolivia, Marruecos. Son iguales que nosotros, tienen hijos, lloran, sufren, sonríen, añoran a su gente, a su pueblo. Y me acuerdo de mi hermana Maripi cuando venía de vacaciones de Francia. Y me acuerdo de Rafael Maneque que a sus más de 60 años se ha casado con una cubana, Yarisleidi, y ha tenido un hijo con ella. Y algún día me cuenta cosas de aquella Cuba lejana y nos ponemos serios de lo que aún están pasando los cubanos. 
Paseo por estas calles de hoy y miro las macetas que hay en la fachada de la hija de Ezequiel en el Barrihondillo, lo sucio que está el río y cómo la gente sigue limpiándolo y al mismo tiempo dejando la basura en su cauce. Miro la calle Cuevas y cada vez hay más casas vacías. Me acerco al bar la Cueva -cerrado- y junto a su puerta de hierro, parece que oigo a don Fermín, a Pepe Malabrigo, a Zacarías, a Pajarico, a Peña, a Pepín y a la Villa, una mujer que vino de Martos y ahora tiene una casa frente a la Posá, a Merce la Pajarica riendo sin parar …. Oigo la voz de Michael y de Manolo el Sereno, y veo como torea Manuel Benitez el Cordobés.
Así repaso a todos los que pasaron por aquella cocina y aquel mostrador: Mercedes, Amador, Pepito, Carmela, Manolo, su mujer e hijos y Membrillo y los suyos. Vuelvo a cerrar la puerta del bar la Cueva y el portón de Manolín está cerrado, ya no se escucha la  voz de Luis Gamazo ni de sus perros, sigue el huerto con algunas flores y la casa de Miguel Zafra está también cerrada y con un cartel de ‘se vende’. En la tienda de Mercedes y Manolo Zafra hay otras personas vendiendo vestidos y pantalones. En la taberna de Domingo Gregorillo después hubo un supermercado y ahora está cerrado. Parece como si el tiempo hubiera pasado como un torbellino y así ha sido, paso a paso, con lentitud aquellos vecinos de los años 50 y 60 ya no están. Se fueron en busca de la felicidad, a otras tierras y encontraron otro Frailes en sus viajes y se habrán agarrado a él como yo sigo asido aquí a este Frailes de ayer y de hoy. En mi mente bulle y bullen gentes de ayer y de hoy. Paso por la calle Corral y casi no encuentro a nadie, las casas del hombre que le decían Fantoche ya no están allí, la casa de mis abuelos Camilo y Carmen tiene otra fisonomía, los huertos de la Domi de Calañé y de la Amadora de Amadeo se han transformado, nada es igual y parece todo lo mismo. En mi cabeza tengo un lío grande pero trato de reconducirlo, colocando cada cosa en su sitio. El tiempo ha pasado, ya no se oye el agua pasar por la acequia de la calle Alba, y Juanito -que se casó con la Mari Montes Martínez- tampoco está allí.
Ahora, me coloco de nuevo en el centro de la tienda de mi madre, María la Betuna, y veo al Señor del Paño que sigue intacto con su cruz a cuestas, aquellas tiras para atrapar moscas que se pegaban allí sin remedio, una panoja grande de plátanos medio verdes y liotes pequeños de carne traídos de Alcalá. Y vuelvo a mirar a la cooperativa y aún no está construida la Caja Rural. Hay un ciprés largo, un huerto donde Vicente Pelicos, en un día de San Pedro, hizo tallos o churros o tejeringos y contrató a un portugués que nadie entendía. Y sigo mirando por la calle Mesones y veo a Miguel el Señorico, en su gran casa, con la puerta medio cerrada. Por donde sale su moza, la Chipilina, que ha ido a comprar unos gramos de café. Miguel el Señorico sale bien vestido de aquella casa que después heredará Dominica Romero, la madre de Luis Raya. Y se beberá un café en la Cueva.
Un poco más arriba está la casa de Miguel Vela y sus dos hijas y un hijo. Miguel trabajaba con José Miguel Gallego y las hijas se fueron a Bailén. Volvían de vez en cuando, hasta que murieron sus padres y se cerró la casa. A su lado tenía también la Chipilina una pequeña casa que después compró Liborio Romero. En la calle Mesones había y hay un pequeño callejón, allí vivía Gregoria, la abuela de los embutidos  y Domingo, su marido, y su hijo Luis Lucio, un solterón de por vida, que venía a comprar celtas emboquillados a mi casa y se bebía un par de copas de aguardiente o de coñac. Era nieto de mi vecina Virtudes y -cuando esta murió- se llevó a su hijo Rafalillo a su casa de la calle Mesones. El Fuerte vivía allí también, el padre de Indalecio el Exagerao, que siempre tenía prisa para ir a encalar. Y Calahorra, que tenía una piara de cabras que guardaba su hijo. Él vendía la leche que ordeñaba cada día y la distribuía con dos cantaras. La vendía en Alcalá, con una medida de un jarrillo de lata equivalente a un cuarto de litro. Así paseaba las calles alcalaínas … vendiendo leche.
En la calle San Antonio tenia su casa Membrillo, emigrante en Alemania. A su vuelta se ganó la vida alquilando el bar la Cueva y más tarde el bar Nuevo. Éste último lo edificó Miguel Zafra y lo tuvo alquilado hasta que mi hermana Maripi se lo compró con el dinero que ahorró en Francia. Membrillo tenía a su hijo Antonio, guardia civil, al que destinaron al País Vasco. Un día nos enteramos de que en un atentado de la ETA le dieron un tiro en el pie y se retiró con una buena paga. Después de este incidente, se hizo corredor de seguros en Alcalá. Fue su hijo Paco el Sierras el que montó el primer pub en Frailes. Allí muchos jóvenes nos emborrachamos, oíamos música, jugábamos al futbolín y besábamos a las fraileras. Lo montó en la calle Elvira y tuvo mucho éxito, hasta que se fue a Granada y montó otro bar. Su hijo Ángel se hizo negociante de aceites y le debe ir bien porque vuelve a Frailes conduciendo buenos coches. Su hija María se casó en Alcalá con Paco el Quasi, que regentaba una cafetería junto a la discoteca la Belle Epoque. Detrás de la casa de Membrillo había un pequeño callejón donde vivían dos personas mayores, le decían de apodo El Tropel y la Tropela. Eran sordos pero se entendían bien, bajaban por la calle Mesones e iban a comprar a mi tienda. Aún puedo verlos cogidos del brazo, ella llevando una cesta para meter los ‘mandaos’ y él con una garrota para evitar los peligros. Junto a ellos estaba la casa de Antonio Carabito, soltero, una persona limpia y solitaria pero bien cuidada.
Mi madre compró aquella pequeña casa por 50.000 ptas. para hacer negocio y venderla después, pero mientras tanto hicimos algún guateque con los amigos.  Siguiendo la calle San Antonio, nos encontramos la casa de la Grilla que era una mujer muy vivaracha y tenía unos andares rápidos. Casi siempre la veía por la casa de Librada y le ayudaba en los quehaceres cotidianos. Su padre, bastante mayor, era el Grillo, y le gustaba el vino como a tantos otros; por eso muchas veces venía a la taberna de mi padre a tomar unos vasillos. Frente a esta familia había otra vivienda de un hombre que le decían José, el Vizco Empalaga. Su hija se casó con Miguel Mingorance, otro matrimonio más que se fue a la Fasa-Renault a Sevilla.
José María el de Cerdas habitaba otra de las casas de esta calle. Un hombre grandullón y fuerte, albañil. Con su camisa llena de yeso y tocado con su gorra, lo veía venir por la calle Mesones. También tenía dos hijas y también una se fue a Sevilla al casarse con un alcalaíno que colocaron en la fábrica de la Fasa-Renault. Una vez me llamó y me dijo que leía mi blog, lo cual me dio mucha alegría. La otra hija se fue a  Barcelona.
Recuerdo que La Pollica y su hija también estaban por allí, entre la calle Gloria y la calle san Antonio, frente a las Escalerillas que iban a parar a la calle Tejar. Más arriba tenía su vivienda la familia de Amador Álvarez y Mercedes Tello, con sus hijos David, Pepe, Carmelita, Merceditas y la mayor Amelia, que se casó con un Raya, un hombre mayor, siempre vestido con un traje. David trabajó en el bar la Cueva; más tarde le dieron un puesto en el sindicato. A Pepito le decían sus amigos Mortadelo por las gafas que tenía que llevar de lentes gruesas. La barbería de Molina estaba situada en esta calle y hacía esquina con la calle Rosario. Molina se casó y edificó una casa totalmente nueva, dejando el bajo como barbería a donde yo iba a cortarme el cabello, a “pelarme”, como se dice por Frailes. José Molina me sentaba en aquel sillón, metálico y de grandes brazos, de color blanco y negro, reluciente, que se podía girar y dar vueltas, frente a un espejo grande y esmerilado. Sus manos se movían con rapidez y soltura, manejando las tijeras y el peine con habilidad o pasando una maquinilla manual que la asía con sus dedos blancos y limpios. Él mismo olía a colonia.
A mí no me pelaba al cero, aunque estos cortes de cabello eran muy comunes. A los niños se los hacían habitualmente en aquella época para evitar piojos y liendres. El pelado al cero nos limpiaba de estos bichitos que eran fruto, aún, de la posguerra y de la miseria. Frente al espejo había pequeñas estanterías en donde se colocaban las herramientas del barbero y los botes de colonia. Recuerdo una que se llamaba Floyd y era de color rojizo y desprendía un fuerte olor, lo que se llama ahora ‘afther save’ (para después del afeitado). A mí me gustaba olerla y cuando esperaba mi turno, veía cómo Molina se la ponía en la cara a algunos clientes distinguidos y le daba varias palmaditas. Molina también afeitaba a los clientes, tenía un utensilio con un jabón y una brocha al que le echaba agua y, cuando la brocha se llenaba de espuma, se la pasaba por la cara al cliente. Aquella navaja de barbería, niquelada y con una hoja que afilada varias veces en medio de la faena, con una especie de mango y cuero donde pasaba una y otra vez la navaja. Al final la cara se quedaba limpia y afeitada y el cliente listo para salir a la calle. Cuando terminaba su faena, le daba media vuelta al sillón y acompañaba la frase ritual de ‘está usted servido’. Entonces le “aflojaba” el dinero y se colocaba el siguiente en el sillón. Muchos de sus clientes tenían un convenio para todo el año, como el médico. Molina le cortaba el pelo a toda la familia y ésta le pagaba con trigo o cereales, una cantidad convenida, lo que se llamaba una iguala. Yo le pagaba dinero contante y sonante, porque mi familia no tenía cereales ni propiedades. 
La barbería era un lugar de cháchara y conversación, casi siempre había gente, muchos eran tan habituales que más bien parecían tertulianos. Se hablaba de casi todo, del tiempo, de fútbol … menos de política; eso estaba prohibido. Molina era buen conversador y sacaba siempre algún tema. Mientras hacía su labor, hablaba y cortaba, hablaba y cortaba … mientras el zigzag de las tijeras hacía lo demás. Eso sí, siempre respetaba a sus clientes. A mí me daba por pensar en que, cuando estaba afeitando a alguien, en un descuido podía cortarle la garganta a alguien. A veces sucedía y la sangre salía entre la espuma. Molina le aplicaba algún secante blanco y la sangre ya no fluía, aunque la herida siguiera escociendo.
La barbería olía a alcohol, a colonia, a espuma, a agua y jabón, y las conversaciones fluían de aquellas gargantas de agricultores, de fraileros y de algunos que venían de las Riberas o de los cortijos. En un recoveco de la calle san Antonio vivía la Pajota, cuyo marido vendía carbón en las Cuevas. No sé si ella tenía una pequeña tienda, el caso es que se quedó viuda y la casa se convirtió en un aposento de turismo rural. Al lado estaba la casa de Paco Mudarra, que al principio se dedicó al arreglo de aparatos de radio y después prosperó y se hizo gerente de la cooperativa de aceite y de la Caja Rural, primero en Frailes y después en Alcalá la Real. Se hizo un gran chalé junto a Los Baños, en donde vivió unos años con su mujer. También fue uno o el último alcalde de la etapa franquista.
Un hombre al que le decían Minero tenía una tienda junto a la barbería de Molina. Vagamente recuerdo lo que vendía, pero estoy seguro de que allí comprábamos trompas y cordeles para liarlas, tirarlas y hacerlas bailar y zumbear. Más arriba vivía Francisco Alcaide, le llamaban Paquillo, en una casa grande y moderna que se diferenciaba de las demás. Este hombre trabajaba en el Ayuntamiento, cobraba letras de un banco y tenía una tienda de tejidos con Antonio Tello, que estaba al lado. Antonio Tello era padre de Miguelín y David Tello, y su madre Librada era la suegra del médico don Fermín Medina, al casarse con doña Carmela. Parece que lo estoy viendo, con sus gafas, su chaqueta, camisa y corbata, y en los dedos un cigarro. Fumaba sin parar y tenía manchados los dedos de nicotina. Se colocaba en la puerta de Antoñico el Loco y allí hablaba con el que pasaba, hacía una visita al casino de Manolillo y vendía los tejidos en la tienda que tenía un mostrador de madera de un lado a otro de la habitación, con estanterías donde colocaban las telas de diversos colores para que la gente se hiciera vestidos y trajes, chaquetas y pantalones.
La tienda tenía un olor característico como a borra, o sea, un tejido de tela de mala calidad. Las familias pobres compraban allí, porque lo hacían a través de unas ayudas que le daba el gobierno, a pesar de que muchos se quejaban de que la ayuda no se la daban en metálico y tenían que comprar ropa para cobrar la misma. Era algo oscuro que en mi mente nunca lo tuve claro. En la tienda de Antoñico el Loco comenzaba la calle Picachos. Vendían de todo, desde mistos de cartón, una especie de papel como con unas uñas rojas, que al rasparlas crujían como un cohete, tela de alambrar, galletas, arroz, lápices. Antoñíco llevaba un mandil puesto para no ensuciarse y siempre estaba tras el mostrador. Había estanterías normales y con cristales, donde colocaba todos sus productos, como escobas, botes de colonia barata, latas de atún, cuerdas, galletas, casi todo productos necesarios para aquel Frailes de subsistencia. Para aquel Frailes de familias pobres y sin trabajo que pululaban por las tiendas dejando sus deudas en papeles de estraza, que se colgaban en un gancho de alambre en una pared. Cuando la gente venía a pagar su cuenta, se buscaba un papel tras otro hasta que se encontraba. Muchas cuentas de aquellas quedaron allí clavadas para siempre porque no hubo nadie que se hiciera cargo de ellas. No había trabajo y se fiaba mucho, en espera de tiempos mejores que, en la mayoría de los casos nunca llegaron.