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miércoles, 29 de junio de 2016

HOY SAN PEDRO EN FRAILES


Al mediodía he estado en Frailes, celebrando el día de San Pedro. En el recinto ferial se han reunido unas decenas de vecinos que han degustado una secretaria que por cierto estaba muy rica. El servicio de bebidas lo ha realizado la parroquia, a través de diversos voluntarios que han servido las diversas mesas, por eso el dinero que obtengan de ello, será para el centro parroquial que se está construyendo. 
Estuve con la vieja guardia: Luis Raya, Plácido, Ángel Campos, Horacio Garrido, Juan Raya y sus mujeres, me trataron bien y estuve hablando con ellos. 
También estaba allí el alcalde, Lucía Serrano y otros concejales. 
Esta tarde seguirá la fiesta, con la procesión de San Pedro por las calles del pueblo y después habrá verbena. En el recinto ferial hay una serie de atracciones para niños.
Lo que he notado, es que parte del pueblo se abstiene de ir a la fiesta.


martes, 28 de junio de 2016

OJALÁ

Ojalá que los ganadores sean generosos y compartan con los perdedores su alegría y su euforía. Ojalá que Marino nos trate con respeto y su ánimo no se turbe por la fuerza de los 135 diputados. Ojalá que todos los propósitos de los que dicen que han ganado, se cumplan y nos traten como a iguales. Ojalá que cuando me tropiece con algún socialista  no me diga ¡toma sorpasso¡ y me fulmine con la mirada, aunque después me invite a una cerveza.
Ojalá que al PSOE le vaya bien y no piense en superar a Podemos en ser cada vez más socialdemócrata, sino en ser cada vez más socialista.
Ojalá que se vuelva a hablar de empleo, de corrupción, de recortes, de déficit, de vencidos, de ley de Educación, de Justicia, de Democracia, de Bárcenas, de Rato, del Bigotes, de Rita Barberá, de Chaves, de Urdangarín, de sanidad, de subvenciones para los más poderosos, de Cursos de Formación, de Griñán, de los papeles de Suiza, de los de Panamá y de todos los paraísos físcales. Del caso Acuamed, Almenas, Andratx, Arcos, Arona, Arroyo, Astapa, Atlético, Baltar, Banca Catalana, Bankia, Berzosa, Bitel, Bon Sosec, Brugal, CAM, CCM, Camisetas, Campeón, Conde Roa, Cooperación, Corredor, De Miguel, Divar, Egües, El Trompo, Emarsa, Emperador, Enredadera, Epsilón, Fabra, Faycán, Filesa, Flick, Forcem, Funeraria, Guateque, Guerra, Gürtel, Harrag, Hügel, ITV, Innova, Interligare, La Fabriquilla, Las Teresitas, Lasarte, Liflebood, Limusa, Malaya, Marchelo, Marea, Margüello, Matsa, Mercasevilla, Mercurio, Millet, Miñano, Método 3, Naseiro, Nueva Rumasa, Nóos, Orquesta, Over Marketing, Palau, Pallerols, Palma Arena, Parques Eólicos, Peaje, Picnic, Pitiusa, Plaza, Plan Territorial, Plaold, Plasenzuela, Pokémon, Poniente, Port Vell, Porto, Pretoria, Rasputín, Riopedre, Rumasa, Rus, Salmón, Sanlucar, Scala, Seat, Tabacalera, Terán, Torres de Calatrava, Totem, Treball, Troya, y de tantos otros. 
Ojalá que el sol salga para todos, el agua sea para todos, el pan sea para todos, el techo sea para todos, haya vestidos para todos y diversión para todos. 
Ojalá que no frunzas el ceño cuando me veas, tengas una sonrisa como si te hubiera tocado la Primitiva.
Ojalá que tengas una buena pensión.
Ojalá que siempre ganes las elecciones.
Ojalá que todo te salga bonito.

domingo, 26 de junio de 2016

HOY, ELECCIONES GENERALES. A VOTAR


Hoy he estado en diversos colegios electorales de Alcalá la Real. Hay una buena animación y la gente está acudiendo a votar. Se respira tranquilidad y civismo. Hoy he votado por primera vez en Alcalá la Real, antes lo hacía en Frailes.

En el Convento de Capuchinos, la primer edil que votó, ha sido Rafaela López de IU, me dijo que está contenta y con las pilas puestas y espera que Podemos Unidos saque un buen resultado. 
Después vino el consejero de Fomento de la Junta de Andalucía, el alcalaíno Felipe López, saludó a mucha gente de las diversas mesas, vino acompañado del alcalde, el socialista Carlos Hinojosa y después acompañó a éste al Ayuntamiento para que ejerciera su derecho a voto.

Fuí a buscar a la senadora socialista Elena Víboras que estaba desayunando en el bar del parque con otros dos militantes del PSOE. Me enseñó la foto de un gato que tiene y era bastante graciosa. Después, votó en el Convento de Capuchinos.

Posteriormente, me dirigí al Edificio Joven, donde votaba el portavoz del PP, Marino Aguilera, que iba acompañado de sus dos hijos y su mujer. Allí, había gran cantidad de gente. Hablé con la socialista Cecilia Alameda y Cristóbal Cano. Me preguntaron que qué iba a suceder, les dije que no lo sabía y me marché para mi casa. 


sábado, 25 de junio de 2016

RAFAEL GARCIA CONVIERTE LA QUEMA DE LA BRUJA EN TRADICIÓN


Conseguir que un simple acto se convierta en tradición es un asunto que necesita mucho tiempo. Eso le ha ocurrido a la llamada ‘Quema de la Bruja’, un acontecimiento genuinamente alcalaíno que comenzó en el año 1986 y que según el ideólogo de la misma, el polifacético Rafael García Medina está dispuesto a ello y continuará realizándolo hasta que el cuerpo aguante.
     En la tarde del pasado día 23 de junio, García Medina  se encontraba en la fortaleza de la Mota, ensayando un papel de actor para la próxima fiesta medieval. Después, andó unos doscientos metros y estuvo dispuesto para ver la salida de la procesión de San Juan Bautista.
En aquel marco donde se puede disfrutar de unas vistas de la ciudad, Rafael García Medina contó las vicisitudes que le llevaron a inventarse este personaje. Narró que en el año 1986 se reunían en aquella plaza algunos  asiduos del barrio, tomaban una cerveza y comentaban las fiestas de San Juan. A él se le ocurrió lo de la bruja y ni corto ni perezoso inició el periplo de la quema para darle un aliciente más a estas fiestas.
García Medina siguió narrando que hay que subir unos 36 escalones para llegar a lo alto del campanario de la iglesia de San Juan, allí en la soledad, en un lugar muy estrecho, tenía a la bruja, vestida con sus zapatos rojos característicos y sus dientes de ajo.
Lo de la bruja alcalaína ha salido de las fronteras locales y han sido algunos medios de comunicación los que se han interesado por ello, así Canal Sur estaba citado para las 18:00 horas de ayer y hacer un reportaje para sus espectadores.

El acto de la ‘Quema de la Bruja’ puede representar muchas cosas. Una de ellas es la llegada del solsticio del verano, en el que se queman las cosas viejas , o bien las cosas que sobran.
Rafael García Medina se ‘parapeta’ en lo alto del campanario y desde allí ‘domina’ a Alcalá la Real; desde allí culmina un juego, deslizando a la bruja con un cable, hasta llegar a una hoguera que previamente se ha encendido en la calle de la plaza, mientras gentes de los diversos barrios alcalaínos van llegando al barrio de San Juan.
Es una fiesta en toda regla, con unos ingredientes especiales, muchos se creen que se trata de una costumbre que lleva varios siglos realizándose, pero solo lleva 30 años y Rafael García Medina está dispuesto a seguir cumpliendo años y quemando brujas.
En la noche de ayer, la fiesta de San Juan, en el barrio alto, junto a la fortaleza de la Mota  fijó su terminación con una nueva ‘Quema de la Bruja’ y el mismo García Medina se encargó de hacerla bajar desde el campanario hasta la hoguera que habían encendido en la calle.
Los gritos de los niños se oyeron en otras calles y Rafael García Medina que fue camarero en la discoteca ‘Belle Epoque’, que fue ganador del premio de poesía Arcipreste de Hita y que ha sido pregonero del carnaval alcalaíno. Pero sobre todo se le recordará por haberse inventado la ‘Quema de la Bruja’ y haberlo convertido en una tradición local.

viernes, 24 de junio de 2016

EL MIEDO DE LOS PERROS Y LOS LOBOS

Artículo de José Manuel Rambla.
 «Dicen que los lobos huelen el miedo. Pero no solo el miedo presente, también el miedo presentido. De ello ha hecho virtud el magnate George Soros, experto en el arte de predecir las catástrofes mucho antes de que comiencen a intuirse. El viejo lobo de Wall Street abre bien sus aletas nasales, inspira con fuerza y pone toda la atención de su pituitaria en descubrir la más leve fragancia del miedo. Su rastro le permite ser el primero en detectar esa próxima crisis financiera, ese cercano hundimiento bursátil, esa calamidad económica que desata todos los temores con solo imaginarla. Entonces, sabedor de lo que los demás prefieren ignorar, Soros reorganiza sus inversiones. Y espera. Solo es cuestión de tiempo porque, cuando llegue el momento, será el mejor situado para hacerse con el despojo del siguiente desastre económico, con la misma tranquilidad con la que los profanadores de tumbas aguardan a las puertas de los cementerios.
Estos días el aparato olfativo de Soros está a pleno rendimiento. El magnate está agitado, nervioso, con esa excitación de las fieras cuando saben que su presa anda confiada a la simple distancia de un zarpazo. Está tan seguro de la ceguera ajena que no le importa gritar a los cuatro vientos que siente las mismas sensaciones que precedieron a la interminable crisis de 2008. Por lo pronto, según nos cuenta The Wall Street Journal, el rey de los especuladores ya se ha puesto manos a la obra y anda vendiendo parte de sus acciones a precios de saldo para comprar oro. Así que, mientras el resto de animales de la selva capitalista se mantienen ignorantes del miedo que se les avecina, el viejo lobo ya se relame ante su próximo bocado.
Pese a su interés premonitorio, refrendado por no pocos economistas, la noticia no ha tenido mucho eco en esta España electoral. Por otro lado, tampoco sorprende porque en este país los lobos de la economía no son muy dados al aullido mediático sino que, desde los tiempos de la acumulación originaria y el estraperlo, prefieren la discreción de la guarida. El ruido lo dejan para los perros, animales que, como es sabido, también huelen el miedo aunque no logran predecirlo. Eso sí, están siempre preparados para provocarlo con su ladridos amenazantes, unas veces, en su versión paternalista de perros pastores, para proteger a los miembros del rebaño, otras, en su papel de perros de presa, para conducir a la víctima hasta la mirilla de las escopetas. El objetivo, no obstante, es el mismo en ambos casos: despertar el miedo necesario para que quien lo sufre se sitúe en el lugar que la jauría le ha asignado.
En este campaña electoral, en el que no son pocas las ovejas decididas a dejar el redil alentadas por la candidatura de Unidos Podemos, no están faltando los ladridos. Y los que se avecinan. Porque frente al tándem Iglesias-Garzón, bendecido por Colau, se ha ido conformando una pinza canina donde perros de presa y presos pastores confluyen en un mismo ladrido que anuncia el desastre. Un día el gruñido surge maternal de la garganta de Susana Díaz, otro, casposo desde las fauces del ministro del interior y al siguiente se trata de un gruñido sesudo y editorial procedente de la académica materia gris de Juan Antonio Cebrián. La ruina, nos vienen a decir, se esconde en nuestro voto, mientras se apresuran en disimular el exhibicionismo de Soros y su descaro al admitir que en el fondo la calamidad es la clave de las reglas del juego.
El problema del miedo surge cuando nos satura tanto que termina devaluándose, como en esas películas baratas de serie B que ya no logran asustar a nadie. ¿Para qué escuchar las advertencias protectoras del perro pastor, si el lobo nos advierte que el rebaño no nos salva del peligro? Al final, es la misma lógica perversa que nos pone entre la inmisericorde espada de la crisis y la desconcertante pared de la recuperación: el eterno retorno que nos conduce a acatar nuevos recortes y renuncias que aplaquen la voracidad de la crisis, o nuevos recortes y renuncias que permitan alimentar el apetito de una antojadiza recuperación.
Es la lógica gastada de los canes, aquella que Georges Soros nos desnudaba al afirmar que la lucha de clases seguía viva y la iban ganando los lobos. No es extraño, pues, que a estas alturas del desastre cada vez sean más los que están cansados de tanto ladrido, los que aburridos por tanto miedo aspiran a escuchar sonidos nuevos que solo el tiempo dirá si eran cantos de sirena»

LA CAMPAÑA ELECTORAL ALCALAÍNA




En estos días de campaña electoral, en Alcalá la Real ha brillado la tranquilidad y los partidos políticos se lo han tomado con ‘filosofía’. Han pasado por aquí algunos políticos provinciales de los diversos bandos. Desde Fernández de Moya que hizo una visita a comerciantes y se dio un paseo por la calle, pasando por su compañero del PP Gabino Puche, un veterano de la política que aún sigue diciendo que la mejor opción sigue siendo el PP y defendieron ambos la creación de empleo y las ayudas a los olivareros, dos viejos problemas que después de tantos años siguen sin resolverse.

 La campaña del PP en Alcalá la Real se ha materializado en algunas visitas a las aldeas, donde han charlado con sus habitantes. Además, han emitido algún número de sus periódicos y en general a estos políticos del PP se les notaba que estaban cansados de una campaña electoral tan dilatada.
Los políticos del PSOE tampoco han hecho gran cosa, el candidato Sicilia se pasó por la sede del PSOE y habló también de las subvenciones al olivar. Los socialistas alcalaínos han visitado las aldeas y han informado de sus asuntos a los habitantes alcalaínos el pasado martes en el Mercadillo.
La coalición Unidos Podemos realizó un mitin en el Templete de la Música, interviniendo dos militantes de Podemos y uno de IU y ninguno de ellos era de Alcalá la Real. Hubo algunas personas más que en otras ocasiones y regalaron margaritas después de sus exposiciones.  La parlamentaria Mercedes Barranco se mostró tierna en sus argumentos y traía el discurso aprendido. Allí estaba Rafaela López, edil de IU en el Ayuntamiento alcalaíno  que se quedó con ganas de decir algunas cosas, pero no pudo ser. 

La mayoría de los vecinos de Alcalá la Real están hartos de campaña electoral y lo único que quieren, es que esto acabe pronto y que los elegidos se pongan de acuerdo para que haya un gobierno que gobierne y realice su trabajo. Todos quieren un trabajo digno y bien pagado, tener un techo, una buena sanidad y educación, que se acabe la corrupción, que los poderes legislativo, ejecutivo y judicial sean independientes, que no haya tantos aforados y que los mayores tengan unas buenas pensiones. La fórmula para conseguir esto es bien sencilla, la riqueza que se produce debería ser de todos y todas las personas tienen derecho a subsistir y a tener lo imprescindible para llevar una vida digna. Esto está al alcance de la mano, pero los partidos políticos y los que gobiernan España aún no se han puesto de acuerdo para conseguirlo y dar un alegrón a los ciudadanos.  

jueves, 23 de junio de 2016

SAN JUAN REINA EN LA ALCALÁ ANTIGUA

Esta tarde he subido a la placeta de San Juan para ver la procesión de este santo que celebra mañana su fiesta. Mientras el sacerdote celebraba la misa, he subido al campanario con el hombre que ideó la 'Quema de la Bruja', Rafael García Medina. Hay que subir 36 peldaños estrechos para llegar allí y estar junto a la campana, pero vale la pena ver las diversas vistas que nos ofrece. 
La Bruja estaba allí, esperando a que llegue mañana, García Medina la ha mimado y se la ha enseñado a alguna gente. Me dijo que mañana viene un equipo de Canal Sur para interesarse por este evento. También me dijo él que hace 30 años que comenzó esta aventura y ha conseguido inventar una costumbre que espera que se continue.
La procesión salió después de las nueve de la noche, una liturgia sencilla y con gente sencilla del barrio, la acompañó una banda de música que tocó algunos himnos. Desde aquellas alturas se pueden contemplar una serie de panorámicas de la ciudad alcalaína.
Allí estaba Paco Martín y Antonio Heredia que son personas que tienen una devoción especial a este santo y a este barrio. La procesión recorrió algunas calles de este barrio antiguo, bonito y siempre interesante.
Mañana, Rafael García Medina sobre las doce de la noche volverá a cumplir el rito de la 'Quema de la Bruja'. Se volverá a subir a lo alto del campanario, conversará con su personaje, le dirá que se porte bien y la mandará para la hoguera; mientras cientos de alcalaínos subirán a este barrio y seguirán festejando a San Juan y la llegada del verano.




martes, 21 de junio de 2016

ANTONIO CRUZ Y LA SED DEL CORAZÓN

Este lunes a las 20:30 horas fui al Palacete de las Hilanderas, allí se presentó el libro de Antonio Cruz, cuyo título es 'La sed del corazón'. Estuve allí impulsado por Belén Ramírez que hace unos días le hizo una entrevista a este señor que por cierto es maestro en las Escuelas de la Sagrada Familia. 
Había un grupo de personas, la mayoría forman parte del profesorado de la Safa alcalaína. Supongo que eran compañeros y amigos del autor de este libro. También en la mesa de presentación había un hombre que dijo ser corrector de la editorial Dauro de Granada y que por sus manos habían pasado miles de libros debido a su trabajo. Habló de que este libro le había gustado e incluso emocionado. Pero palpé algo de misterioso en este hombre y también en el autor. No conozco a Antonio Cruz, ni tampoco he leído su libro, cuando lo lea, podré dar mi opinión. 
Él habló de su libro y de su texto como algo que llega al corazón, y dijo que si al leerlo no logra emocionar al lector, no se cumple el destino del mismo. 
Yo creo que todos llevamos un libro en nuestra mente, algunos somos capaces de llevarlo a las páginas de un ordenador y hacer un nuevo volumen. Considero que es un acto de valentía escribir y dar a conocer una serie de intimidades como si nos desnudaramos ante el público. 
Creo, también, que hemos progresado y que cada uno debería escribir su propio libro, porque lo llevamos en nuestras cabezas, porque lo importante es aportar algo y aunque no lo hagamos como un profesional, es algo importante que puede servir a otras personas para conocer nuestras identidades. Ahora bien, publicar un libro es caro y se necesita un poco de dinero, por lo que es conveniente que el que se atreva a escribir un libro, consiga la financiación conveniente, bien por alguna ayuda o bien de su propio pecunio. También quiero decir que escribir un libro es una gran satisfacción y un halago al ego que llevamos dentro, además de ser, también, un sufrimiento.

EL ALFONSO XI BALUARTE DE LA ENSEÑANZA PUBLICA


El IES Alfonso XI es un referente en la enseñanza secundaria. Su secretario, el profesor Fernando Fedriani ha manifestado que «este año nuestro Consejo Escolar ha resuelto solicitar nuestra entrada en el bilingüismo (hecho que confíamos en que no tarde en producirse). Asimismo, se nos ha asignado una importante partida presupuestaria para seguir mejorando nuestras instalaciones. Un año más, de los tres centros de la localidad, hemos vuelto a ser el que ha recibido más solicitudes para la matriculación en primero de la ESO. Por lo tanto, nuestra oferta educativa está mejorando, también las instalaciones, y estamos teniendo una buena acogida por parte de las familias. Creemos, por tanto, que tenemos por delante un esperanzador futuro. Ahora más que nunca el IES Alfonso XI sigue siendo un centro de prestigio».

En cuanto a los resultados académicos ha contestado que «dado que estamos a principios de junio, la mayoría de nuestros estudiantes no han sido evaluados todavía. No obstante, viendo las gráficas de otros cursos y de las evaluaciones de este ya cubiertas, confiamos en tener unos resultados muy superiores a los de la media andaluza. Estos buenos resultados confirmarán la tendencia en la que ya nos encontramos. En el pasado 2014/15 una de nuestras estudiantes, Elena Ibáñez, obtuvo la mejor calificación de Selectividad de toda la provincia, y Marta Frías el premio extraordinario de bachillerato. Nos situamos, en Selectividad y en porcentajes de titulación, como el mejor centro de la comarca, lo que nos hace confiar plenamente en el porvenir de la promoción que este año también se aproxima a la recta final de su curso».
Finalmente en cuanto al futuro de la enseñanza en España, manifestó que «no creo que la próxima década nos depare nada muy diferente de lo que ya tenemos ahora. Estamos en un punto de cierta estabilidad. Si bien no se avanza tanto como a todos nos gustaría, tampoco estamos experimentando retroceso. Existen, eso sí, grandes retos en nuestro horizonte próximo. Tales son: la estabilidad legislativa, que sigue siendo un grave problema, los ajustes presupuestarios que todos los centros nos hemos visto obligados a acometer, la integración de las nuevas tecnologías en la práctica de aula, así como la mejor en la atención a la diversidad, y el desarrollo del nuevo paradigma educativo. Creo sinceramente que la valoración que suele hacerse es demasiado catastrofista: son retos importantes, pero siempre la educación pública ha logrado superar los retos que se ha propuesto».
El IES Alfonso XI es el baluarte de la enseñanza secundaria en el municipio alcalaíno, se inició con el llamado COPEM que estavo situado en el Palacio Abacial, más tarde se trasladó al lugar que ocupa ahora e imparte unas diecisiete materias y asignaturas.

lunes, 20 de junio de 2016

DESCANSE EN PAZ LIRIO J. PALOMAR


El Ayuntamiento de Alcalá la Real mostró hoy su pesar por la muerte de Lirio José Palomar Faubel, fallecido ayer en Granada. El alcalde alcalaíno, Carlos Hinojosa, ha manifestado que «la cultura alcalaína está muy triste, pues Lirio ha sido una persona que ha influido en varias generaciones de alcalaínos y alcalaínas, mostrando siempre su generosidad y maestría musical con sencillez y grandeza». 
Lirio José Palomar Faubel fue galardonado en 2004 con el Premio Hércules de Cultura «por su inestimable aportación al desarrollo de la actividad musical en Alcalá la Real como director de la Asociación Musical Pep Ventura y de la Coral Alfonso XI». 
Hasta hace poco tiempo estuvo dirigiendo la Coral.

EL PARAISO ESTÁ EN LOS ROSALES


El domingo 19 de junio estuve en el cortijo de Los Rosales, allí viven una serie de personas que tienen una asociación para mayores denominada 'El Paraíso', son gente despierta que han llegado a la conclusión de que quieren vivir en paz, unidos y apoyándose los unos en los otros. Se reúnen en las antiguas escuelas, donde el Ayuntamiento de Frailes les ha dejado estos locales. Allí, juegan a la petanca, hacen juegos manuales, hablan entre ellos y toman cafe, pues tienen una especie de bar con unos precios de coste que son de risa. 

El domingo se produjo un hermanamiento entre esta asociación de mayores 'El Paraíso' y la cofradía del Dornillo, por eso nos desplazamos allí más de cincuenta personas y le hicimos un homenaje a estas personas. Allí estaba Florentina una mujer de 86 años que sigue habitando su antigua casa, ella tuvo empeño en que la viera y allí que fuí, y admiré la misma, porque tiene una casa que brilla, las escaleras son como aquellas antiguas de los años de 1950 y 1960 con ribetes negros hechos con nogalina y tenía una cámara llena de arte de esparto, hecho por su marido, y con ello honraba su memoria. Había figuras de arados, trillos, animales, aviones y muchas más formas y todas las ha colocado adecuadamente para poder tenerlas cerca y que no se deterioren. 

La cofradía del Dornillo participó en todo los actos, realizaron un campeonato de petancia entre ambas asociaciones y se hizo un hermanamiento entre las dos, además el Dornillo nombró pinches de honor al alcalde de Frailes José Manuel Garrido y a Custodio López 'El Poyo', técnico de deportes del Ayuntamiento alcalaíno. 

Se sirvió un menú con aceitunas y patatillas, pan con aceite, embutidos y quesos de Frailes, así como pipirrana de papas cocidas y una rica secretaria. Hicieron cafe, dulces y licores. Los dulces los elaboraron las mujeres de los Rosales, formando una gran variedad de ellos. 
 
Las personas que forman la asociación de mayores 'El Paraíso' tienen una gran filosofía de vida, nos dieron un ejemplo de unión entre los vecinos, bailaron con muchas ganas y casi parecía que habían preparado su forma de bailar, sobre todo tenían muchas ganas de vivir y ser generosos y darse a los demás.

domingo, 19 de junio de 2016

Y REGALARON MARGARITAS


En el Templete de la Música se colocaron aquellos jóvenes de Podemos y regalaron, al terminar, margaritas pero a mi no me dieron ninguna. 
Hablaron de otros partidos y de las cosas que van hacer si ganan, repartieron esperanzas y sueldos de sueño, a 600 euros el primer año, a 800 el segundo a 900 el tercero. Dijeron lo que era la soberanía y lo que nos habían recortado los neoliberales. 

A Mercedes Barranco la ví tierna, como recién hecha, como si hubiera aprendido a decir mítines y esperaba el aplauso. Y regalaron margaritas de varios colores pero a mi no me dieron ninguna. 
Y estaba allí Rafi y no tuvo gana de enarbolar sus banderas y no estaba alegre, parecía triste, tenía que haber hablado ella también. 
Ellos que son de Izquierda Unida y de Podemos y que ahora se llaman Unidos Podemos, dicen las encuestas que van a ser los segundos y les faltará un puesto para ser los primeros. ¿Y repartirán la riqueza? o solo sonreirán y con la sonrisa tendremos bastante. 

Yo que escuché a Gabino Puche del PP de Jaén el otro día y dijo que su partido es el mejor y que va a dar trabajo a 20 millones de españoles, no me lo creí, porque el PP ha gobernado varias veces España y no ha terminado con el paro, ni con la corrupción, ni con nada. 
Estos de Unidos Podemos, al menos, quieren que tengamos una sonrisa en la cara y que vayámos sonriendo cuando salimos a la calle. Pero siguen creyendo en la Política Agraria Común y dicen que la harán de otra manera, yo digo que no debería hacer falta subvenciones porque siempre se las llevan los que más tienen.
Esperaba que me regalaran un flor margarita pero no hubo para mí, no hubo para todos, espero que en la próxima reunión me obsequien una margarita.

sábado, 18 de junio de 2016

EL HOMBRE QUE VIENE RECOGIÓ EL PREMIO ARCIPRESTE

El hombre poeta, el hombre argentino, el hombre menudo y grande a la vez llegó en la tarde-noche del pasado viernes, se llama Luis Ángel Gonzo, y ha sido el ganador del premio de Poesía ‘Arcipreste de Hita’ 2015, con su obra ‘El hombre que viene’.
Este hombre ligero llegó con su mujer y sus padres a Alcalá la Real y a las 21:00 horas estaban presentes en el renovado convento de las monjas Trinitarias, donde el concejal de Cultura del Ayuntamiento alcalaíno le dio la bienvenida y le dijo que llevara el nombre del municipio por todo el mundo.
Manifestó a Ideal que su obra ‘El hombre que viene’ es  «una serie de poemas que explora las formas y expresiones de quien titula el libro: un sujeto -un Uno- anclado en un presente que es anuncio permanente. Los poemas declinan ese corpus -fisiológico, lingüístico, expresivo- de poses, posiciones, convenciones, frases hechas, tautologías, alusiones, silencios, creencias, suposiciones que uno realiza cuando habla. Uno dice que tiene tiempo, que pierde tiempo, que las cosas son así, que esto es una pipa...Y en el medio de esos simulacros comunicativos, de esa equívoca libertad y su pragmatismo productivo, El hombre que viene busca su ritmo».
El galardón está convocado por el Ayuntamiento de Alcalá la Real, a través del Área de Cultura y Patrimonio, financia la Fundación Caja Rural de Jaén, y edita la editorial Pre-textos.
El jurado estuvo compuesto por los poetas Tomás Hernández y Vicente Gallego, y el editor Manuel Ramírez, de la editorial Pre-textos. Quedaron finalistas los trabajos ‘Palabra y visión’, ‘Desde el punto inmóvil’ y ‘El hogar compartido’.
Al premio se presentaron medio centenar de trabajos, procedentes de Vigo, Barcelona, Tenerife, Madrid, Málaga, Granada, Salamanca, Segovia, Cádiz, Sevilla, Bilbao, Francia, Murcia, Vizcaya, Gijón, Coruña, Ceuta o Valencia.
 Luis Ángel Gonzo nació en Necochea, provincia de Buenos Aires, en 1987. Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y realizó una Maestría en Estudios Literarios Latinoamericanos en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Trabaja como docente de nivel primario, secundario y universitario y participa periódicamente de publicaciones sobre literatura y cine. Ha publicado el libro de relatos Vademécum (Premio Granajoven 2016) y cuentos en antologías por su participación en el Concurso Binacional Árbol de cuento 2014 (Argentina-Bolivia), en el Concurso literario Humberto Rivas 2013 (Universidad Nacional de General Sarmiento) y en el Concurso de Relatos Breves Osvaldo Soriano 2013 (Universidad Nacional de La Plata).
Luis Ángel Gonzo se presentó a recoger su premio, no dijo mucho sobre su libro, solo recomendó que lo leyeran y el hombre que viene se marchó a Granada.

viernes, 17 de junio de 2016

SER DE FRAILES. CAPITULO VEINTE Y VEINTIUNO




El tiempo fue pasando para todos y cada vez las visitas se hicieron más largas para vernos, pero cuando alguna vez volvía, seguíamos hablando. En las últimas ocasiones la salud ya salió a relucir, la pérdida de memoria, los huesos, las copas que ya no tomábamos, en fin, como siempre, como todos, la vida es inexorable y detrás de un día llega otro. Pero su figura sigue siempre en mi mente, con sus gafas, sus polos de verano, sus sandalias, sus libros, su hablar pausado, aquellos días de fiesta cuando íbamos a Alcalá la Real hasta la madrugada y -a otra mañana- cuando llegábamos a Frailes, veíamos cómo ya iban los hombres del campo a trabajar. Con Abelardo siento algo como si me hubiese dado el gusto y la búsqueda de lo prohibido, el encuentro con otra forma de pensar, como si me hubiera abierto algún camino nuevo, una forma de ver la vida, basada en el razonamiento. Algo que aún nos estaba prohibido y que, leyendo aquellos libros que tampoco eran cosa de otro mundo, te hacía soñar con una sociedad diferente como, por ejemplo, el reparto de la riqueza.
Pero en aquella juventud aquellos sueños pronto se desvanecían, seguíamos en una sociedad dictatorial y había que arriesgar la vida por conseguir derechos habituales, básicos de andar por casa. Todo era clandestino, prohibido, menos ir a misa o ir a bailar, ver el fútbol o cantar. Y dentro de aquél mundo, aunque no era asfixiante, Abelardo era un oasis que te permitía poder hablar con él de todo. Fue sindicalista, viajó a Cuba, se casó y se divorció, perteneció a algún partido político, clandestino y de izquierdas, igual que trabajó en empresas de alto fuste porque hasta tuvo secretarias. Venía a Frailes con un BMW, o se calzaba unas zapatillas o un pantalón corto. Finalmente, casi no nos vemos. Sólo nos enviamos algún correo electrónico o nos felicitamos por Navidad, como casi todo el mundo. Pero aún recuerdo su chalet de la calle Mecedero, 2, los baños en su piscina, el café que nos traía su madre, aquella mala noticia de cuando la policía franquista lo metió en la cárcel, las visitas a Mures a ver a sus tíos, los bailes hasta el amanecer, los paseos y los días, aquellos días jóvenes, con entusiasmo, aventureros, sin pensar, sin ser conscientes de lo jóvenes que éramos, buscando la ‘felicidad’, buscando la vida, buscando el amor, buscando trabajo, conociendo, experimentando la amistad. Ahora, que no nos vemos, repaso nuestras vidas y mi mente va en busca de ellas. Un día mi madre le cosió un pantalón, ya ves, mi madre que no sabía casi coser, incluso no le gustaba pero lo vio como desprotegido. Cuando vino su hermana Sofía de Venezuela, tan guapa que todos nos enamoramos de ella, parecía una princesa, despertaba admiración por donde iba. Todos le pedíamos que bailara, suspirábamos por estar con ella. Era como una estrella joven que había venido de allende los mares. Una vez pude bailar con ella y no pude salir de mi asombro.
Su hermana Toñi, que vivía en Frailes con su tía Encarnilla, la veía en el salón de Manolín, con aquel vestido blanco. Pasaba por la puerta de mi casa, a misa, a pasear a los Baños, a estudiar a Granada … y se fue a Valencia y a las Canarias; allí trabajó en Telefónica y ahora vuelve a Frailes a ver a su madre. Ha rehabilitado la casa de sus tíos en la calle Tejar, aquella casa que tenía un huerto y un estanque. Su tía Encarnilla era devota de San Antonio e iba a la ermita de la calle Rosario y le colocaba cerezas de su huerto, y muchas mujeres le hacían promesas  para que les saliera un buen novio.
VEINTIUNO
En octubre de 1961 me fui a estudiar el Bachillerato al COPEM  de Alcalá. El viaje y el accidente  para hacer el examen de Ingreso en Jaén, me trajo buenas consecuencias como el que, sin tener que examinarme, el gobierno de Franco me diera una beca y la oportunidad de poder estudiar en un centro oficial de Enseñanza Media. Fue como un regalo inesperado, algo que me convirtió en un elegido del destino, yo, el hijo de la Betuna, podía estudiar como los ricos, codearme con ellos y aprender y formarme. Conmigo vino Antonio García Barrero, el hijo del Parde, los dos únicos que pudimos conseguir una beca en aquellos años. Un día, cuando mi padre me trajo los libros de primero de Bachillerato y los colocó en una silla de mi casa de la calle Horno, los fui repasando. Eran textos de Religión, de Geografía, de Matemáticas, de Dibujo, de Formación del Espíritu Nacional y de Lengua. Los fui mirando -uno por uno- aquellos libros que me había traído mi padre de una librería alcalaína, y experimenté una sensación de bienestar y futuro en aquellas cuatro paredes de mi casa.

Mientras, mi padre me aconsejaba que mirara por ellos. ¡Cómo no iba a mirar por aquellos libros! Los olí y los acuné como algo sagrado, como algo importante, lo más importante que me había ocurrido hasta el momento y, casi con reverencia, los coloqué en una repisa pequeña que había, hasta que empezaran las clases un día de octubre en Alcalá. Y los forré para que no se mancharan y leía alguna de sus hojas y eran diferentes a todos los libros que había tenido hasta el momento. Estoy hablando de las cartillas, del ‘Hemos visto al Señor’, de ‘Lecturas de Oro’ y de las enciclopedias que compendiaban todo tipo de asignaturas. Ahora tenía un libro por cada asignatura para leerlo, para estudiarlo, para aprender nuevas cosas, nuevos conocimientos, nuevos caminos que se me abrían. Poder ir a Alcalá, vivir allí, pasear por sus calles, yo que sólo la había visitado en contadas ocasiones …
Quizás me había llevado mi madre antes de los diez años sólo a ver la Virgen de las Mercedes, comprarme un polo en la heladería Ferreira y pasear por aquel paseo con árboles grandes y sombras. Ver la fuente aquella que tenía objetos labrados, el hombre que dirigía el tráfico, con un gorro como una escupidera de lata en lo alto de su cabeza, y que daba pitadas y levantaba sus manos con ligereza y soltura fueron escenas novedosas para mí. 

El Llanillo en todo su esplendor, con aquellos balcones y miradores, farmacias, el Casino y aquella fuente-taza que manaba chorros de agua sin parar. Iba a ir a Alcalá  a estudiar, como mis amigos que iban a Granada, ya al Ave María, ya a los Escolapios. Era como un sueño. Yo había ido una vez a Alcalá a un concurso de Catecismo Nacional que tuvo lugar en las Escuelas de Palacio. Quedé el segundo y me acordaba de lo que aprendí, por ejemplo, que era cristiano por la gracia de Dios, que ser cristiano quería decir ser discípulo de Cristo, que nos hacemos cristianos por el santo Bautismo y que hay que creer en su doctrina. Me enseñaron también que nos llamamos católicos porque somos hijos de la Iglesia Católica. Y así durante más de 20 lecciones que aprendí de memoria, repitiendo y leyendo una y otra vez.
Ya he dicho que había ido a Alcalá antes de mis nueve años para ver a la Virgen de las Mercedes en su iglesia de Consolación. Mi madre me hablaba de ella y de los milagros que había hecho. Eso yo ya  lo sabía, y también sabía que el 15 de agosto era el día más grande para los alcalaínos y para los fraileros que, desde por la mañana, se subían a las alsinas de Contreras para pasar el día en Alcalá. Un autobús tras otro salía hacía la ciudad de la Mota, repleto de fraileros y de cortijeros que volvían de madrugada, después de tomarse un helado o un bocadillo de atún; y después de ver el cine o de asistir a la procesión.
Era un día redondo, caminando en el Paseo de los Álamos o llevando una vela. Un día de fiesta para disfrutar de los cohetes que subían al viento. Muchas veces disfruté del día de la Virgen, en mi infancia y juventud, desde pequeño, cuando me llevaba mi madre y me presentó en Consolación, en aquella alsina de Contreras, atestada de gente, por aquella carretera polvorienta que pasaba por el Nogueral, la Ribera Alta, el Salograr, la Casilla del Barro,  Santa Ana, Fuente del Rey y Alcalá.
Y me fui a vivir a Alcalá, con apenas diez años, solo. Mi madre me había encontrado un lugar para hospedarme, y no podía ser otro que en casa de Pepe Alameda, el Cantarero, y su esposa Ramona. Pepe era un hombre alegre, campechano, trabajador, agradable y Ramona era obesa y buena. Tenían dos hijos, Pepe y Paco, un poco menores que yo. La cantarería la tenían en la carretera de Granada, allí iba al mediodía a comer, pero para dormir en su domicilio, con un matrimonio mayor en la calle Fuente Nueva, la vía que comienza en el Pilar de los Álamos y sube desde el Llanillo hacía los Tajos. Llegaba los lunes por la mañana a Alcalá en la alsina y volvía los sábados por la noche. En aquellos años el viaje de Frailes a Alcalá se hacía por la mañana a las siete y media, el de Alcalá a Frailes salía a las dos de la tarde y se volvía a ir a las tres de la tarde y volvía sobre las diez de la noche. Me instalé allí, sin conocer a nadie, por eso todo era nuevo, extraño, pues tan sólo conocía a Antonio García Barrero, también frailero, que había conseguido otra beca. Él se fue a vivir con una familia pariente de sus padre, en lo alto de la calle Abad Palomino. El Centro de Segunda Enseñanza estaba situado en el Llanillo, en el llamado Palacio Abacial, pero los primeros cursos tenían la entrada por las escuelas de Palacio, las que ahora se llaman Martínez Montañés.
Había un portón de hierro, un par de espacios con escaleras y un patio de tierra no muy grande. A través de un pasillo que parecía un puente se entraba a las clases; por el Llanillo entraban los profesores y las niñas, así como los estudiantes de cursos superiores. No era un instituto propiamente dicho, le llamaban COPEM, que significaba Centro Oficial de Patronato de Enseñanza Media Nuestra Señora de las Mercedes. En el BOE de 18 de enero de 1961 se recoge su creación y añadía que “el mismo se ajustará a las normas estatuarias concertadas entre el Ministerio de Educación Nacional y el Ayuntamiento de Alcalá la Real. El Centro constará de una sección masculina y otra femenina independiente entre sí”.
Bueno, pues allí estaba yo, con muchos alumnos alcalaínos y de las aldeas, otros de Castillo de Locubín y de algún otro pueblo de los alrededores. En el segundo piso del Palacio Abacial estaban situadas las aulas de primero a cuarto de Bachillerato para los niños, y en el piso primero, donde ahora se encuentra el Museo, estaban las niñas y los cursos superiores de quinto, sexto y preuniversitario, que después se hicieron mixtas. Es decir, que los niños y las niñas estábamos separados inevitablemente y para poder verlas, nos teníamos que desgañitar y asomar la cabeza por unas barandillas de hierro y nos hacíamos señales de complicidad. Allí, me encontré con alumnos de mi edad y otros mayores. Pero en el primer curso recuerdo a Francisco Ribaya Juan, a Paco Dabán y su hermano Antonio, Antonio Aguilar, Cayetano y Antonio Montañés, Jesús Gavira, Antonio Almazán, uno que se llamaba Custodio -de Mures- que después fue inspector de Policía, Antonio Barquero Mesa, Luis el Manquillo que venía de la aldea de Charilla, mi paisano Antonio García Barrero. Había muchos más que ahora no recuerdo, pues en total sumábamos unos veintitantos alumnos. Paco Juan Ribaya era de los más listos, su tía Carmen Juan Lovera era profesora en aquél centro. Era primo hermano de Paco y Antonio Daban. Antonio Aguilar era larguirucho y su padre representaba productos como vinos de Montilla y tenía una pequeña gasolinera en la calle Álamos, frente al hotel los Tres Amigos. Cayetano y Antonio Montañés eran hijos de un comerciante que tenía una tienda en la plaza del Ayuntamiento. Vendía embutidos, galletas y muchos productos de ultramarinos. Jesús Gavira era de los más traviesos, su padre regentaba una sombrerería en el Llanillo, con un escaparate donde se exhibían los sombreros. Antonio Almazán era de los más elegantes, su padre tenía una compañía de seguros y él trabajó en un banco. Después, con el pasar de los años, lo he visto por Alcalá y hemos charlado de aquellos tiempos. Luis el Manquillo era uno de los que más mérito tenía, ya que venía todos los días andando de su pequeña aldea en Charilla. Tenía una mano con unos pequeños dedos; después le colocaron una de plástico, trabajó en el instituto nuevo Alfonso XI de bedel. Yo veía extraño que un alumno en el COPEM se convirtiera en trabajador. Años después, lo veía en los pasillos del Alfonso XI, a la entrada, velando por el orden y el control y llevando cartas al correo. Se compró un piso en la Avenida de Europa y un apartamento en la playa y fue uno de los primeros concejales del PSOE  en el Ayuntamiento alcalaíno.
Antonio Barquero Mesa era otro de mis compañeros. Su padre había sido representante del almacén de bebidas con los Garnicas, pero murió en un accidente de moto y dejó viuda y tres huérfanos. Teresa y Federico eran sus otros hermanos. Con esta familia tuve un contacto especial porque en s2º de Bachillerato fui con ellos a vivir a su casa de la calle Alférez Utrilla, unas viviendas que se hicieron y que aún existen hoy, paralelas a la Avenida de Andalucía por la parte de atrás. Había otro alumno de la aldea de Santa Ana, Antonio Moyano, que era de los más altos. Estudio Magisterio y pronto encontró trabajo, más tarde lo vi como profesor en el instituto Antonio de Mendoza.. Antonio García Barrero era mi paisano y nos hicimos amigos. Su padre el Parde vivió en la calle San José y después en la calle Huertos, en la casa que fue de Bolilla el herrero. Nos llevábamos bien y competíamos por llevar las mejores notas, a él se le daban mejor las asignaturas de Ciencias y a mí de Letras. Pronto se hizo maestro y tuvo destinos como el municipio de la Fuensanta y el propio Jaén. Se casó, se jubiló y el 25 de junio de 2014 y por el Facebook me enteré de que había muerto, después de sufrir una grave enfermedad. Barrero como le decíamos en el instituto fue un hombre responsable, estudió mucho y se esforzó para sacar sus estudios adelante. Jugábamos al fútbol juntos, él actuaba de defensa lateral, era duro y se calzaba unas buenas botas que se hicieron famosas en aquellos campos de fútbol como el de las Escuelas de la Sagrada Familia, donde jugaba el equipo del Alcalá Club de Fútbol y en el del Coto.
También recorríamos las calles de  Alcalá y nos juntábamos en el Paseo, en donde peleábamos con los hermanos Corrales hasta que volvíamos a Frailes en la alsina de Contreras. Teníamos una especie de competición soterrada para ver quién obtenía mejores notas. Él iba mucho con su padre,que era tratante de ganado. Recuerdo cuando iba a buscarlo a aquella casa de la calle San José, en la misma esquina. Su madre era una mujer muy amable y atenta. Allí vivían otras familias como la hermana de Antonio Mingorance, casada con un hermano de Lopecillos, y un hombre que se llamaba Salvador Mudarra . También vivía allí la familia Alameda, en la esquina de la calle Cruz. Esta familia trabajaba en la fragua como Bolilla y hacían herramientas de hierro: almocafres, azadas, bielgos, rejas de arado … Soldaban aquellos materiales tan duros, con un soplete que despedía una llama intensa de calor y una barra de estaño.
Periquillo Alameda se colocaba unas gafas oscuras y unía el estaño con la herramienta quebrada. Los hijos de la Mariquilla vivían cerca, uno -el Rubio- al final de la calle Huertos. También vivía allí mi hermana Emilia. Ella Montó una pequeña tienda y una tabernilla, en dos o tres habitaciones seguidas que había hasta lindar con el río Chorrillo. Le fue bien y tenía mucha clientela, pues vendía comestibles y bebidas y tenia tapas, freía pajarillos y hongos que buscaban en los álamos del río. Tenía éxito.
Frente a ella vivía la Conse, una mujer viuda que tenía un hijo  que después marchó a la Rioja. Algunos componentes de la familia Alameda marcharon a Barcelona, como Adriano, que tuvo un estanco. Volvió después a Frailes, un verano, y se compró una casa en la calle Deán Mudarra y un Mercedes Benz. Era habitual verlo subir a la cueva fumando puros para jugarse una partida de cartas. Volvía un verano tras a otro, como muchos fraileros  que pasaban aquí el verano.
Y allí estaba yo en la ciudad de la Mota con apenas diez años, solo con aquella familia que vendía cántaros y macetas y con Ramona que hacía unas patatas fritas con huevos muy ricas. Pero la nostalgia de Frailes me jugaba malas pasadas. Un día no pude resistir más y me volví a Frailes andando: dos horas caminando por la carretera de Alcalá a Frailes, por Santa Ana, pasando por el Molino León y toda la cuesta hasta divisar Frailes. Mis padres pusieron el grito en el cielo y a otra mañana me montaron en el carromoto de mi hermano Antonio que me dejó de nuevo en Alcalá. La vida en Alcalá para mí me daba una serie de inconvenientes y también muchas alegrías. Hubo gente que se burló de mí aspecto, como Antoñito Gutiérrez. Su padre tenía una tienda de ultramarinos en la plaza del Ayuntamiento, y me decía que mis pantalones servían para pescar porque no eran ni cortos ni largos; todo eso me causaba algún problema, aunque salvable.
Allí, en aquellos patios y aquellos pasillos del Palacio Abacial, pasaba parte de las mañanas y las tardes. Recibiendo una clase tras otra. Don Pedro Ríos nos daba  Dibujo, primero artístico y luego lineal. No tenía idea de aquello, me salían unos garabatos indescifrables y a veces me cogía de las patillas y me decía que mis dibujos eran una mamarrachada. Para aprobar el dibujo, como aquel hombre nos decía la lámina del examen, me las arreglaba para tener una buena lámina dibujada y con la ayuda de Ramona me libraba del suspenso. A mí me gustaban las asignaturas de Lengua o la Geografía. La primera la impartía doña Lourdes. Eran dos hermanas a las que les llamaban ‘Las lindas’. Vivían en las calle de Las Monjas, en una gran casa, en cuyo local de abajo había una tienda de tejidos que posteriormente llamaron ‘Los Capri’. Su fachada daba al Llanillo.
Doña Lourdes era estricta y bastante seria, casi nunca sonreía, aunque enseñaba bien y un día me alabó una redacción que nos encargó sobre los efectos de una tormenta. Desde entonces empezó a gustarme escribir y, por ello, mi madre me encargaba escribir las cartas a mi hermana Maripi, que estaba en Francia. Comencé a saber lo que eran los nombres, los adjetivos, los verbos, los significados de las palabras … Tenía un diccionario para buscarlas y eso fue para mí todo un acontecimiento, porque allí venían todas las palabras. Me gustaba cuidar la ortografía y procuraba no tener faltas.
La Geografía la impartía doña Carmina, según decían del Castillo de Locubín y casada con un hombre rico, porque vivía en una casa grande a la que llamaban Villa Elena. Ahora la veo muchos días por las calles, acudiendo a algún acto cultural. Su perfume se me quedó fijado cuando pasaba por el pasillo y se dirigía a dar sus clases al último piso del Palacio Abacial. Ahora camina por estas calles alcalaínas y el tiempo ha pasado por ella, como por todos nosotros. Aún la sigo mirando y la recuerdo, dándome aquellas clases de Griego, con Pascual Baca que había dejado el seminario y se incorporó a las clases del COPEM, llegando a ser director del IES Alfonso XI y concejal socialista. Doña Carmina nos colocaba en fila para hacernos preguntas de Geografía y según tu puesto, así sabías más o menos. Era una enseñanza muy competitiva, marcada por los números uno, una enseñanza memorizada y repetitiva, pero me sentía bien, veía que aprendía cosas. Nos sabíamos los ríos, las mesetas, las regiones, las capitales de España, la Geografía del General Franco, con 53 provincias, con las Vascongadas y con Cataluña al norte y los montes Pirineos que nos separaban de Francia.
Don Juan Borrego nos daba las Matemáticas. Le tenía miedo, más aún, pavor. Era un hombre alto y fumador, vestido siempre de traje, y decían que había llegado de un pueblo cordobés llamado Rute. Era una institución para todos nosotros, pero sus clases eran temibles para todos, para los que sabían Matemáticas y mucho más para los que como yo nunca me entraron. Fueron mi gran caballo de batalla hasta que las perdí de vista. Él entraba por la puerta y comenzaba a explicar en una gran pizarra que llenaba de números, cifras, fórmulas… No se oía ni una mosca ni se movía una ceja. Todo era atención, silencio; sólo se oían los trazos que se sucedían en la pizarra con aquellas tizas que se acababan una tras otra, mientras el polvillo se iba posando en el estrado y en aquél traje inmaculado de don Juan Borrego. Y lo bueno venía después, cuando sacaba a alguno de nosotros a la pizarra, toda una situación de gran expectación. Nos quedábamos mirando sus labios y cuando decía ‘Antonio García Barrero’, mi paisano salía a la pizarra y tomaba entre sus dedos la tiza. Parecía que temblaba … hasta que se recomponía, y así iba respondiendo. Los demás podíamos descansar y mantener en vilo la respiración. Si el alumno iba contestando bien, no pasaba nada, pero si fallaba en algo, podía llegarle una gran torta y a veces el desprecio. Por eso, el miedo se palpaba en el ambiente y eso hacía que fuera muy difícil contestar a todo bien. Cuando alguien fallaba, lo sentaba en su sitio y sacaba a un nuevo alumno. Mientras tanto aquellos segundos de elección eran interminables. A los becarios nos tenía a raya y nos decía que teníamos que dar ejemplo, porque para eso teníamos una ayuda estatal. Mantener una nota de notable en cada curso era necesario.
 Don Juan Borrego se fue convirtiendo en una pieza esencial en aquel centro de enseñanza y le dio un gran prestigio al mismo. Se casó con una hermana de las profesoras -doña Lourdes y doña Carmen- y vivía con ellas en una casa grande de la calle Las Monjas. Lo veía con don Pedro Ríos cuando iban a tomar café a la pastelería ‘La Terraza’, regentada por un señor que se llamaba Calixto Nieto. Casi nunca crucé una palabra con él, tan sólo un día que estaba comprando unos caramelos en este establecimiento, pero se interesó por mí y me dijo: ‘Campos, qué haces aquí’. Yo no sabía que contestarle. Después lo he ido viendo por Alcalá, conduciendo un auto Mercedes o paseando por el Llanillo. Una vez me atreví a presentarme y me recordó y hablé con él un rato, pero para mí se quedará en aquel recuerdo del Palacio Abacial, cuando subía las escaleras hasta donde nos encontrábamos los primeros cursos, con aquel aire serio, solemne, como alguien intocable e intachable… Como aquel profesor que me suspendió la asignatura de Matemáticas en el curso cuarto de Bachillerato y me impidió presentarme a la Reválida. Eso marcó en mi vida un antes y un después, y me vi derrotado y marginado. Casi como un proscrito andaba en aquellos días, como si él me hubiera  apartado de la clase estudiantil y me hubiera condenado para siempre a no tener una formación para poder triunfar en mi vida académica.
Mi madre, ni corta ni perezosa, fue hablar con él. Le llevó una “manta”, una especie de dulce que se hacía en Frailes. Se la llevó el mismo día de San Juan, pero ya no pude aprobar las Matemáticas hasta septiembre, junto con la Física y Química que también había suspendido. Por eso, el fantasma de don Juan Borrego y las Matemáticas me han seguido para siempre y -en mis malos sueños-, los dos, don Juan Borrego y las Matemáticas han estado presentes, como un mal sueño del que despertaba sudando. Estos sueños los he seguido teniendo hasta época muy reciente. En ellos yo luchaba contra don Juan Borrego y resolvía o fallaba ecuaciones o fórmulas matemáticas pero siempre salía perdiendo, sin una salida, como una pesadilla que se ha ido repitiendo una y otra vez. Estaba deseando que todo acabara y volver a la realidad. Y me hubiera gustado hablar todo esto con don Juan Borrego y decirle todo lo que me había pasado, y sí me merecía aquel suspenso en Matemáticas, porque para mí no fue un simple suspenso, fue un ‘suspenso’ en mi vida, un golpe sin remedio. Perdí la beca de estudios y también la autoestima y todo cambió a peor, como si me hubiese convertido en un delincuente sin ningún derecho. Quizás fuera un castigo que no me merecía y por eso ahora, cuando ahora oigo al ministro Wert hablar de reválidas, mi cuerpo tiembla como en aquellos días cuando estudiaba cuarto curso de Bachillerato.
Pero la vida no se acabó y siguió adelante como siempre, implacable. Había otras asignaturas en primero de Bachillerato, como la Religión que la impartía un cura con sotana, del que ahora no recuerdo su nombre, aunque creo que se llamaba don Eduardo. Era un hombre exigente y le daba una gran importancia a sus enseñanzas, que eran densas y complicadas. Era una persona seria, pero a veces jugaba con todos nosotros al fútbol en el patio, se remangaba la sotana y trataba de driblarnos y escondía la pelota en aquel vestido negro con muchos botones. Las asignaturas se completaban con la Formación del Espíritu Nacional, una especie de formación política del franquismo, con leyendas como la del Cid. La finalidad era -sobre todo- que conociéramos que España era Una, Grande y Libre … y que guardaba los valores occidentales y eternos. La impartía un maestro que se llamaba don Francisco Santiago. pero nosotros lo apodamos ‘El Piripi’. Persona atildada y muy seria que casi siempre tenía un cigarrillo en la mano. Después lo he visto como director del colegio alcalaíno José Garnica y también porque se fue a vivir a los pisos de Villa Elena, en donde yo vivía. También era profesor un hijo del maestro Berbel, que después se hizo abogado, y presentó un libro sobre la Masonería en Alcalá. A mí no me gustó nada el libro, porque aportaba pocas luces de la misma. Para aprobar la Formación del Espíritu Nacional teníamos que pertenecer a la Falange, uno de los partidos políticos que sostenía el Régimen Franquista, pero en su rama infantil y juvenil: se llamaba OJE (Organización Juvenil Española). A mí me inscribió en Frailes Manolo el Sereno y me dieron un carnet con foto para presentarlo en donde hiciera falta. Esta organización estaba como oculta, aunque tenía una gran importancia e influencia. Ofrecía campamentos de verano para la formación de sus afiliados. Yo nunca fui a ninguno porque había que comprar una serie de ropa que era demasiado cara para mi familia. La OJE se fundó en 1960, estuvo encuadrada entonces en la Delegación Nacional de Juventud, absorbiendo la antigua organización obligatoria Frente de Juventudes y la voluntaria ‘Falanges Juveniles de Franco’ en una nueva organización de carácter voluntario, como parte del Movimiento Nacional franquista, que por esas fechas se encontraba en una fase aperturista, con lo que experimentó una evolución, en paralelo a la que experimentaba la dictadura en sus últimos años (Wikipedia).
Igualmente, teníamos Educación Física a la que nosotros llamábamos gimnasia. La impartía un maestro que también daba clases en la Escuela Nacional, don José, conocido como Pepe el Maestro. Fue la primera vez que me vestí con atuendos de deportista: un pantalón corto, una camiseta de tirantes y una botas de lona que le llamaban de baloncesto. Esta vestimenta la llevaban los que se la podían costear porque -la mayoría- hacíamos la gimnasia con la misma ropa de cada día y, a veces, hasta  sudábamos y todo. Entonces era lamentable nuestro aspecto, porque no había duchas para asearse. El Régimen Franquista explotaba lo de la Educación Física y todos los años terminábamos el curso haciendo una tabla de gimnasia en el Paseo de los Álamos, tratando de que la misma saliera a la perfección. Para ello ensayábamos durante varios meses, pero a veces aquello salía mal y era una vergüenza.
El tiempo transcurría diariamente en las clases del Palacio Abacial, salíamos al recreo sobre las once y media, en aquel patio tan pequeño que, además, compartíamos con los alumnos de la escuelas de Palacio. Nos mezclábamos con ellos y el patio se convertía en una inmensa polvareda cuando jugábamos al fútbol. Muchas veces el balón iba a parar al jardín de las monjas, que tenían el convento al lado, o incluso a la cárcel, pegando también al mismo edificio. Me parecía raro que hubiera una cárcel en el mismo edificio del instituto, pero así era y nosotros, los alumnos curiosos, que casi todo lo escudriñábamos, hablábamos con algunos presos y nos contaban sus vidas. Me parecía triste ver allí a una persona sin poder salir de aquél agujero, encerrados en aquellas paredes estrechas y largas, dando voces a veces y pidiendo algo de comida.
A mí me gustaba salir en el recreo al Paseo de los Álamos, me iba con los más mayores para ver a las niñas que también se paseaban a la misma hora. Dábamos vueltas arriba y abajo, nos mirábamos unos a otros y nos íbamos conociendo, pero siempre guardando las distancias. Cuando tenía alguna hora libre, me gustaba ir a la Biblioteca Municipal, situada en el propio Ayuntamiento, donde está ahora el Registro de Entrada. Allí reinaba doña Carmen Juan, que era historiadora y también daba clases en el COPEM. Estaba sentada en una mesa grande, como una mesacamilla, y junto a ella se sentaban amigos suyos. Recuerdo que a veces se oía una música bajita, como de ópera: ‘María, mi vida se llama María, la palabra más hermosa que hay, María, María, María”. Así sonaba esta canción que quedó conservada en mi mente para siempre y que aún canto cuando voy alguna tarde a andar.
Ellos hablaban de cosas importantes, eran los intelectuales del momento. Doña Carmen llevaba sus labios pintados y usaba un perfume que la definía. Vestía bien y siempre estaba enfrascada en sus quehaceres, leyendo o haciendo anotaciones. Yo iba buscando las Aventuras de Tintín, formadas por varios libros grandes, cuadrados, con pastas de bonitos colores. Allí -en aquella biblioteca- nos quedábamos algunos de mis compañeros, combatiendo las horas muertas, estudiando o resolviendo algún ejercicio. Y siempre estaba allí doña Carmen Juan, presidiendo aquella catedral de la cultura alcalaína; aquel lugar caliente, mágico, con libros; aquel sitio que siempre he recordado.
Y -ahora- cuando voy a cubrir algún pleno municipal de esta democracia, entro por esas puertas de cristales que se abren y cierran automáticamente y al fondo veo a doña Carmen Juan, con su bolso en la mesa, con sus amigos debatiendo de cosas importantes, investigando la historia alcalaína … y yo pidiéndole un libro de Tintín y su perro Milú. Y siempre aquel perfume que usaba aún lo huelo y me transporta a aquellos años alcalaínos con grandes esperanzas.
Doña Carmen Juan Lovera me enseñó, después, Historia en aquellas tardes, con aquellos alumnos, metidos allí, en aquella aula que daba a los aseos, en donde un día uno de  ellos tiró por la ventana una escoba con la que se limpiaban los wáteres. Aquella travesura nos costó estar encerrados varias horas. Éramos unos cuantos: Morcilla, un compañero de Castillo de Locubín; Daniel, que se hizo médico y años después me lo encontré en el consultorio alcalaíno;  Paco Juan Contreras, al que apodaban ‘El Liebre’ y con el que -después- me hice amigo en la Facultad de Filosofía y Letras de Granada. Y mi paisano Rafalillo ‘El de la Coral’, una persona genial y con un sentido del humor sin límites. Compraba un kilo de boquerones liados en un papel de estraza y nos invitaba a comerlos en un banco  del Paseo de los Álamos. Nos hartábamos de pescado crudo y vino y llevábamos aquél olor a las clases de la tarde. Una vez, Rafalillo se apostó, en pleno día de la Virgen de las Mercedes, una cantidad de dinero de unos diez duros, con otros fraileros, para ver si era capaz de dar una vuelta completa a la fuente taza del Paseo de los Álamos. Rafalillo vestía un traje, se despojó de los zapatos y de los calcetines, se remangó los pantalones, se introdujo en la fuente, encendió un cigarro y comenzó a darse la vuelta en la fuente, mientras un gran cerco de gente lo miraba. Por ello, se embolsó los diez duros que era un capital en aquellos tiempos. Luego se vistió y se fue a divertirse, mientras se reía. Rafalillo creo que no terminó el Bachiller, pero después se fue a un pueblo de Sevilla, El Arahal,  y sacó las oposiciones de cartero. Muchos años después lo volví a ver en Frailes, con un hermano suyo que se llama Antonio, y a veces asoma por aquí para visitarnos y divertirse en la Jornada del Vino o en la Semana Santa. Aún me hace recordar a su padre que vendía pan, con un mulo que llevaba un serón a cuestas, lleno de panes grandes y hermosos y recorría las calles fraileras tocando una trompeta para que salieran los hombres y mujeres a comprarle el buen pan. Cuando acababa, volvía a su casa de lo alto de los Picachos y visitaba a mi madre y se contaban sus cosas, como personas emprendedoras de aquellos tiempos en los todos se buscaban su vida como podían, con dignidad y con mucho trabajo, para sacar a su familia adelante, como tantos y tantos fraileros que se dejaban cada día el sudor de sus frentes, trabajando sin horario y con muchas ganas de prosperar y  tener una vida mejor.
A pesar de que los niños y las niñas estábamos separados en aquel edificio monumental del Palacio Abacial, había cierta complicidad entre nosotros y, por eso, nos mirábamos cuando salíamos al recreo y nos hacíamos señales. Luego, ya en el Paseo de los Álamos, los más atrevidos incluso llegaban a pasear con ellas. Daban vueltas arriba y abajo sin cesar. Otros buscábamos los bocadillos más baratos y los encontrábamos en Casa Justo, en un callejón que daba al Paseo, donde había una pequeña tienda. Por un precio módico podíamos comernos un buen bocadillo de atún con musa, o salchichón o algún otro embutido.
En el COPEM me volví a encontrar con mi amigo frailero de toda la vida, Miguel Tello Vallecillos. Éste había pasado por el seminario pero, como su vocación no había dado más de sí, su padre lo llevó a estudiar a Alcalá. Allí estaba instalado en una pensión de la calle Fuente Nueva a cuya dueña le decían Isabelilla , que también regentaba una taberna y una casa de comidas en una esquina de entrada al Llanillo, frente a la pastelería la Terraza. Al ser Miguel Tello unos años mayor que yo, estudiaba un par de cursos superiores. Y allí estábamos los dos, después de nuestras peripecias por Frailes, en pleno Alcalá. Sus compañeros eran también mayores y a algunos los fui conociendo, como un tal Villén, Sánchez Alcaide y otro que se llamaba Morales.
Iban casi siempre juntos y yo les acompañaba a veces. Pero muchas otras me encontraba solo y paseaba por el Llanillo y me entretenía mirando los diversos escaparates y los negocios que había instalados allí, empezando por el de Isabelilla, adonde iban muchos cortijeros y personas de las aldeas quienes, antes de hacer sus encargos y mandados, dejaban allí sus talegas para después tomar un bocado al mediodía. Era una mujer boronda y amable que daba confianza, junto a ella había otra pequeña taberna, donde la gente iba a rellenar quinielas y jugar con la técnica del 1-X-2, a través de los partidos de la Liga de Futbol Española. La gente se estaba acostumbrando a este tipo de juego y cada semana echaba la quiniela porque se oía que algunos se hacían millonarios y les tocaba mucho dinero. Jesús Vico tenía allí una oficina y también vendió coches de la marca Citroen. Aún sigue esta familia haciéndolo.
En la esquina de la calle Veracruz había un banco que creo que se llamaba Banco Hispano Américano, pero nunca entré en aquel lugar. Un poco más arriba estaba el Casino, un lugar para los señoricos. Allí venía a jugarse los dineros el médico de Frailes, don Fermín Medina. Eran, según decían, los más ricos de Alcalá. Tenía el Casino unas mesas con tapetes verdes para jugar a las cartas y -en verano- me acuerdo de que sacaban sillas a la acera del Llanillo y allí se sentaban al sol o a la sombra, entreteniéndose con toda la gente que pasaba. El Llanillo era lo más vistoso de la Alcalá de aquellos tiempos. Puede decirse  que por allí pasaba toda la vida alcalaína. Y al final se encontraba la iglesia de Consolación, en donde “vivía” la Virgen de las Mercedes, la patrona de Alcalá, virgen visitada por todas las gentes de la comarca.
En la calle de Las Monjas descubrí el Hogar del Camarada, un bar muy espacioso con un jardín en donde se organizaban bailes durante el verano. Tenía una jaula grande con muchos pájaros que fueron testigos de mis bailes con alguna cortijera en los días más señalados. Pero generalmente lo único que hacía era mirar a los que bailaban, porque yo no me atrevía a decirle a las niñas que bailaran conmigo.
También conocí el teatro Martínez Montañés. Cuando iba al cine me iba siempre al “gallinero”, que era donde valía más barato y porque -además-  desde allí podía igual ver bastante bien las películas y soñar con aquellos artistas del celuloide. Debo decir que yo ya era un ‘experto’ en cine, pues había visto muchas películas en el Cinema España de Frailes.
En el primer curso de Bachillerato me fui bien, ya que aprobé la Religión, las Matemáticas y el Dibujo; saqué sobresaliente en Lengua Española, Geografía y Gimnasia y  notable en Formación del Espíritu Nacional. Me sentí bien e importante, pues me daba cuenta de que se iba cumpliendo mi sueño de poder estudiar y hacerme un hombre y labrarme un porvenir. En el verano, ya en  Frailes, iba por las calles enseñando mi libro de calificaciones a todo el mundo. Estaba orgulloso de mí.
En el segundo curso del Bachillerato ya era todo un veterano en el COPEM. Las asignaturas eran casi las mismas, aunque ahora se añadía el estudio de un idioma moderno -francés- que era impartido por doña Carmen Navarro, una mujer vestida de negro casi siempre, triste o seria, exigente y que nos fue enseñando la lengua de Baudelaire, Montaigne y Rimbaud. Era algo nuevo en nuestras vidas, aunque yo ya sabía algunas palabras porque me las había enseñado mi hermana Maripi, cuando venía a Frailes de vacaciones. Hubo una principal novedad y es que cambié de lugar y me fui a vivir con la familia Barquero.
Estudiar francés me dio una nueva visión y aprendí con ahínco mucho vocabulario. Me gustaba esperar los autobuses de los franceses que llegaban a la parada de San Antón y se ponían a hacerle fotos a la Mota o se sentaban en el bar Ferreira a tomar un café o un refresco. Nosotros nos acercábamos a aquellos turistas y tratábamos de entendernos con ellos. Je suis espagnol, je m’ appelle Jacques, y así uno tras otro, íbamos dando la ‘tabarra’ a aquellas personas que no nos entendían. A veces nos daban un caramelo o incluso una peseta o un duro para que no los molestáramos.
La familia Barquero me acogió bien. Me gustaba hablar con Teresa, la hija mayor , estudiante de cuarto de Bachillerato. En aquella casa de la calle Alférez Utrilla me instalé, compartiendo el mismo cuarto con Antonio Barquero. Mi madre había hecho un convenio con la dueña de la casa que consistía en que yo viviría allí durante el curso y -a cambio- le traería todos los lunes el avituallamiento de productos que vendíamos en la tienda de la calle Tejar. Así que cada lunes venía cargado de todo tipo de género comestible, desde patatas y huevos hasta garbanzos. En aquella casa había mayor ambiente de estudio y aprovechaba mejor el tiempo, pero también me divertía más. Antonio Barquero me dejaba su pequeña bicicleta para pasearme por el barrio y empecé a tomar confianza con toda la familia. Recuerdo a un niño pequeño que se llamaba Federico que, años después, cuando volví a Alcalá la Real en el año 1993, se había convertido  en el responsable de Diseño Gráfico del Ayuntamiento alcalaíno.
También venia por la casa un familiar un pintor que se llamaba Crispín y habitaba en la aldea de La Pedriza. Con el tiempo fue pintando cuadros y se hizo llamar Krispiniano e hizo varias exposiciones de pintura, no sólo en Alcalá sino en otros lugares. A veces jugaba con niños de las casas vecinas. Recuerdo a unos hermanos que le decían los Corrales con los que tuve alguna pelea, aunque la sangre no llegó al río y las relaciones fueron más o menos normales.
El segundo curso de Bachillerato fue bueno y sirvió para aclimatarme al medio alcalaíno. Ya no tenía ataques de nostalgia y no corría hacía Frailes. Volvía a mi pueblo los fines de semana en la Alsina, el  sábado a mediodía. Me iba con Miguel Tello. Nos juntábamos con las hijas de los maestros don Manuel y doña María, porque Teresa, la hija de ellos se había enamorado de Miguel. Yo vivía aquél idilio como si fuese mío, los acompañaba y veía como se tomaban de la mano, las cosas que se decían y el amor que se tenían. Eran felices y lo transmitían, bien cuando salíamos a la carretera a pasear junto con otros niños y amigas o cuando íbamos al cine.
A mi me gustaba una niña que se llamaba María a la que incluso le escribí alguna carta, pero nunca tuve una contestación, más bien fue un amor platónico. Fui al cine en pandilla con ella y de vez en cuando me atrevía a pedirle algún baile de los que se celebraban en el salón de Manolín. Hasta que un día me dijo que no quería saber nada de mí y que no le escribiera más cartas porque la metía en algún compromiso.