Esto de la cultura es un arma de doble filo. Mientras gran parte de la población alcalaína dice que hay pocas cosas que ver, la concejalía de Cultura se vanagloria de que todos los días hay algo. A la mayoría de las actividades que se ofrecen va poca gente. A veces proyectan una película en el teatro y hay cuatro gatos, otras veces van cuarenta. Pero siempre que hay algo interesante, acude gente. El problema es saber lo que es interesante. ¿Si acude mucha gente es interesante? La respuesta es todo un enigma.
La mayor parte de la gente se interesa por sus intereses. En los ayuntamientos hay colas para pasar la revista del desempleo mensual, también hay colas en los despachos de los asistentes sociales para solicitar pagas de la ley de Dependencia y hay colas para solicitar ayudas en las áreas de rehabilitación de vivienda. Esto es como decía un amigo, a lo barato todo el mundo acude. Cuando algunos huelen algo gratis, acuden como moscas al festín.
En fin, el martes en Alcalá hubo bastante gente en la presentación del libro ‘El Escudo Nazarí’, del autor Emilio Sánchez, un inspector de Policía alcalaíno que reside en Melilla, se llenó el Convento de Capuchinos como nunca se había llenado en la presentación de un libro. También, se llenó el teatro Martínez Montañés para ver un espectáculo de danza en el que se podía ver unas mujeres con unos cuerpos preciosos y un hombre elucubrando sobre la existencia y otras zarandajas, acompañados de un conjunto de música estridente y de vez en cuando asustaban a los espectadores con unas ráfagas potentes de luz. También salía una oveja teledirigida que yo no supe lo que quería decir. Pero claro, sobre gustos no hay nada escrito y a cada uno le gusta lo que le interesa. La oveja puede dar a entender que somos unos borregos y la gente va donde va la gente y si ahora digo que no me ha gustado el espectáculo de danza, alguno me dirá que soy un inexperto que no entiendo de arte o de lo que sea, y es verdad no entiendo de arte ni entiendo a los artistas. Igual me pasa con los vinos, me gustan aquellos que prueba y aprueba mi paladar. Sin meterme en olerlos, o hacer catas de esas que hacen los expertos. El vino lo pongo en mi boca, lo paladeo, pienso que me gusta y le digo al camarero que me llene y a otra cosa mariposa, aunque luego no me acuerde de la marca que es.
Bueno lo de la oveja, joder debería haberlo visto para tener una imagen clara de la metáfora o como lo llamen los intelectos.
ResponderEliminarsaludos.