Hoy estoy cansado, necesito unas vacaciones. La cabeza la tengo embotada y un dolorcillo me recorre las paredes de mi cabeza por atrás. He cogido la moto y me he dado un paseo, eso me relaja, me da el aire fresco en toda la cara y el vello de mis brazos se pone de punta. No paro de pensar en todas mis cosas. En mi hija que siempre la tengo en mi pensamiento, que quiero que sea una persona que se desarrolle por sí misma, que aprenda, que tenga experiencias, que se equivoque y que vuelva a aprender.
A veces, me encuentro con personajes alcalaínos, como Pepe, que mueve su cabeza rasurada y me aborda, me dice tu A mi manera está bien, pero tienes que interesarte por la Fuente de la Mora, por la cofradía y se va moviendo su cabeza a tomarse algo en el Cafetito o hacer una visita a la biblioteca y de paso dejar los periódicos. Siempre me incita a que escriba de cualquier tema. También me encuentro con Custodio, el que responde a todas mis noticias en el Ideal, parece un critico exigente que tiene siempre la verdad de su mano, pero también tendrá defectos como todos, no me importa que comente todas las noticias, pero debería hacerse un blogs y colocar todo lo que piensa en la red, eso quita mucha tensión y relaja el cuerpo.
Otras veces visito a Eduardo, que regenta una tienda de tejidos en el Llanillo, ahora siempre me comenta que hay mucha crisis, que no se vende mucho, que quizás cierre el negocio y emprenda otra vida. Pero sigue teniendo fe en sí mismo y piensa en proyectos para el futuro. Sobre todo es un latinlover que enamora hasta a sus clientas como un encantador de serpientes.
Ahora, por las mañanas lo que me gusta es ir a coger higos fresquitos, son un bocado exquisito, recién cogidos, se le desprende la piel y es como transportarse a los tiempos de la infancia, además tienen propiedades y son muy digestivos para un buen desayuno.
A veces, me quedo parado en el Pilar de los Álamos, mientras meto la mano en el agua y refresco mi cuerpo. Es todo un espectáculo ver pasar a la gente. Desde todos los inmigrantes que merodean por la tienda esa donde mandan el dinero, hasta la gran valla verde que no deja ver las obras del Paseo de los Álamos. Siempre hay algunos viejecillos en la fuente que comentan miles de cosas, se gastan bromas y cuando se hartan de estar sentados y mirar a todo el que pasa, se suelen retirar a alguna taberna y empinar el codo.
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