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miércoles, 30 de abril de 2014
MOMENTO
Ella estaba sentada en el salón, en un sofá rojo de Ikea, mientras su mano mantenía el smartphone entre sus cinco dedos. El aparato emitía una música que llegó a sus oídos y los mantuvo en vilo unos segundos.
Ella se levantó despacio y mantuvieron las miradas, sus ojos se reconocieron y sin saber cómo se fueron uniendo. La música era muy reconocible y por ello sus manos parecían que se juntaban y se unieron. El cantoneo de los cuerpos fue imprevisible e intemporal y sus labios se juntaron y sus pensamientos coincidieron. Era ‘la chica del ayer’ y los sonidos de las cuerdas de las guitarras unían el pasado con el presente y el futuro.
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