No sé si
fue por azar, casualidad o porque la Providencia quiso que este sábado
luciera el sol y un sol intenso durante
todo el día para celebrar el funeral homenaje en Frailes al escritor británico
Michael Jacobs. A las 12 de la mañana, la Casa de la Cultura de la villa de
Frailes abrió sus puertas para celebrar una reunión de la asociación Maelse, en
la que por unanimidad de sus componentes, se acordó seguir adelante para
continuar la labor que Michael Jacobs comenzó, por eso habrá una jornada literaria
anual y la creación de una beca para jóvenes escritores.
Después,
en los aledaños de la iglesia de Santa Lucia comenzó a llegar gente de muchos
lugares, personas llegadas de Valdepeñas de Jaén, de Alcalá la Real, de
Granada, Sevilla, Murcia, de la Alpujarra, de Londres, de Madrid y de muchos
sitios más.
Unos eran
laicos, otros religiosos pero casi todos se introdujeron en la iglesia para
celebrar la ceremonia religiosa, las cenizas de Michael Jacobs estaban
depositadas en un lugar proominente junto al altar mayor; al lado su esposa
Jackie Ra y muchos amigos más allegados y enfrente un coro de niños fraileros
que acompañaron el ritual de la misa de una forma especial, que con sus
canciones a ritmos variados hicieron temblar el corazón de los allí presentes.
Lagrimas se vieron caer por decenas de
ojos, pero fue una misa alegre, incluso divertida que con las palabras del
párroco y la predisposición de los presentes, se produjo algo jubiloso que se
manifestó en las conciencias y todos juntos se desearon paz, amor y
confraternidad.
Después,
terminada la misa, todos se dirigieron, de nuevo a la Casa de la Cultura, donde
se oyeron unas palabras de bienvenida a todos los que llegaron del alcalde José
Manuel Garrido. Poco después, hablaron de Michael Jacobs una serie de sus
amigos, como Chris Stewart, Juan Infante, Custodio de la asociación Los Pasos,
Alicia Ríos, Lola Priego, etc y cada uno
de ellos fue contando vivencias, lugares comunes, anécdotas, que hicieron que
la emoción siguiera palpándose en el clarooscuro de la Casa de la Cultura
frailera.
Abrazos,
palmadas, en fin amor, mucho amor se respiró en el homenaje a este hombre
humilde, bueno, culto, universal que con su estilo de vida ha hecho y seguirá
haciendo en el futuro, una amalgama
de unión entre muchas personas.
Gente humilde, gente de pueblo, gente de
ciudades, gente trabajadora, parada, pequeños, grandes, religiosos, no
creyentes, locos, cuerdos, gente de todas edades y condición fue capaz de unir
este hombre y los citó en Frailes, el sábado pasado y un sol radiante siguió
luciendo en el día que se celebró el funeral y la fiesta en su honor.
Y como no
podía ser de otra manera, el homenaje a Michael Jacobs se convirtió también en
una fiesta gastronómica, para empezar y como plato básico y de consistencia, se
preparó un cocido con buena ‘pringá’, pero las mesas dispuestas para el festin
se fueron llenando de viandas, patatas fritas, salchichón, vinos de todos
colores; otros traían empanadas, algunos tortillas de patatas, no faltó el
jamón, ni el queso, y vinos caros y baratos. Habían hecho también un rico
remojón de naranja, con pan de higo, con queso fresco, y cerveza fresca. Y la
plaza Miguel de Cervantes se siguió llenando de gente, mientras Michael Jacobs
volaba por aquellos aires y su gente, sus amigos, de aquí de allí, lo
recordaban y decían: seguramente ahora nos estará viendo.
Y la
música sonó y siguió sonando y había un
gran cartel, con una gran fotografía de Michael Jacobs, donde unos y otros se
fueron haciendo fotos para inmortalizarse y se guía bebiendo vino y cerveza y
se compartía la comida y el espiritu de Michael estaba allí presente,
aglutinando a personas muy distintas, de muchas partes de Europa.
Hubo también postres. dulces traídos de
Cazorla, leche vieja de Valdepeñas, pasteles, cosas dulces que los paladares
agradecían y la tarde se hizo presente, se seguia conversando en la plaza
Miguel de Cervantes, se seguia conversando con la esposa de Michael Jacobs y se
hablaba de que se seguirá homenajeando a este hombre, porque la Casa de la
Cultura de Frailes llevará su nombre, porque se le nombró Hijo Adoptivo, pero
sobre todo porque Michael Jacobs ha dejado una huella, una luz, una unión, una
emoción en el municipio que será indeleble y que seguirá intacta, porque su
casa en lo alto del Calvario sigue con el almendro en flor que cada primavera
renace como la obra de este autor que es leida por miles de personas en muchos
puntos del mundo.
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