Hoy me despertó el sonido del móvil, algo que a veces me da miedo porque con este nuevo aparato que me han regalado, parece como si tuviese medio mundo dentro del mismo, en un pequeño rectángulo se puede ver y oir un montón de cosas que si lo viera mi madre no se lo creería, tampoco se creyó que los américanos llegaran a la luna.
Fuí a la casa de Michael porque me dijeron que había llegado su mujer, Jackie, pero toqué en el portón y en el timbre y allí no respondió nadie, salió el can Chumberry, me ladró un par de veces y cuando se dio cuenta se acercó a mí para que lo acariciara y me fuí, porque estaba el cándado cerrado. Y miré mi antigua casa de la calle Cantillo, 7, de la que estaba orgulloso porque era vecino de Michael, sus nuevos dueños la han transformado, ahora está más bonita pero allí pasé ratos agradables, organicé alguna fiesta para amigos de Alcalá y Frailes y sobre todo me encantaba el cuarto de abajo porque era muy fresquito en verano y la chimenea que daba buen ambiente en invierno. El sábado festejaremos a Michael Jacobs como él solo se merece.
Allí estaremos festejando a Michael...
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