Este verano es caluroso como casi siempre. Si el pasado verano los toldos fueron la estrella de Alcalá. En éste lo más importante es la remodelada fuente del Paseo de los Álamos, con sus 88 caños y el fresquito que desprende, mientras la gente se pasea por las cortinas de agua que desprende; es una tentación pasar por allí y no adentrarse en los caños, me imagino a los etnosureños del año 2011, harán de la fuente su hábitat favorito.
Éste año la gata Asia no ha venido a veranear a Alcalá, se ha quedado en Priego de Córdoba y mata los ratos de ocio buscando amor por las noches, y volviendo a casa después de dos o tres días.
Los festivales de agosto se están haciendo cada vez más locales, los grupos alcalaínos se están imponiendo, eso es fruto de que Alcalá tiene artistas o de que no hay dinero para contratar a gente más famosa, claro que como dice el concejal de Cultura, que no hace falta gastarse miles de euros para contratar a Bisbal o a la Belén Esteban, porque eso es contracultura musical, que por cierto ha perdido la información que tenía en un pen drive, y parece un alma en pena, porque dice que le ha desaparecido mucha información, sobre todo los escritos del Diario de un concejal, a ver si los servicios secretos alcalaínos le han hecho un boicot, para que no se publique dicho diario, que puede ser una bomba en el futuro.
Alcalá sigue impregnada de la Mota, ahora con la exposición de las obras realizadas entre los años 1980 a 2010 que se puede ver en el Convento de Capuchinos, todos pueden ver el progreso que ha experimentado este monumento, desde aquellos fotos en las que todo parecía caerse, hasta las de ahora que parece que todo se recupera.
Los veranos son cada vez más atemporales, más vacios... Es como si todo se congelase por momentos, se ralentizase y se viera todo a través de un grueso cristal que distorsiona la realidad. Las calles aparecen y desaparecen vacías y últimamente, al menos en el pueblo, tambien aparecen y desaparecen noches vacías como si estuviesemos en el frío invierno.
ResponderEliminarTodo parece moverse lentamente, como sin ganas. Hasta cuando sales fuera quieres volver y no sabes para que. De niño no me pasaban estas cosas, bueno, no del todo, aunque ya solia dar mis paseos por calles como estas que describo, en los tórridos veranos del pueblo de mis padres y en las horas de la siesta. Se veia todo desde otra perspectiva. Antes era muy pequeño para comprenderlo. Ahora se que me hago mayor...