Mirálos, subidos en el cielo, buscando el infinito. Los hombres y las mujeres, podemos soñar y hacerlo cada día. Solamente hay que dejar que la imaginación nos lleve al lugar que queremos y para ello hay que hacer ejercicios sencillos y cerrar los ojos y transportarnos a lugares que nunca hemos estado. El mundo está ahí para vivirlo mientras estamos vivos y coleando. Ahora es el tiempo de hacer las cosas. Hoy he salido a la calle para saborear una tostada con aceite de oliva, de aquí, recién hecho, con un verde claro que se derramaba por el plato y me acordé de aquellos 'hoyos de pan con aceite' que comía cuando era pequeño, le quitaba un canto al pan, le hacía un pequeño agujero, le rociaba un poco de aceite y aquello me sabía a gloria, a veces le añadía una onza de chocolate de la Virgen de la Cabeza o chocolate de bollo que venía de Priego, aún recuerdo aquellos sabores, mientras miraba el río de abundante agua que pasaba por el puente de las Cuevas, agua cristalina, y veía a mujeres que lavaban su ropa en una piedra, todo el día en el río para lavar cuatro trapos, con un jabón hecho por ellas mismas, con turbios de aceite y sosa caústica y el liquido aquél lo meneaban con un palo hasta que se cuajaba, después lo cortaban en buenos pedazos y lo ponían a secar junto a una ventana por donde entraba el sol. Mientras comía en la baranda viendo el río, se acercaba alguno de mis amigos, y nos íbamos hablando hasta el fútbolín que había en el bar la Cueva, bajando unas escaleras en el centro de la misma.
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