Eran
todos de armas tomar y se desperdigaban por la vida para espantar el
miedo. Había gente que andaba por placer, otros que caminaban sin
rumbo alguno. Los había disfrazados con corbata al cuello, otros
usaban zapatillas con chaqueta negra. Había quién se sacaba la
camisa por encima del pantalón y otros se dejaban crecer la barba.
Hay
gente que se une para comer carne y sacrifican el cordero de Abrahan,
asado con zarzas verdes y beben vino de las bodas de Canaán. Todos
quieren ser ricos y poco transparentes e incluso se inventan una ley
que dicen que es cristalina, pero luego no responden a las
expectativas que generan y siguen tan opacos como una ventana cerrada
a cal y canto.
Otros
se disfrazan de lo que no son y se estrellan por ser lo que nunca
fueron. Hablan de democracia, empleo y derechos sociales, dicen que
quieren derogar en lo que creen y manipulan al personal repartiendo
lo que no les pertenece.
Alardean
de lo que no son y dicen que nunca se equivocan, son casi perfectos y
el tiempo, dicen, que les ha ido dando su razón. Se comprenden muy
bien entre ellos, pero juegan al póker con fichas de garbanzos
tostados y hacen trampas en solitario pero no se dan cuenta que se
engañán ellos mismos.
A
veces, sonríen, pero nunca lloran porque no quieren mostrar
sensibilidad. Son amos de bancos y sillas, sillones y poltronas,
hacen concursos, oposiciones y prometen lo que no cumplen, una y otra
vez.
Escriben
discursos llenos de bendiciones, pero sus efectos siempre van a parar
a los mismos, dicen que son republicanos pero suelen codearse con
reyes, condes y gente poderosa que suelen tener todos los bienes
materiales e intentan comprar la eternidad dando subvenciones a
religiones monoteístas que les prometen el cielo, la tierra y el
universo entero.
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