Se va sin hacer ruido, como despidiéndose poco
a poco. Nos ha regalado, casi todos los días, un poema, una frase, una oración.
Algo íntimo que no nos ha sido
indiferente, algo que nos ha hecho pensar.
Se va dejándolo casi todo ordenado y te echaré
de menos , cuando recuerdo tu figura por la
Avenida de Europa, con un par de periódicos en el brazo, o en la puerta de la
biblioteca mientras fumabas un cigarro, o mirando un partido del Barça en el
bar del Rano.
Don Rafael se va como vino, con su cadena
dorada al cuello con la V de Victoria, con un nuevo bagaje de escritos hechos
en la soledad y mirando por el faro de aquel Naufrago que algunas mañanas se
asomaba a la playa alcalaína y contaba sus vivencias y pesares.
Él se va pero nos ha dejado al Arcipreste de
Hita vigilando la Lonja y todo el Convento de Capuchinos, nos ha dado su visión
de la Cultura que forma personas y nos hace universales. Poemas que tocan el
corazón o la belleza, escritos para tratar de acercarnos al socialismo utópico
o a ese quehacer diario y cotidiano.
Se va, pero volverá con nuevos versos sueltos,
con El Diario de un Concejal y con la foto junto a Antonio López, en la
manifestación del último Primero de Mayo, reivindicando un mundo justo y sin
privilegios para los que nos gobiernan.
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