Vi mujeres inquietas que quieren ser libres
recitando poemas cortos en la noche.
Escuché a hombres sabios que
siguen respetando a la Naturaleza
y viajan para contarnos cosas y
maravillas de sus experiencias.
Había un joven que estudiaba
en Cuba, otro que tiene proyectos
en Madrid y cientos de vecinos
competían con juegos antiguos.
Había gentes que hablaban otros idiomas
pero después de comer dos veces juntos
las palabras eran las mismas.
Uno tenía una casa en Dublín
otro la compró en la Ribera Baja
había uno que había comprado una
finca en Extremadura. Todos dijeron
que sus puertas estaban abiertas.
Todos los que habíamos allí
recordamos a Michael Jacobs y
a Manolo el Sereno, ellos, también,
tenían las puertas de sus casas
bien abiertas.
Pero hay mucha gente
que aún no tiene ni una simple choza.
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