Volví a saborear los higos de Manolo el
Sereno, que gentilmente me llevó Feli y recuerdo aquellos veranos, cuando por
las mañanas, ella limpiaba la casa y yo iba a desayunar, unas veces una
tostada, otras un zumo de naranja y aquellos dulces higos, recién cogidos,
frescos que los más viejos los tomaban con una buena copa de aguardiente.
Siempre me han gustado los higos, tienen un
sabor especial y aquellos que se colocaban al sol para secarlos y después, con
ellos, se elabora un rico pan de higo, con matalauva y otros ingredientes como
hinojo. Ahora, el pan de higo que como, me lo da mi hermana Maripi o se lo
compro a Miguel 'Bragueta' que aún conserva esa gracia de poder disfrutar de
este bien comestible.
Hoy, también quiero darle las gracias a María
Cano Peña, que la recuerdo en la calle Barrihondillo, hija de Juanillo, el que
llevaba la arena a las obras, con sus dos burros y con aquella alegría que
trabajaba. Gente de Frailes, que a algunos he mencionado en mi libro, pero que
también he olvidado a muchos otros que han formado parte de esta villa, pero
que están en mi mente y alguna vez podrán salir en otro libro.
Ahora, en estos días, Luis Martín Villegas me
ha regalado una bolsa llena de ricos tomates, me decía que han sido cultivados
de forma ecológica, regados con agua del Nacimiento, sin cloro. Y, en verdad,
los tomates tienen un sabor especial, nada que ver con los que traen
cultivadoss entre plásticos. Los tomates de aquí son una obra de arte, que no
nos damos cuenta que los tenemos, pero son un manjar que mucha gente no aprecia
porque los tenemos al alcance de la mano.
Lo mismo pasa con el pan y los dulces que se
elaboran en las panaderías de Frailes, son productos artesanos, hechos por
manos expertas que llevan elaborando sus productos desde hace muchos años. Hay
panes que me recuerdan a aquellos de los años 1960, que se asientan y siguen
conservando su peculiar sabor.
Parece que Frailes está de moda, la gente de
fuera cada vez viene más, hay una especie de halo mágico que hace a Frailes
apetecible. Sus fiestas, sus gentes, sus comidas y restaurantes ofrecen
diversión y sobre todo la actitud de los vecinos que se abren a los forastero.
Aunque como dice Jesús Pozo, 'esta gente, primero te miran de arriba-abajo y después te abren
las puertas de su casa'.
También, en estos días he conocido a Joaquín
Araújo, un naturalista con los pies en el suelo, y habló de la importancia que
tiene lo autóctono y a pesar de haber sido un nómada y viajar por muchas partes
del mundo, se ha ido a vivir a una finca de Extremadura que cada vez le gusta
más. Igual, le pasa a Jesús Pozo que se compró una casa en la Ribera Baja y
está encantado con ella, y siempre que puede viene a vernos. Le gusta esto,
escribe sobre nuestras cosas y disfruta entre nosotros.
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