-Buenas
tardes, amigos.
Aquí estoy hoy para presentaros mi segundo libro, un texto que he hecho
sin ninguna pretensión, tan solo dar a conocer algunos aspectos de lo que ha
sucedido en Frailes en una época determinada: los años 1950 y sucesivos. Con mi
opinión y mi memoria he ido construyendo algunas historias de personas que han
nacido o han vivido en la villa y es como un testimonio que no quería que se
perdiera, porque considero que la historia de
un pueblo, es la historia de las personas y cada uno aporta lo que lleva
dentro.
No es un libro riguroso de historia sino que se trata de la visión que
he tenido y tengo a lo largo de muchos años de este pueblo que siempre ha
alentado mis emociones.
Son pasajes de mi vida, de mi familia, de personas que he ido
conociendo. De gente sencilla, normal que por cualquier causa han llamado mi
atención.
La idea la tenía en mi mente desde hace mucho tiempo, pero no
encontraba la manera de escribirla, pero en el año 2014 empecé a pensar en
llevarla al papel y un día me senté frente al ordenador y las palabras fueron
fluyendo como si alguien en mi cabeza fuese dictando lo que tenía que escribir.
Yo mismo me sorprendía de todo lo que llegaba a mí memoria y no paraba de
escribir un folio tras otro.
He puesto como hilo conductor a mis padres: María la Betuna y Juan
Campos pero no es por nada, sino porque ellos tenían una tienda en la calle
Tejar, 2 y en aquellos tiempos, aquellas cuatro paredes y las calles adyacentes
fueron el centro de mi vida.
He querido recalcar la visión que experimenté del conocimiento de
algunas personas, como Paco Belmontes, Antonio Cabildo, Luis Gamazo, la
Enriquetilla, don Antonio Lucas, don Fermín el Médico y muchos otros.
He escrito en este libro de política, de creencias, de vida, de las
fatigas que muchos fraileros hemos pasado para salir adelante, para intentar
tener una vida digna y libre y he tratado de no herir a nadie porque nadie se
merece una herida.
Le he puesto el título ‘Ser de Frailes’ porque considero que vivir en
este sitio es un privilegio que está al alcance de cualquiera, porque es el
lugar donde nací y me siento bien en él. Me emociono cuando vuelvo a visitar mi
barrio, mi calle; cuando subo a la Martina, bebo agua en el Nacimiento o saludo
a Enrique el de Pepino o paso casi desapercibido por el lado de otros vecinos.
Para mí SER DE FRAILES ha
marcado mi vida. Ha sido mi ilusión diaria, algo que tengo presente todos los
días. Y no es por nada, sino que en Frailes me siento protegido, seguro,
observado, comprometido, pienso que somos buena gente, que hemos aspirado y
aspiramos a ser solidarios, libres, iguales, democráticos y a ser personas
dignas, respetables y respetuosas.
Y no es que Frailes sea mejor ni peor, solo es Frailes, tiene una esencia
especial y única que la percibimos los fraileros y muchas otras personas que
nos visitan y se impregnan de lo frailero. Es algo invisible pero que siempre
está presente en nuestras mentes y que nos sirve a todos de hilo conductor, de
algo a lo que agarrarmos tanto en
nuestras alegrías como en nuestros fracasos.
Yo no sé si todos vosotros notáis todas estas sensaciones, yo creo que
sí porque lo percibo, porque aunque no lo manifestemos hay luz, vida, alegría,
fracasos, trabajo, y sobre todo tenemos ilusión, ganas de vivir, de luchar, de
que este espíritu frailero que hemos construido entre todos no se pierda y siga
edificándose día a día.
Quiero daros las gracias a todos por venir y al Ayuntamiento de Frailes
por toda la ayuda prestada. Un abrazo.
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