Aquél día estuve junto a tí en el Cinema España, era una fecha señalada pero no se notó tu falta. Subimos al cementerio, te dijeron algunas palabras y celebramos tu 89 cumpleaños. Aquél día te ví, estabas junto a la calle Carboneras, donde las cabras se cruzan cada día, allí en aquella pequeña casa, donde entraba el frío y el agua y donde dormías tus sueños del futuro, allí estuve contigo y ya nunca más me olvidé de tí.
Aquél día, hace poco, estuven en el hospital La Salud y me lo pasé muy bien, con toda aquella gente que fue a visitarte, te miraba de soslayo y veía tu sonrisa y como mirabas a cada uno de nosotros: Juan Antonio, Alejandro, Alicia, Mamen, Jackie, Merce, Isa, el niño Alejandro, el joven Lolo, el hijo de Víctor que no sé ahora como se llama, Ferminillo, Juan Infante y su mujer y algún otro. Y esperabas un avión que no sé si te ha trasladado a Londres, pero tú estabas con todos nosotros, mirando a tu casa en lo alto del Calvario, con tu pelo, con tus gafas, con tu culo que decías que te lo había visto todo el mundo. Y comimos pequeñas onzas de chocolate que las había traído Luis Aceituno y piononos de Santa Fé y tu perra se asomó a aquella habitación y creo que Jackie nos entendió, y hablabamos entre nosotros y tú hablabas con todos, y sentí una alegría inmensa de ser tu amigo.
Hoy no sé donde estás pero desde mi terraza oteo el horizonte, vislumbro nuestros paisajes, recorro caminos, muchos los he hecho contigo y como siempre nos damos un gran abrazo.
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