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jueves, 8 de abril de 2010
ENTREVISTA ALBERTO JAIME MARTINEZ
1.- ¿Por qué te hiciste sacerdote?
Es una pregunta que me han formulado muchas veces, y difícil de responder pues entronca con el misterio de Dios. Desde niño fui sensible a lo religioso y sentía en profundidad como Jesucristo era un atractivo muy profundo en mi vida, me entusiasmaba el evangelio. Al final creo que me hice sacerdote porque comprendí que era la voluntad de Dios en mi vida, aunque yo me he resistido y me resisto aún a continuar.
2.- ¿Has encontrado en tu labor lo que buscabas?
Cuando he buscado servir a los demás sí, cuando he intentado buscar otra cosa no, el sacerdocio es un camino de servicio, no de subir o de hacer carrera y eso es algo que los curas tenemos que aprender, es la lección más difícil. La que haces con tu propia vida y cómo la entregas. Cuando me trasladaron de Frailes a Linares la gente de allí decían que me habían ascendido, tendré que pensar que de Linares a Vva. Me han rebajado. Esos no son los criterios de Dios.
3.- ¿Que es lo más gratificante en tu trabajo?
El trato con la gente, eso es lo más importante, se puede hace tanto por los demás desde el ministerio sacerdotal, animar, levantar, comprender, ayudar, y es vedad que eso se puede hacer sin ser cura, pero el sacerdocio te permite desarrollar eso en una comunidad. La vida no es para buscar la felicidad egoístamente sino para hacer felices a los demás.
4.- ¿En qué parroquias has estado y que te ha llamado la atención en ellas?
Estuve un año en Jaén, recién ordenado, aquello me ayudo mucho a tomar contacto en el principio de mi sacerdocio, luego vino Frailes y las Riberas, Mures que fueron años ilusionados y fecundos, después Linares un reto que me dejó herido, luego Bailén que pasó fugaz y ahora Vv.de la Reina donde experimento la madurez de mis quince años de sacerdote, donde he aprendido muchas cosas y sobre todo donde me siento muy querido por mis feligreses, al final vivimos del cariño que nos dan, ellos son nuestra familia, lo mejor de los pueblos son las personas y en todos sitios hay de todo.
5.- ¿Alguna vez has pensado en que no haya vida eterna?
Dios me ha dado una gran fe nunca he dudado de Él, además me angustia pensar que esta vida es interminable, prefiero una vida eterna donde podamos amar a todos en libertad y sin condicionamientos, ni frustraciones, ni heridas. Así es Dios.
6.- ¿Qué es un pecador para ti?
Todos somos pecadores, y sabemos que llevamos dentro el bien y el mal, lo bueno de reconocer nuestro pecados es que estos nos hacen humildes, cuando miramos por encima son unos soberbios y déspotas, el pecado es inherente a la condición humana lo importante es reconocerlo y aceptarlo. Esa verdad es la humildad. Dios es amor porque perdona todo.
7.- ¿Cómo ves la situación de los sacerdotes en la diócesis jienense?
Los sacerdotes formamos un gremio muy particular, con nuestra idiosincrasia que nos hace diferentes (como los hijos de una familia) y parecidos. Lo que nos debe unir es la fe y el deseo de anunciar el evangelio y hacer el bien. Comprendo que es difícil nuestra tarea y más entre nosotros mismos, pues lo más difícil es mirarnos cada uno, yo tengo mis amigos, que los creo sinceros, con otros una relación más protocolaria y con otros no tengo mucha relación. Creo que dentro de unos años faltaran sacerdotes y la Iglesia debe poner remedio a este grave problema, pues lo más importantes es que existan ministros de la Palabra y de la Eucaristía.
8.- ¿Cómo ves el futuro de la iglesia católica?
Creo que la Iglesia pasa por un proceso de purificación lo que siempre la hace más creíble. La Iglesia debe abandonar el carro del poder y la influencia en nuestra sociedad cada día más secularizada y plural. No podemos mantener la misma estructura de siglos, ahí viene su audacia frente a un mundo nuevo, que reclama nuevos desafíos, desde la cercanía, la sencillez y la humanidad. Todo está cambiando y la Iglesia no puede mantener un estatus intocable. Creo que el futuro de la Iglesia serán pequeñas comunidades que vivan el evangelio en paternidad, sencillez, y la otra masa que recurrirá a lo religioso para calmar su sed de trascendencia.
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