A veces pienso que la verdad no la tiene nadie. Cada día nos pasan cosas que se pueden ver desde distintos puntos de vista. La forma de pensar de un joven no es igual que la de una persona más mayor, pero hay asuntos esenciales que toda persona debería saber, como es el respeto y unas normas de convivencia para seguir adelante. La convivencia con alguien es complicada. Es compartir una serie de asuntos que pueden llegar a chocar entre los que conviven. Las relaciones entre padres e hijos pueden ser discutibles porque se enfrentan dos formas de pensar distintas, la de los más mayores que quieren una especie de orden y control y las de los jóvenes que ven las cosas de otra manera. También suele pasar entre parejas, muchos hombres se han criado en la sociedad antigua, donde la mujer era la encargada de averiguar todo tipo de avituallamientos en la casa, como la compra, plancha, comida, arreglos, limpieza, etc. Las conquistas que ha hecho la mujer en esta nueva sociedad, han imprimido que el hombre tenga que tener una serie de obligaciones para compartir las tareas domésticas. Cosa que a muchos les viene grande, además, el amor posesivo, ese en el que se quiere por los méritos logrados y no por lo que la persona es, no es concebido en nuestra sociedad. Si una persona es querida por lo que hace, porque se porta bien, y por otra serie de causas, es un amor, siempre, de conveniencia.
Con los hijos pasa igual, sobre todo en la adolescencia, quieren tener una serie de libertades, poder llegar a la hora que quieren, no se les puede pedir razones de lo que hacen y se creen los dueños del universo. Hay que pararle los pies, pedirles razones de su actuación y cuentas de lo que están haciendo. No dejarles pasar ni una, porque se envalentonan y se creen que ellos siempre tienen razón.
En fin, todos estos asuntos son muy complicados, hay que tener respeto con los demás pero que también nos respeten a nosotros. Las relaciones humanas, las relaciones de convivencia son importantes y cada uno debe poner de su parte lo mejor.
Con los hijos pasa igual, sobre todo en la adolescencia, quieren tener una serie de libertades, poder llegar a la hora que quieren, no se les puede pedir razones de lo que hacen y se creen los dueños del universo. Hay que pararle los pies, pedirles razones de su actuación y cuentas de lo que están haciendo. No dejarles pasar ni una, porque se envalentonan y se creen que ellos siempre tienen razón.
En fin, todos estos asuntos son muy complicados, hay que tener respeto con los demás pero que también nos respeten a nosotros. Las relaciones humanas, las relaciones de convivencia son importantes y cada uno debe poner de su parte lo mejor.
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