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viernes, 7 de febrero de 2020

ERNESTO PICCO DESCRIBE COMO VIVIÓ EL PREMIO MICHAEL JACOBS



Te estás comiendo un pavé de lomo, que es un bloque de carne, cuadrado como adoquín. Carne brillosa y sudada, pero tan tierna que para cortarla no hay que serruchar sino apenas pasar sin el mínimo esfuerzo con tu cuchillo. Te estás almorzando ese pavé, que está rodeado de pasta verde y ensalada de verduras rojas y amarillas y blancas, y estás en Cartagena de Indias, allí donde comió, escribió y pensó Gabriel García Márquez. Estás con tu pavé en una mesa para ocho personas donde hay amontonadas diez u once. Pinchas un bocado y levantas la mirada y a tu lado está María Teresa Ronderos, que en la década del 80 cubrió la transición democrática en Argentina, que en los 90 fue la primera mujer editora de la sección política de El Tiempo, el diario más importante de Colombia, y que, entre otras cosas descollantes, escribió Guerras recicladas, el mejor libro sobre la historia de la violencia paramilitar en ese país. Y mientras las fibras del pavé se desarman entre tus dientes y los jugos de la carne se mezclan con la salsa de mostaza en la que está preparado, miras al otro lado de la mesa y allá está Mónica González, con el pelo más blanco y los ojos más azules que vas a ver. Mónica empezó su carrera periodística en el Chile de Allende y con el golpe se tuvo que exiliar, pero investigó la dictadura de Pinochet y luego las estafas en la educación superior en su país y hace veinte años que no para de recibir los premios más prestigiosos del mundo por su trabajo. Y mientras tragas tu bocado de pavé, miras a tu lado y está el peruano Joseph Zárate, quizás el periodista joven más brillante de Lationamérica, que a sus 32 ya se ha alzado con el Premio Gabo y el Premio Rey de España por sus investigaciones sobre desastres ambientales y organizaciones sociales en su país. Y el que te ha recomendado el pavé, y te ha dicho enfáticamente que lo pidas cocido medio y que no pidas otra cosa porque esto es lo mejor, es Jaime Abello, que se está comiendo el suyo también, carca de la cabecera de la mesa. Jaime, él que te recomendó el pavé, lleva veinte años dirigiendo la Fundación Gabo. Cuando el autor de Cien Años de Soledad – que, a pesar de ser eso decía que él era antes que nada un periodista – le dijo a Jaime que había que construir un faro para preservar el buen periodismo en la región, pusieron manos a la obra y desde entonces la Fundación Gabo – ex Fundación Para el Nuevo Periodismo Iberoamericano – ha sido un hervidero de maestros, discípulos y proyectos en ebullición. En la mesa están también los miembros del equipo de Jaime que están trabajando sin parar en los cuatro días que dura el Hay Festival en Cartagena, por donde ha pasado dando charlas autores y autoras como Margaret Atwood, Phillipe Claudel, Leonardo Padura, y varias decenas de los hombres y mujeres más brillantes de nuestro tiempo. Ahora, en la mesa, algunos de ellos se están contando sus historias con María Teresa y Mónica y otros de sus amigos que acompañan. Y de pronto, mientras vas a cortar otra rebanada del pavé te preguntan a ti qué tal te ha ido con tu reportaje y cómo va tu libro, y tú empiezas a contarles tus aventuras como si fueras uno más. Aunque no lo seas. Estás como en casa. 

Ni el pavé, ni la magnífica mesa con tales comensales, ni la conversación de la que te vas a acordar durante mucho tiempo son parte del premio que es la Beca Michael Jacobs de Crónica Viajera. Al menos no oficialmente, porque en los hechos sí lo es.

En 2019, cuando me tocó ganarlo, empezó un año fuera de serie, en el que con el apoyo de las fundaciones Gabo, Maelse, Inquietarte y Michael Jacbos For Travel Writing, pude concretar un proyecto largamente anhelado para hacer una investigación periodística sobre las islas Malvinas. Y pude además compartir algunos avances con la bellísima comunidad de Frailes, donde Michael comió, escribió y pensó. Donde se imaginó, quizás, viviendo y escribiendo su propio Macondo.
Este año le tocó ganar a James Tennant, un joven periodista londinense obsesionado con las historias extrañas de una Cuba desconocida, que ahora podremos conocer. Fue elegido entre 244 propuestas de América y Europa. Lo espera Cuba, pero también lo esperan Frailes y Cartagena.
A principios del año próximo, cuando James esté en Colombia, almorzando y contándose sus aventuras con algunos de los mejores periodistas de su tiempo, quizás te toque a ti tener la oportunidad de ganar, para contar tu historia y llevarla más lejos. Y de tomar también el legado de Michael, con su amor por la escritura y el descubrimiento de nuevos lugares. Y claro, por su capacidad para cultivar la amistad y disfrutar la buena comida.

1 comentario:

  1. A veces cuando termino de leer una buena descripción de un instante, pienso que es la fotografiá literaria retenida en la sensibilidad del escritor. Me cae bien este tipo .

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