Marcelino Serrano es un mago del vino, instalado en su casa del Cascante, con unas vistas impresionantes y junto a la atalaya árabe, cada día oficia el misterio del vino y trata de elaborar buenos caldos. Es un fraile monacal que vive por y para el vino y ha hecho de su bodega una especie de culto que lo practica diariamente, allí tiene su vida y la propaga llevando su vino a los diversos lugares.
¿Cómo empezaste con el vino?
-El vino empecé hace unos 30 años, de una manera como se hace el vino del terreno, hasta que un día, cuando trabajaba de monitor en Casa Pineda, me dijo mi amigo José Rosales que había unos cursos de Enología en el CIFA de Cabra y ahí fue donde me ‘innorté’ en el buen sentido y cuando empecé a ver aquellos cursos, ver lo que yo tenía y ver lo que se podía hacer, pues vi que había un abismo entre lo que tenía y lo que podría hacerse. Entonces comencé a hacer cursos y me empiqué y me perdí.
-Además de eso
¿Cómo te has formado?
-Pues en el CIFA de Cabra, en el Rancho de la Merced de Jerez de la Frontera, hice cursos en Haro con Manuel Hernández, en Villafranca del Penedés y sigo porque los últimos son muy recientes y sigo poniéndome al día.
-¿Qué temas te interesan?
Del vino me interesa la calidad, tenemos un mercado muy potente en todo pero en el vino más y como no lleves un buen producto no haces nada, porque en cualquier punto de España con la tecnología que hay y los conocimientos que tenemos, se hacen buenos vinos. Yo he conseguido buena calidad pero hay que mejorar todavía más, y cada año hacerlo mejor, porque todos se esmeran cada vez más.
-¿Qué es el vino para ti?
-Bueno, ahora mismo, si dijera que es mi vida, sería un poco absurdo, pero a la edad que tengo, pues casi, casi. Desde que me levanto estoy con el vino, pierdo tres cuartos de hora, como y después veo ‘Saber y Ganar’ y me bajo otra vez a la bodega o me voy a la viña.
-¿Cuál ha sido tu aportación a la elaboración del vino alcalaíno?
-Hombre, yo qué sé, creo que el movimiento se demuestra andando, nosotros somos un referente en Andalucía y veo mis vinos donde yo no los he vendido, lo ha hecho mi distribuidor que tengo en Sevilla. Me llama un amigo de Granada y me dice estoy en ‘María de la O’, me envía una foto y dice: mira donde hay seis vinos andaluces y el primero el tuyo, 24 euros la botella, y yo me entero por él. O sea, creo que lo estamos haciendo bien.
-¿Lo de la Indicación Geográfica beneficia tu vino?
-Claro, eso fue un objetivo que cuando estuvimos en el proyecto inicial en Frailes y creo que es lo más positivo, cuando muchas veces la gente me pregunta y me dice que estuve un año perdido en Frailes, le contesto que no, no te equivoques, estuvimos haciendo cosas y quizás por aquel año perdido se sacó la Indicación Geográfica, primero porque hay mucha historia de la viña en toda la Comarca y segundo, al ser Frailes un pueblo más pequeño, los políticos se volcaron más en el proyecto. Mucha veces, políticos amigos míos me dijeron que porqué el proyecto no lo hice en Alcalá y les contesto que en Alcalá no me hubieran hecho caso. Sin embargo en Frailes sí me hicieron caso, luego hubo los problemas que hubiera, pero pelillos a la mar, no hay ni que comentarlos, pero aquel año que fue el año 2000 fue fantástico para el vino de la Comarca, sin aquel año, posiblemente no hubiera habido la indicación. Dentro de un año o más, a mí quizás no me haga falta porque me estoy dirigiendo al vino ecológico y no la necesita.
-¿Qué novedades en vinos estás elaborando?
-Pues estoy con la uva torrentés que según la tesis de José Luis Pantoja, me leí su libro y me preocupé por esta uva porque era prioritaria en Alcalá y en toda la provincia de Jaén y entonces contacté con un enólogo de Argentina y él me mandó las plantas y da un vino muy mineral y con esa uva he querido distinguirme en algo y hecho un espumoso y es lo que estoy haciendo y es distinto, la gente me dice que es otra cosa. Es una uva muy tardía y con muchas más horas de exposición al sol, tiene mucha potencia. Y en Mures, hemos escogido la uva ‘tintilla de Rota’ que es del tiempo de los fenicios y están saliendo vinos excelentes porque estamos a mil metros de altura y tenemos un microclima importante, pero todavía no se ha elaborado vino, este año empezamos a coger las primeras uvas y voy a apostar fuerte, con la ayuda del Rancho de la Merced.
-¿De tus vinos, cuál aconsejarías?
-Hombre, los vinos lo que pasa… fíjate, he estado en la Feria de Jaén, he abierto allí más de 20 botellas de ‘Privilegio de los Reyes Católicos’ , un vino que vendo a 30 euros, sé que nadie me va a comprar, he vendido 3 botellas y le he bajado el precio por feria, pero yo sé con quién hablo y me preguntan por el vino y lo prueban y dicen que está muy bueno y qué cuánto vale la botella y le contesto, mire se lo he dado a probar no para que me compre la botella sino para que usted sepa el vino que somos capaces de hacer en Jaén, porque este vino lo vendo en el centro de Europa, Alemania y lo vendo a 30 euros y ese ahora mismo es el mejor tinto, luego saco algunos tintos, mis blancos tengo poco vino, solo 800 botellas, ni lo pongo a la venta, lo vendo aquí en la bodega; luego el rosado que lo tengo en los paradores de turismo, tengo que ir con mucho cuidado para que me dure para otra campaña, sino se me agota.
-¿Dónde vendes el vino?
-En Sevilla vendo muchísimo vino porque tengo un distribuidor muy potente, en la Costa del Sol también vendo, pero menos porque la costa es complicada, vendo en Jaén capital con Jesús Melero, le vendo a los paradores nacionales y vendo mucho en Úbeda, allí voy todas las semanas. También en Cazorla, en Madrid porque hay una fiebre por los vinos andaluces y luego a través de los touroperadores y aquí vienen gentes de Alemania y les pongo una cata de vino con productos de aquí y esas personas se hacen clientes de mis vinos, con esto he creado una red de comercio de puerta a puerta, se lo mando a su casa.
Hay que subir al Cascante para visitar la bodega de Marcelino Serrano, allí ejerce como un antiguo alquimista, midiendo las dosis oportunas para la elaboracón del elixir, no para, se va de un sitio a otro, habla de sus proyectos como un niño habla de sus juegos, dice las excelencias de su espumoso, mientras cuenta que su trabajo aporta incentivos al turismo alcalaíno, cuenta que organiza una serie de catas a lo largo del año y que cientos de personas suelen pasar por allí, por un precio razonable pueden hacer una cata de tres vinos y saborear productos de la comarca, como los ricos quesos, o los embutidos que los alterna de los diferentes lugares de la Sierra Sur.
Marcelino Serrano se coloca su gorra, se mete en su bodega y va repasando las botellas que tienen que salir para distintos lugares. Recuerda cuando fue monitor en las Escuelas Taller de la Casa Pineda, allí en la calle Real alcalaína. Cuando estuvo al frente del proyecto del vino en la villa de Frailes. Ahora, se sube en su furgoneta, coloca varias cajas de vino de sus distintas variedades y los reparte a sus clientes.
Sonrie con una risa contagiosa y es consciente de que está haciendo lo que le gusta; desde su casa, la Fuente del Rey está a sus pies, el paisaje es hermoso, la lluvia ha traído nuevas esperanzas, sus proyectos se están cumpliendo y sigue llenando botellas de este elixir de la vida que es el buen vino, brinda porque se siga bebiendo y elaborando un vino de calidad que lleve el sabor de la ciudad de la Mota a muchos lugares remotos.
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