Alcalá la Real es una nube de cohetes que llama a los vecinos a ir de fiesta; pero asusta a los perros que se esconden dónde pueden. Alcalá la Real es diana floreada de las mañanas de cofradías que salen a la calle a celebrar su aniversario, su fiesta, su día anual de convivencia y hacen una comida compartida. Es una fábrica de plástico que envía sus productos a numerosos países; o una fábrica de aceite que elabora este líquido elemento en diversas almazaras que no se unen pero se respetan. Alcalá es una ciudad sin parador nacional aunque estuvo a punto de conseguir uno, pero bueno tiene el hotel Torrepalma, el hostal Zacatín, o la pensión Río de Oro para poder pernoctar y dormir. Alcalá es una ciudad con piscina cubierta, donde nadan gentes de todas las edades, en aguas calientes para curar los achaques del cuerpo y del alma.
Alcalá es un ratito a gusto, escuchando al cronista oficial de la corte, Domingo Murcia, hablar sobre la historia de los alcalaínos de otras etapas. Alcalá es Paco Martín que va de aquí para allá, tratando de llegar a todas las reuniones que tiene cada día y escribiendo en todos los periódicos para que nos enteremos de la historia que está escondida. Alcalá es el pub cultural Casablanca donde se reúnen escritores de relatos cortos que sueñan con escribir algún día el libro de sus sueños y poder leerlo poco a poco, tomando tés fríos en las tardes alcalaínas de la primavera y del verano.
Es Alcalá una mujer que seduce cada día a cientos de visitantes, los enamora, los lleva al Mercadillo de los martes, los eleva a los altares, les enseña sus monumentos y al final los seduce en las noches de festivales, con unos fuegos artificiales. Alcalá es una ciudad antigua y actual que están unidas por lazos históricos y por la frontera de la vida y de las vivencias de todos los pueblos que pasaron por aquí. Alcalá por la calle Veracruz es una pendiente que al final se observa la Mota en lo alto y dan ganas de ir a visitarla y los turistas hacen fotos para poder enseñárselas a sus vecinos cuando vuelvan del viaje.
Alcalá es la feria de San Antonio y la de San Mateo y los ediles de festejos lo tienen claro, siguen ofreciendo a sus votantes música y jolgorio para que se diviertan y traten de pasarlo bien, siguen los mismos alicientes que hace años, muchos años. Alcalá está llena de bares para beber, hay en todos los barrios y de distintas formas; los hay con terraza al aire libre, o con terraza cerrada para que los clientes no pasen frío y puedan fumar.
Alcalá desde la Mota es un conglomerado de viviendas donde duermen miles de personas, con comercios, calles pendientes y que conducen a Roma, a Granada o a Alcaudete e incluso a Priego y desde Las Cruces tiene otra perspectiva, desde allí se ven casas diminutas, el Paseo de los Álamos, las Escuelas de la Sagrada Familia, la iglesia de Consolación, la Casa Consistorial y hay un puente imaginario entre la Mota y Las Cruces, donde se pasean moros y cristianos, cogidos de la mano y compartiendo hermosas vistas y a veces se enamoran entre ellos y quedan para verse en la Fuente de la Mora, a altas horas de la madrugada. En Alcalá hay un niño que se llama Hugo y cada día va al colegio José Garnica a aprender la Primaria, juega con sus compañeros, está atento a las cosas que le cuenta su maestro, ha empezado a ir solo hasta el edificio donde se imparte la enseñanza, colecciona estampas de futbolistas y le pregunta a su padre cosas cuando salen a pasear.
Muy bonita, esta serie de artículos sobre Alcalá, desde un privilegiado escritor y ojo avizor, gracias, amigo Santi.
ResponderEliminarMe encanta las historias que cuentas de Alcala en los años de tu juventud. Gracias por acercarme mas a este maravilloso pueblo
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