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lunes, 11 de mayo de 2020

VOLVER A FRAILES



Después del encierro, llegó la hora de volver a Frailes y lo hice, mi cuerpo me lo pedía y mi alma lo ansiaba. Era como una especie de regalo que me hacía porque, al menos, podía hacerlo. Estaba hasta nervioso y Alicia me dio una rosa que cortó en su casa de la calle Oteros, para dársela a mi hermana Maripi. Inicié el pequeño viaje a Ítaca y estaba como enfrascado toda la mañana, decidiendo la hora en que me iría. De Alcalá hasta la aldea de Santa Ana, las rotondas del Portichuelo y de Fuente del Rey no habían cambiado nada, los resaltes siguen ahí y la promesa de aliviar esa especie de hándicap, aún no ha surtido efecto.

 Llegué a la almazara de Lucía Serrano y compré ese aceite que elabora y que tiene un sabor y un olor especial. Continué por el Salogral y el campo ofrecía una variedad de verdes y unos cielos grises y azules y sobre todo una tranquilidad pasmosa, parece que estos días de encierro la Naturaleza ha trabajado sin problemas y cada cosa ha cumplido su misión. Conforme me acercaba a Frailes, pensaba en cómo me encontraría su entorno. 

Hice una visita a la Quesería de Moisés y compré un ejemplar de media curación, no se podía entrar dentro y habían colocado una mesa a la entrada para controlar las ventas; antes en La Dehesilla me adentré en la gasolinera y llené el depósito pues el precio del gasoil ha tenido una bajada considerable y pensé que el ahorro daba su fruto y de ser un producto de un precio alto, ha pasado a ser asequible.
La visión del Balneario-residencia o cómo se pueda llamar desvió mi mirada de la carretera y pude observar que había varios automóviles aparcados en la acera y dentro del edificio había movimiento, es decir que las obras continúan. 

El restaurante del Choto estaba cerrado, en la carretera no se veía a nadie; el restaurante de Angelillo, también, mantenía sus puertas cerradas y me dirigí al Nacimiento, donde un hombre llenaba agua en garrafas de plástico, pero no era frailero y me preguntó por la calidad del agua, le contesté que era excelente y observé que los fluxómetros no funcionaban y había que introducir el recipiente en la parte donde de abajo, cosa que es difícil de conseguir porque las botellas flotan y hay que empujar para abajo y al mismo tiempo equilibrar el envase.

 Llegué hasta el restaurante del Charro y, también, estaba cerrado y por la calle no se veía a nadie, pensé que estarían todos recluidos en sus casas, pero en la puerta del edificio de la Caja Rural había tres o cuatro personas, distanciadas entre sí, seguí por la plaza del Rector Mudarra y la ausencia de los vecinos era notable, finalmente me dirigí por la calle del doctor Medina Ibáñez hasta la calle Cuevas, donde vive mi hermana Maripi y toqué en el cristal y ella salió con una sonrisa grande y por fin nos veíamos, tras el confinamiento por el dichoso virus, su perro, también, se alegraba de verme y meneaba el rabo en señal de recibimiento. Ella me contó muchas cosas y yo a ella y salí a la calle Tejar y el restaurante La Posá estaba cerrado, por la calle Mesones no había nadie y el Cinema España, también, estaba cerrado, comimos espárragos, calamares y ensalada, junto con Rosi madre, Rosi hija, Fran y después llegó Santi.

 Visité a mi hermana Juanita y se quejaba de su vista que cada vez va a menos, pero me dijo que no quiere irse de su casa porque allí está bien y conoce todos los rincones y si se fuese a otro lado no se encontraría bien. Frailes sigue vivo pero cerrado por el virus; la parroquia de Santa Lucía pronto va a estar abierta.

 Frailes no es el mismo, hay que ir a las casas para ver a los vecinos y por ahora no hay donde tomarse una rica cerveza y encontrarse con Torres, o con el Cuqui, con Antonio el Practicante o con Bragueta y por eso fui a casa del profesor Alejandro Caño y de Mercedes. Frailes está ahí, habrá que volver a darle varias capas de Frailestud y que recupere su magia, sus alegrías y las voces de sus niños en las calles. Habrá que decirle a los picacheros, a los del barrio de la Iglesia, a los del Nacimiento, a los del Cantillo, a los de todas sus calles que recuperemos la vida, la esperanza y que con el calor de todos, volvamos a respirar la tranquilidad, que hace unos meses teníamos.

sábado, 9 de mayo de 2020

VOLVER A BAILAR CONTIGO


Voy y vengo y
me dejo la piel en el camino
Bailo contigo
y tu cuerpo es
de azul marino
Te beso y
tus labios saben a
miel y me endulzan
en estos malos tiempos del virus
Vuelvo contigo y paseo
de tu brazo y respiro,
vivo, miro, escucho,
me callo, ando, me quito
las manchas de la vejez
y me pongo joven
para volver a bailar contigo

viernes, 8 de mayo de 2020

RESISTENTES



En mi familia nadie ha resistido más, como los dos hermanos más pequeños de mi madre, mi tía Dolores y mi tío Camilo, son mellizos y desde que nacieron han estado unidos, ahora viven juntos en la casa de Dolores, en la calle Carboneras y tienen 96 años. Mi tío Camilo trabajó como un animal, en trabajos duros como descargando camiones y sobre todo haciendo muchos encargos de la gente, ha sido una persona muy servicial; le gusta cantar y se sienta en un banco del parque de las Cuevas y ofrece su repertorio, hasta que se queda dormido, pero aún es capaz aunque casi arrastrándose de ir al restaurante La Posá a tomarse un café y fumarse un cigarro.

Mi tía Dolores es una resistente nata, trabajó en la aceituna y fuera de Frailes, crio a sus dos hijos: Encarna y Antonio, este último ha sido alcalde socialista de la villa de Frailes durante 20 años, sigue viva y con energía y da alegría de verla porque es una mujer muy positiva que siempre está contenta y se preocupa por los demás. Como muchos otros fraileros forman parte de una generación callada, que han luchado, trabajado y dignificado al ser humano y a pesar de sufrir muchas carencias, han salido adelante como andando de puntillas por esta vida.