A lo barato todo el mundo acude y eso suele ocurrir los martes por la
mañana en el recinto ferial de Alcalá la Real. Cientos de personas llegan a
este lugar para hacer sus compras en el Mercadillo que ofrece unos cien
puestos, principalmente dedicados a ropa de mujeres, hombres y niños, así como
zapatos, bisutería, plantas, productos de droguería, perfumería, frutas de todo
tipo, hortalizas y algún producto de la tierra, especialmente de la huerta de
Castillo de Locubín.
Las diversas calles que se forman, atestadas de un público que mira, toca y
se prueba todo tipo de prendas, se asemeja a una feria del consumo, con
productos baratos y los comerciantes ambulantes pregonan su mercancía y en una
especie de marketing directo hacen sonar sus voces para atraer a sus clientes.
Dos prendas por cinco euros, bonita acércate, a euro, a dos euros, a tres
euros, las voces van en aumento y un corro de mujeres se divisa en puestos de
ropa, y allí donde se acumula la gente, suele haber prendas que gustan y que a
veces son de marca, por lo que cada uno trata de buscar lo que le agrada.
Esta mañana, el cielo estaba gris pero un poco más tarde el sol
iluminó Alcalá y todos en el ambiente sabían que era otro día de mercadillo.
Mercedes es asidua a efectuar compras y hace una especie de ritual cada
martes y trata de llegar al recinto ferial para buscar alguna prenda que le
guste. Ella sabe donde tiene que ir porque son muchos días los que ha invertido
en este menester, pero ahora es como si se lo supiese de memoria, ella recorre
los puntos de venta donde sabe que va a encontrar la prenda deseada y por poco
dinero y echándole tiempo, al final consigue lo que quiere.
El ambiente va ‘in crescendo’ y cada vez se ve más gente. En el puesto de
Federico, un señor que vende zapatos de calidad y con precios buenos, las
mujeres se sumergen en la búsqueda de unas botas, unas zapatillas o un calzado
para hacer deporte. Cualquier zapato de cuero y bien cosido puede costar la
mitad que en una tienda normal, aunque no hay para escoger y probarse, pues
todo es suerte y buscar el número adecuado. Aunque quizás en cualquier zapatería alcalaína se encuentre el par que cada uno busca.
El Mercadillo es una fuente para la economía alcalaína semanal, hubo mucha
polémica por si éste interfería en las ventas del comercial tradicional
alcalaíno, pero la mayor parte de los clientes, también hace compras en los
comercios locales, y son muchas las personas que se trasladan a Alcalá la Real,
de pueblos limítrofes como Frailes, las aldeas, Benalua de las Villas o Castillo
de Locubín. Por ello, el Mercadillo es un factor de riqueza que anima las
ventas en general y da vida al municipio.
Después de recorrer todas sus calles, de mirar y escuchar a los
comerciantes ambulantes, muchos encuentran y aciertan con la prenda adecuada,
otros no tienen suerte pero ha sido un día de ilusión, en cualquier momento hay
encuentros inesperados con gente que conoces y hay charlas e intercambios para
compartir cualquier cosa.
Más tarde, aquellos puestos ambulantes van cerrando, las camisas, los
zapatos, los abrigos, los chandals, se van introduciendo, de nuevo, en sus
cajas. Los hierros y elementos de los puestos se meten en la furgoneta y los
comerciantes van empaquetando el género y colocándolo cuidadosamente, dejando
un rastro de voces, de ventas, de cartones que los trabajadores municipales
retiran en poco tiempo. Después, el recinto ferial se acomoda, se viste como
estaba y las voces y sonidos de las ofertas verbales de los comerciantes
ambulantes se oyen a lo lejos como si un eco las devolviera otra vez.
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