En aquella habitación silenciosa medía mis pasos entre pared y pared. Mis
piernas se flexionaban intentando alcanzar el suelo y la radio emitía sonidos
de un locutor que retransmitía un partido de fútbol. En el bar del Parque,
decenas de personas miraban el televisor y estaban pendientes de Cristiano
Ronaldo y de Messi; llegaban jóvenes negros que también observaban el partido y
se emocionaban con los driblings de Iniesta. Una pareja de amigos me invitó a
sentarme con ellos y compartí sus vivencias.
Por la mañana, me levanté cuando aún la luz del día empezaba a salir, la
calle estaba mojada y mis pisadas se incrustaban en el albero del Paseo de los
Álamos; una mujer llevaba un perro con una cuerda y lo paseaba sin cesar, mientras
algunos entraban en la churrería para tomar un desayuno con chocolate y
tejeringos.
Hoy compré en aquella panadería junto al Pradillo un par de bollos de
cereales para el desayuno y mientras lo tomaba, leía algún titular periodístico,
saludé a Pablo el de la Óptica y me comentó que se iba a buscar setas con un
amigo. Miré algún escaparate que estaba adornado con trajes de fiesta para la
Navidad y varios grupos de inmigrantes, con gorros en la cabeza, pasaron en ese
momento por mi lado, algunos llevaban un cigarrillo en la mano y otros hablaban
bajo entre ellos.
El Llanillo aparecía sin gente, el Paseo tenía a tres o cuatro clientes y
el sol apenas salió aunque no hacía mucho frío. Los ecos de los goles de Luis
Suárez y de Sergio Ramos se oían, aún, en mi mente y escuchaba las palabras de
una tertulia televisiva que estuve viendo la noche anterior. El salario mínimo
había subido un 8%, pero no era suficiente para sostener a una familia normal,
aunque no todas las personas disfrutaban del mismo. El presidente de Cantabria,
Revilla, se había juntado con Mujica y ambos estaban de acuerdo en que la
llegada de Donald Trump no era agradable para el planeta tierra.
En las Escuelas de la Sagrada Familia no había nadie y las puertas estaban
cerradas. Mi vecina me advirtió sobre una reunión en la Comunidad de Vecinos y
un auto sonó su claxon mientras el conductor me hacía una señal.
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