Aún hay personas que no pueden prescindir de la hortaliza y cada año
cultivan en su finca los tradicionales frutos como son el tomate, pimiento,
sandía, melón, habicholillas o calabazas. Más que un trabajo es una especie de
ritual agrícola en el que durante varios meses, se produce el milagro de
convertir una serie de plantas o semillas, en variedades hortícolas que son
consumidas en el hogar familiar, e incluso reparten las mismas entre amigos o
familiares.
En Alcalá la Real, Frailes o Castillo de Locubín, todavía quedan gentes que
son verdaderos magos en el cultivo de hortalizas. En la ciudad de la fortaleza
de la Mota se está extendiendo este cultivo, con los huertos ecológicos que ha
promovido el Ayuntamiento. Si damos un paseo por el carril-bici, se puede ver
una serie de hortalizas junto a este camino. Los propietarios de las fincas
prepararon el terreno en la primavera, colocaron las plantas como los tomates o
pimientos, o plantaron las diversas semillas, velaron por ellas durante algún
mes, y ahora, se pueden ver en las diversas
propiedades la ‘explosión’ de las hortalizas. Por entre los surcos, se
ven salir grandes calabazas que algunas pueden pesar 80 kilos; entre las cañas
preparadas para ello, los tomates verdes surgen y poco a poco van tomando su
color característico, el rojo y el colorado, tomates hechos con entusiasmo, con
un sabor inigualable que hacen suspirar al que los puede probar, nada que ver
con los que consumimos de los invernaderos almerienses. Detrás de este tomate
hay muchas horas de trabajo, muchos despertares, muchos riegos y mucho
entusiasmo para poder dar ese fruto, pero vale la pena el esfuerzo, y eso a
pesar de que casi nadie le da importancia a este tipo de cultivos. Además, los
que se dedican a ello, no lo hacen para ganar dinero, sino como algo que llevan
en su cuerpo que han aprendido de sus padres y abuelos.
Hay gentes en todos estos pueblos de la comarca de la Sierra Sur que año
tras año se dedican a realizar este milagro, el resultado es especial, al menos
nos hacen sentir que otro tipo de alimentos naturales es posible.
Personas como Juan Antonio Marín, Miguel Montes, Enrique Cano, y muchos
otros, no pueden remediar sembrar la hortaliza cada año, ir un día tras otro a
observarla y cuidarla y al final, disfrutan sacando estos frutos a la tierra y
aún más, regalando sus tomates, pimientos, berenjenas, pepinos y otros a
quienes los rodean, es como una especie de ritual anual que los une a la tierra
y a los hombres y mujeres que viven en esta comarca.
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