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martes, 16 de junio de 2020

PANDEMIA, MASCARILLAS Y OTRAS NUEVAS NORMALIDADES


Las mascarillas han cambiado el mundo, ahora parece que estamos todos los días de Carnaval pero todos con el mismo disfraz, aunque con distintos colores. A veces olvido colocarme la mascarilla al salir de mi casa. El Ayuntamiento alcalaíno me ha regalado un pack de diez mascarillas, por estar empadronado en este municipio y porque tengo más de sesenta y cinco años. Se riegan las calles con desinfectante. No nos vemos las caras y a veces si alguien nos dice adiós, no sabemos quién es y le contestamos o no. Los bares para ser rentables ahora deben tener una buena terraza y la gente acude a ellos a tomar algo y a tratar de impregnarse de normalidad. En los hospitales, ahora, atienden mejor, será porque no va mucha gente o porque nos hemos vuelto más amables, o por otra causa. El Estado, de nuevo, incentiva la compra de coches. El País cambia, otra vez, de director, Soledad Gallego-Díaz ha durado poco tiempo y a  Maruja Torres le han vuelto a dar la patada en el culo y ha dicho ella que ‘no tengo el coño para ruidos’. ¡Vaya con el periodismo dirigido! Todo sea por la pandemia dichosa. Estamos en un mundo irreal, no hay fiestas, no hay procesiones, no nos vemos como antes, algunos hemos engordado y encima han quitado las fronteras en las rotondas del Portichuelo y de la Fuente del Rey. El Equipo de Gobierno alcalaíno se da prisa por inaugurar obras, como la del parque de los Sauces, para tratar de sumar infraestructuras en esta legislatura que el corona virus la ha reducido, aunque los socialistas, o algunos, dirán que esa obra es de su herencia pasada, por el impuesto de sucesiones. También, les ha dado por visitar empresas y poco a poco las irán conociendo todas. El otro día me encontré a Baldomero Andreu, hacía tiempo que no lo veía y le pregunté por la salud y por el trabajo, me dijo que en su vida había trabajado tanto y que los Servicios Sociales le entusiasman. El verano se ha presentado atípico, no ha habido Corpus, ni san Antonio, ni feria ni ná y continuará así, sin Etnosur y sin perspectivas de ir de vacaciones, porque irse fuera, ahora es incierto y habrá que ahorrar por si el rebrote del virus viene pronto, será un nuevo palo para la salud y la economía. Cuando me encuentro a alguien, no sé cómo saludarlo, si ponerle el codo, la rótula o el peroné, o hacerle un guiño de complicidad, y la mayoría de las veces no veo a la gente, porque llevo la máscara y las gafas y éstas se me empañan y no hay manera de ver las imágenes nítidas. Yo ya estoy en el grupo de los viejos, y además con riesgos colaterales, en poco tiempo mi status ha cambiado, no sé si habrá sido como consecuencia del virus o del paso del tiempo, pero me siento más libre, más suelto, con menos responsabilidades y sobre todo consumo menos y eso es un alivio.

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