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lunes, 8 de junio de 2020

MINICUENTO SIN PENA NI GLORIA


Un día cuando era triste, bailé una canción movida de rock and roll y me moví por los ladrillos blancos de aquel salón, movía los pies, zigzagueando, como si hubiese aprendido en algún garito alegre de Brodway, así todo mi cuerpo estaba en acción y mis manos abrazaban el viento  invisible que se dejaba querer sin pensarlo dos veces en tiempos del corona virus aislado por fin, en un rincón del alma. Hay un hombre que limpia todos los rincones del alma humana y una mujer que canta en las mañanas grises de este junio raro, sin fiestas, sin ferias y sin sanantonios benditos, suplicad a Dios inmenso. Este año no habrá sampedros, ni procesión, ni comuniones. Este año es diferente a todos y todos a este, como un alma en pena, va pasando y pasando y consumiendo los minutos que le dieron y acabará como todos en un minuto último y se arrastrará por el suelo del desván y se colocará en una especie de arcón desvencijado que guarda los remembers de otros tiempos y los juguetes baratos de la posguerra, como aquel caballo de cartón que no galopaba y las goteras lo mojaron y se fue deteriorando a través del olvido y de los años de hierro muertos por las carencias sin caricias.

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