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jueves, 27 de junio de 2019

HACE CINCUENTA AÑOS


El día que el hombre llegó a la Luna, yo estaba allí, creo que di el paseo con el astronauta, a pesar de que mi madre me dijo que eso no podía ser, que al cielo no se podía subir así por las buenas, que había que ganárselo aquí en la tierra.
Me planté frente al televisor que había en el bar La Cueva de Frailes y no me perdí detalle, estaba rodeado de mis amigos, Miguel y David Tello, Pakitín Tello, Pedro Alcaide y muchos más y allí en una cueva el mundo se hizo pequeño y aquella ventana catódica nos traía la ciencia a aquel pueblo perdido, en el que muchos de sus habitantes habían cogido las maletas para tratar de buscarse la vida fuera de sus casas. En 1969 había pocos televisores en la villa frailera y La Cueva se llenaba de vecinos cada vez que había un acontecimiento importante; allí vi las corridas de toros de Manuel Benítez ‘El Cordobés’; el triunfo de Massiel en Eurovisión y no comprendí como primero aquel ‘La, la, la’ lo cantaba Joan Manuel Serrat y después fuese aquella mujer a representar a España.
La llegada del hombre a la Luna la celebré a lo grande, pero después, me salió el tiro por la culata, con la euforia del acontecimiento, quise emular al primer hombre que puso los pies en ella y compré un cohete de esos que se tiran en las procesiones, lo coloqué en un marmolillo frente al bar y le metí fuego y aquel pequeño artefacto fue a parar al cuarto de la hija de Miguel Zafra, que vivía frente al bar Nuevo y todo eso me causó una pequeña tragedia, porque Mari Floren estaba durmiendo y se llevó un gran susto, y claro su padre trató de buscar al culpable de perturbar el sueño de su hija; no me acuerdo muy bien, pero creo que Miguel fue a enterarse de quién había sido el autor de semejante fechoría y también creo, no estoy muy seguro de que cuando se presentó por La Cueva para averiguar el asunto, le dije que había sido yo, y que actuara en consecuencia, me parece que me multaron y pague una cantidad que tampoco recuerdo. El incidente me sirvió de ejemplo para toda mi vida y hoy al enterarme que se cumplen cincuenta años de tal acontecimiento, me he acordado de Miguel Zafra, de Mari Floren y de todos aquellos días que fui aprendiendo cosas que después me han servido mucho. Hoy La Cueva está medio cerrada y se llama La Gruta; Miguel Zafra y Mari Floren viven en Alcalá y yo también y seguimos mirando a La Luna muchas noches cuando el cielo nos deja y pienso que puede que María la Betuna llevase razón y que al cielo es imposible subir sino vas de la mano de algún Elegido.

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