Aquél día Paco Belmontes nos dejó un halo de esperanza y de generosidad, como siempre, como un caballero de la vida que la vivió intensamente, y buscó caminos de piedras y caminó por ellos y siempre vigila desde lo alto y siempre tendrá amigos verdaderos y su recuerdo estará presente en nuestras mentes.
Aquél pequeño porquero y cabrero que se le perdían los animales y que vagaba y vagaba por la Sierra del Trigo, aquél hombre que viajó a Turquía, Venezuela, Irán o Argelia, que se dejó el pellejo para que podamos seguir hablando de él, está presente en estos días de verano y mi mente se va tras él y recuerdo tu recuerdo e iré a buscarte por esos caminos que transitas en los montes de Valdepéñas, de Noalejo, de Frailes y tomaremos un vaso de vino con algo rico de eso que sabe hacer Encarna.
P. D. Para Belmontes y todos sus amigos.
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