Mi amigo Hugo que tiene cinco años vino a visitarme a Frailes y para corresponderle, lo llevé a uno de los lugares de más entidad frailera, el Nacimiento, y lo agradeció porque decía que el agua estaba estupenda y frresca y jugó con sus caños de agua e inclusó mojó a algunos otros amigos.
El Nacimiento de Frailes sigue ahí, apagando la sed de todo el que llega a beber a sus caños, ofreciendo un agua rica, fresca y abundante e incluso con la crisis que estamos padeciendo, los caños siguen manando este agua de siempre que nos hace estar orgullosos de él. Desde tiempo inmemorial el agua del Nacimiento sigue cayendo y mojando nuestros labios, como una seña de identidad de Frailes, como una esencia de esta villa de la que debemos estar orgullosos.
Solo hubo un momento durante mi vida en que el agua no manó por sus caños, y entonces me pilló a contra luz y no sabía porque no salía el agua, pero a los pocos días volvió el agua y todo volvió a su cauce.
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