Hacía tiempo que no vía a esta persona, José Antonio Fuertes, fue mi profesor de Literatura en la Universidad de Granada, allá por el año 1976. El pasado martes me lo encontré en el Aula Magna de Capuchinos que iba a dar una conferencia. Nos saludamos y le hice una entrevista y como siempre fue interesante. Esto fue lo que me dijo a mí y a la tv Porunbujero. La conferencia la dio gracias a Amici Culturae.
'Primero agradecer que esté aquí en Alcalá, me trae muy buenos recuerdos. Me han llamado para hablar de un último libro que escribí, que me costó encontrar editor que es un libro llamado ‘Intelectuales de consumo’ y estudia la formación de los últimos intelectuales y la función que cumplen y el sentido que tienen en la historia. Los intelectuales en España en los años 80, 90 y hasta la actualidad.
El libro no sabía como llamarlo porque en un principio parecía que el sentido más bueno era de hablar de mafias literarias, mafias intelectuales, grupos y sectas que controlaban todo lo que era la cultura, pero el editor tuvo a bien ponerle el titulo de ‘Intelectuales de consumo’ y me parece acertado, porque el término de mafia hace referencia a unos comportamientos que están fundamentando todo este juego de los intelectuales, pero que en realidad puede ser como una especie de máscara. Pero detrás de la mafia ¿qué hay? O ¿mafia porqué?
También dijo algo de los intelectuales de la transición y los de ahora: en la transición yo puedo ver, al menos, 3 grandes grupos de intelectuales. Nunca España se divide en dos, nunca, eso es falso. Ortega, como tantas veces se equivoca. ‘no hay dos Españas, ni mucho menos, hay tres’. Un grupo de intelectuales venía de la posguerra, del régimen y que se les ha dado en llamar franquistas y esos eran fuertes y tenían un montón de periódicos, revistas, editoriales. Después, estaba el grupo que se abre del Franquismo, que se fracciona y querían un poco adecuarse a los tiempo más modernos de la sociedad más de consumo. Y luego estaba otro grupo de intelectuales, emergentes, que respondían a cuestiones políticas pero que entendían el trabajo intelectual de manera nueva y distinta al resto. Ese grupo será el que a su vez sufrirá otra división interna, las cosas no son simples. Dentro de este grupo que rompía y creaba cuestiones nuevas que rechazaban el continuismo y la reforma. Hubo quién se mantuvo en ese planteamiento y quedó fuera porque hubo otros que cogieron la batuta que fueron los reformistas, en definitiva. A estos triunfadores podiamos calificarlos de traidores. La palabra traidor pues es fuerte, pero real. Para los franquistas eran traidores los que vendían al régimen y hacer que se remodelara. En definitiva, se ha visto que no eran traidores, eran unos artífices perfectos de la continuidad que se aliaron en un nuevo frente a partir de 1978 con esta fracción reformista de los nuevos intelectuales que surgía con planteamientos políticos, marxistas.
-¿Quién triunfó en la Universidad, tras la transición?
-Los reformistas, los rupturistas para nada. Los rupturistas quedaron bien laminados, bien marginados y nos encontramos con un grupo fuerte de intelectuales que se vistieron de izquierdas y en realidad no lo eran, eran unos perfectos traidores y políticamente son los intelectuales del PSOE y éste fue el gran partido donde se metieron falangistas, reformistas de Franco. Lo que pasa es que después con el proceso que se abrió en el año 1982 lo que nos encontramos aún peor todavía, porque nada sabíamos los jóvenes de entonces que siempre estábamos siguiendo las directrices de la dirección, cuando íbamos a fiestas del PCE o de Santiago Carrillo o de Felipe González, y que aquello parecía que las cosas iban a cambiar, toda esa gente luego nos dimos cuenta de que fuimos perfectamente engañados.
Los partidos políticos ya no mandan en la Universidad, ya no les interesa. El mando se ejerce directamente en la Economía. La Universidad está perfectamente controlada y al servicio de los intereses económicos. Cuando se utiliza hoy en la Universidad el término de una Universidad abierta a la sociedad, eso es una especie de máscara, de eufemismo, de fermosa cobertura para engañar y decir una cosa por otra. Se dice al servicio de la sociedad cuando tenía que decir al servicio de los intereses de la gran industria o de la banca. Fijaros como el Santander dice ‘el valor de las ideas’. De pronto, empieza a descubrirse que las ideas son mercancías, como un libro, un coche o una lavadora y se compra y se vende mercancía ‘idea’.
A la pregunta de si habrá intelectuales independientes en la Universidad española. Contestó que no le van a dejar lugar y mucho menos en la Universidad del ministro Werth y su imagen me desagrada, mucho más su idea. Tiene un aspecto demasiado duchado, demasiado limpio y no, en politica no hay nada tan limpio. Este señor está planteando un desmantelamiento total y absoluto y completo de la Universidad que se inauguraba entorno al año 1968, de aquello no va a quedar nada. La Universidad será un gestor de negocios y productiva que significa al servicio del capital.' Todo esto me dijo.
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