El teatro alcalaíno Martínez Montañés se llenó el pasado viernes hasta los topes para ver la obra del actor sevillano Manu Sánchez, denominada 'El Buen Dictador’. El público no dejó de reír y aplaudir a este hombre que vestido con un uniforme blanco, una capa y en ocasiones un báculo, parecía el mismísimo dictador general Franco, otras veces se asemejaba a un dios sevillano que a través de numerosos teléfonos de diversos colores intentaba arreglar los problemas de los habitantes del mundo. Este actor con un lenguaje que cala entre su público, lo conecta y lo envuelve en una especie de submundo que es muy parecido a la España de hoy. Manu Sánchez pone en esena diversos asuntos como la independencia de Cataluña, el sexo o un embarazo y los va resolviendo como un simple mortal, pero en última instancia se trata de un dios que todos conocemos por el Antiguo y Nuevo Testamento. Sus creyentes le consultan sus problemas y él les responde como un consultor de televisión, o como un ser divino pero cercano que incluso el mismo sufre algunos de los problemas que le consultan.
Con un lenguaje de sonido sevillano, va mezclando situaciones normales de creyentes que le van preguntando diversos temas de la vida diaria. A veces, este espectáculo parece que es la situación española actual, donde fallan las principales agarraderas de la sociedad, donde todo se tambalea y parece que se rompe y es necesario una solución definitiva porque todo se puede ir en cualquier momento. Incluso, durante el espectáculo, Manu Sánchez hizo alusiones a asuntos que ocurren en Alcalá la Real, como la rotonda junto al Lidl, o la famosa secretaria alcalaína. Todos estos gags multiplicaron los aplausos porque el actor se identificó con los espectadores, al traer al escenario problemas cotidianos que sufren los vecinos.
El espectáculo engancha al espectador y las risas son continuas durante casi dos horas que dura el mismo. Manu Sánchez sabe explotar una especie de temas actuales que todo el mundo entiende y trata de dar solución, aunque deja que el libre albedrio intervenga.
El Buen Dictador interviene e impone su ley cuando todo falla y se tambalea y actua para dar soluciones porque es el líder supremo, el creador que tardó siete días en crear el mundo. El mismo confiesa que algunas cosas se le escaparon y no tuvo mucho cuidado en hacerlas. También, da cuenta de que los seis primeros días de la creación fueron bastante buenos, pero al crear al hombre y sobre todo a la mujer empezaron a salir los problemas. Pero, la obra es critica y el actor sabe dar cuenta de los asuntos que interesan a los ciudadanos y lo hace de una manera divertida y coloquial que llega a todas las mentes; es como si cualquier vecino nos hablara de las cosas diarias que nos van pasando. Además, cuenta con una gran puesta en escena, y con constantes signos de atención acústicos que tratan de que el espectad or ponga atención.
Con esta obra, Manu Sánchez se consagra ante los espectadores que lo han seguido durante su carrera y logra una conexión de gran calado y poniendo en escena las grandes cuestiones e incluso el porqué de nuestro paso por este mundo.
El final fue apoteósico y el público alcalaíno premió con grandes y sostenidos aplausos a este hombre, a este actor que ha ido superándose a lo largo de su trayectoria y que ha dado al teatro andaluz un plus de calidad y autenticidad de gran calado. Y el ‘carpe diem’ sale a relucir, como diciendo que la vida son dos días y hay que aprovecharlos.
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