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viernes, 12 de abril de 2019

DIA DE VENTAS DE LA FRAILESTUD

Por la mañana estuve en Frailes, me coloqué en el Mercadillo para vender ejemplares de La Frailestud, abrí la puerta de atrás de mi auto y saqué unos libros y empezó a llegar gente. Unos miraban y no decían nada, otros pasaban de largo; entonces realicé otra táctica y es que a los que conocía más, les ofrecía el volumen y les explicaba que había escrito un nuevo libro de Frailes, entonces empezó a funcionar mejor la venta. Así, vino la mujer de Luis el Cantaor y me dijo que había leído lo que había escrito de su marido y se quedó con uno y me dio un beso. Pasó la Anita de Melones, la que tiene la gasolinera y adquirió otro; vi a don Juan, el maestro, y también se llevó otro; el Juani de don Antonio Alba vino a interesarse y sumé otro; la hija de la Tapamé, la Encarnita de la Fea y mi primo Miguel, mi amigo Torres, el juez de Paz Fermín Garrido. La Cari también pasó por allí y no dudó en quedarse con otro; la hija menor de Macareno me compró un libro para su hermana Loli como un regalo en su onomástica y alguno otro más. Después le llevé otro a Carmen la de Ezequiel, cuyo balcón es la portada y otro le he guardado a María Cano Peña, así como otro a la Esperanza Antelo que vivía en la calle San Antonio y ahora está en Sevilla. Al final, fui con Torres a tomar una cerveza y Paco el Charro me dijo que estaba disfrutando mucho leyendo el libro, sobre todo la parte antigua y añadió que se emociona mucho y lo pasa muy bien. La Frailestud interesa, tiene su público, se vende.

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