Estuve bailando twist toda la mañana, recordando aquellos tiempos en los que me colaba en los bailes de los mayores, que hacían en las Escuelas Nuevas, junto a las Eras del Tejar. Movía mis piernas, los brazos y todo mi cuerpo y parte de mi mente me llevaba a un estado de casi felicidad, pensaba en mi amigo Miguel Tello, en todos aquellos que bailábamos juntos y que ahora no están, parece que han desaparecido, y aquí me encuentro solo entre recuerdos y sigo siendo un solitario sin remedio que busco no sé qué.
Miro mi mesa, mis retratos, mis bolígrafos, algún libro y pierdo el tiempo bailando pero puedo bailar con la mujer que yo elija; estoy remolón; fregué el suelo para sentir la limpieza, hice la cama para sentir el orden, repasé pensamientos y el frigorífico se disparó; me hice una tostada con un pan de Frailes que me regaló mi hermana y seguí bailando y oyendo canciones que removían y renacían mi cuerpo.
Aquellos años fueron intensos, no sé qué aprendí, quizás no tenía que aprender nada, solo a subsistir en aquella taberna, llena de humo y de vasos de vino barato que envolvían a aquellos hombres en una niebla de irrealidad.
Ahora ando por estas calles y doy pasos por este piso donde me instalé, miro la calle donde han pintado un nuevo paso de peatones y como autómatas, todos pasamos ahora por allí.
Todos buscamos un poco de calor entre otros cuerpos, algo que nos reconforte, incluso anhelamos una palabra de ánimo, casi todos somos el centro de todas las miradas o lo intentamos, y así es difícil ser objetivo.
Yo no quiero una casa como la de Pablo Iglesias, me conformo con la que tengo; si eres socialista, comunista o quieres compartir el mundo con los demás, no puedes apropiarte de muchas cosas, deja que cada uno se vista con un pantalón, una camisa y unas sandalias ligeras, tome el sol, ande por alguna vereda y renazca a la vida cada día.
Me encanta comerme una naranja con un poco de pan.
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