Los municipios de Alcalá la Real, Frailes, Valdepeñas de Jaén y Noalejo, e
incluso algunos otros de la comarca de la Sierra Sur de Jaén, deberían tener en
cuenta el potencial turístico que podría tener la llamada ‘Ruta de los
Milagros’.
Se trataría de diseñar un recorrido por los lugares más esenciales, por la
que transcurre dicho enclave. Especialmente, los dos sitios más emblemáticos,
el llamado ‘Cerrillo del Olivo’ en la cortijada valdepeñera de Cerezo Gordo y
el denominado ‘Cerro de la Mesa’, perteneciente a la Hoya del Salobral de la
localidad de Noalejo. Además, se podrían añadir otros lugares, como el camino
que va de Frailes a la Hoya del Salobral, que está jalonado de pequeños
cortijos como El Charro, Los Rosales, Solana de la Parra, Los Barrancos,
Cerrillo el Ciego y Cañada Alcalá.
En el ‘Cerrillo del Olivo’ está todo dispuesto, es un viaje de unos diez
kilómetros desde la villa de Frailes, a través de un camino que actualmente ha
sido remodelado por la Diputación Provincial, e incluso se puede hacer andando,
con lo que el visitante puede apreciar, aún más, los encantos de la sierra, con
encinas y chaparros de una gran belleza y los contrastes de los cerros y montes
que la circundan. El cortijo de Cerezo Gordo es un lugar situado en una especie
de cuesta, en el que la modernidad y lo ancestral se mezclan, las antiguas
edificaciones de piedra se entrecruzan con los materiales actuales, como las
placas de uralita y las ventanas pequeñas. Las cabras y ovejas se oyen en el
horizonte y la tranquilidad solo es perturbada por el ruido de las aspas de los
artefactos que fabrican energía en lo alto de la Sierra del Trigo.
El camino
hasta llegar al ‘Cerrillo del Olivo’ es empinado y pintoresco; las casas parece
que están vacías, pero las voces de Domingo, María o cualquier otro vecino
siguen presentes y serviciales para todo el que llega. La llave para visitar la
casa del santo Luisico se recoge en la casa de Domingo, aunque éste murió pero
sigue su mujer Ana María que tiene la gracia de las personas antiguas y mayores
y recibe al visitante con una sonrisa. Además, entrega la llave de la casa del
santo Luisico de forma libre y natural y tras ello, se inicia el recorrido
hacía el ‘Cerrillo del Olivo’, por un sendero de tierra que aunque está
pendiente, ofrece una serie de vistas de gran belleza, y al llegar a aquél
lugar el silencio es el dueño de la situación y las encinas que lo circundan,
parecen estampas del siglo XIX y aún hay un asiento donde se puede descansar y
observar todo el paisaje que nos rodea. Hay que entrar a la casa del santo
Luisico y en la primera habitación se puede ver el retrato del taumaturgo,
rodeado de flores e imágenes, con una serie de retratos que envuelven al que
allí llega en una atmósfera inquieta, expectante y recogida. Allí, se nota la
fe de las gentes que allí llegan y sienten algo en su interior que les deja una
huella en todo su cuerpo. Aquella habitación no es indiferente para nadie, es
el resumen de la historia del santo Luisico y los exvotos se cuelgan en ella,
quizás para tratar de conseguir el favor o el milagro o la esperanza de un bien
futuro.
Al salir de allí, el cuerpo está más ligero y los ojos se dirigen a todo el
paisaje que se ofrece por todos lados.
El viajero se puede dirigir hacia la Hoya del Salobral y seguir esta ruta
milagrosa. Desandando, hasta llegar al Portillo del Espinar y tomar el camino
del cortijo de la Cañada de Alcalá, pasando por el Cerrillo del Ciego, donde
hay una pequeña fuente y las encinas, olivos y chaparras se pueden ver a lo
cerca y a lo lejos.
La Hoya del Salobral se presenta de pronto, con aquel macizo rocoso en lo
alto y las casas y la escuela en la parte de abajo, siguiendo este itinerario
se llega a la casa del santo Custodio, donde una especie de monolito nos dice
que allí tiene su habitual vivienda el taumaturgo mayor de la comarca. Frente a
ella, hay una fábrica de queso y una tienda donde venden de todo.
Se puede subir andando o en automóvil, aunque el camino es bastante
empinado, al final se llega a la fuente de agua ‘milagrosa’ con el retrato del
taumaturgo, con dos caños que echan un hilillo de agua, pero que la gente suele
llenar sus recipientes para beber y como algo valioso que tiene su importancia.
Siguiendo el mismo camino hacia arriba y pasando los diversos cortijos, se
llega al Cerro de la Mesa, donde se erigió la ermita a la Virgen de la Cabeza.
Pero el viajero puede ver el oratorio del santo Custodio y una serie de vistas
de Sierra Nevada. Así, allí en lo alto se encuentran una serie de cruces y una
inscripción sobre el taumaturgo Custodio. El oratorio está incrustado en la
roca y a través de una pequeña escalera, se puede bajar a verlo, hay un sinfín
de exvotos que los creyentes han ido dejando allí para pedir algunos favores,
sobre todo de salud. En el espacio que hay entre las casas de las cofradías, se
pueden dejar los automóviles y en el lado derecho y subiendo unas escaleras, se
encuentra un pequeño restaurante, donde sirven una comida tradicional,
compuesta de productos de la zona, como patatas a lo pobre con huevos y chorizo;
carnes asadas de choto y borrego, queso frito, ensaladas y vinos del terreno.
La Hoya del Salobral es un lugar mítico del santerismo de la comarca de la
Sierra Sur, es un espacio tranquilo, donde el alma y el cuerpo encuentran un
lugar esencial. El santo Custodio es el sanador que ‘vela’ por estos parajes y
son muchas las personas que cada día acuden a este sitio. Unos movidos por la
fe, otros por la curiosidad, hay gente que le gusta el medio ambiente y también
sube hasta allí para observar los diversos parajes. Según Manuel Amezcua, en su
libro ‘La Ruta de los Milagros’, el Cerro de la Mesa es todo un paraíso de
significaciones religiosas, espirituales e incluso esotéricas. Los aldeanos
dicen que en su interior se oculta una cábila encantada que espera no se sabe
que tiempos propicios para salir. Mientras tanto la cristiandad no para de
impregnar el territorio de símbolos sagrados.
En la comarca de la Sierra Sur hay otros lugares de este tipo, como el
cortijo de Los Chopos, entre el término municipal de Castillo de Locubín y
Alcalá la Real. Allí, tuvo un papel relevante el santo Manuel que nació en mayo
de 2012 y desde pequeño le fueron sucediendo cosas extrañas y según Manuel
Amezcua los que le conocieron dicen que este santo era un hombre como los
demás, dedicado a sus faenas agrícolas, con su yunta de mulos, segando,
trillando y que incluso era bromista. La gracia le llegó ya maduro y por
influjo mariano, entonces cuando la gente se enteró de que había surgido un
nuevo patriarca se contaron por cientos los que en santa peregrinación llegaron
a los Chopos para conocerle.
La idea de hacer una ruta turística no es una novedad, pero sería bueno que
los Ayuntamientos de Alcalá la Real, Frailes, Noalejo y Valdepeñas se pusieran
de acuerdo para incentivarla y promoverla, quizás fuese bueno, aunque estos
lugares podrían perder la autenticidad que ahora tienen. No obstante, las
diversas rutas que se pueden visitar reúnen una serie de encantos que los
viajeros pueden hacer. Igualmente, los empresarios del ramo de la restauración
podrían recibir cientos de clientes.
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