Después del encierro, llegó la
hora de volver a Frailes y lo hice, mi cuerpo me lo pedía y mi alma lo ansiaba.
Era como una especie de regalo que me hacía porque, al menos, podía hacerlo.
Estaba hasta nervioso y Alicia me dio una rosa que cortó en su casa de la calle
Oteros, para dársela a mi hermana Maripi. Inicié el pequeño viaje a Ítaca y
estaba como enfrascado toda la mañana, decidiendo la hora en que me iría. De
Alcalá hasta la aldea de Santa Ana, las rotondas del Portichuelo y de Fuente
del Rey no habían cambiado nada, los resaltes siguen ahí y la promesa de
aliviar esa especie de hándicap, aún no ha surtido efecto.
Llegué a la almazara
de Lucía Serrano y compré ese aceite que elabora y que tiene un sabor y un olor
especial. Continué por el Salogral y el campo ofrecía una variedad de verdes y
unos cielos grises y azules y sobre todo una tranquilidad pasmosa, parece que
estos días de encierro la Naturaleza ha trabajado sin problemas y cada cosa ha
cumplido su misión. Conforme me acercaba a Frailes, pensaba en cómo me
encontraría su entorno.
Hice una visita a la Quesería de Moisés y compré un
ejemplar de media curación, no se podía entrar dentro y habían colocado una
mesa a la entrada para controlar las ventas; antes en La Dehesilla me adentré
en la gasolinera y llené el depósito pues el precio del gasoil ha tenido una
bajada considerable y pensé que el ahorro daba su fruto y de ser un producto de
un precio alto, ha pasado a ser asequible.
La visión del
Balneario-residencia o cómo se pueda llamar desvió mi mirada de la carretera y
pude observar que había varios automóviles aparcados en la acera y dentro del
edificio había movimiento, es decir que las obras continúan.
El restaurante del
Choto estaba cerrado, en la carretera no se veía a nadie; el restaurante de
Angelillo, también, mantenía sus puertas cerradas y me dirigí al Nacimiento,
donde un hombre llenaba agua en garrafas de plástico, pero no era frailero y me
preguntó por la calidad del agua, le contesté que era excelente y observé que
los fluxómetros no funcionaban y había que introducir el recipiente en la parte
donde de abajo, cosa que es difícil de conseguir porque las botellas flotan y
hay que empujar para abajo y al mismo tiempo equilibrar el envase.
Llegué hasta
el restaurante del Charro y, también, estaba cerrado y por la calle no se veía
a nadie, pensé que estarían todos recluidos en sus casas, pero en la puerta del
edificio de la Caja Rural había tres o cuatro personas, distanciadas entre sí,
seguí por la plaza del Rector Mudarra y la ausencia de los vecinos era notable,
finalmente me dirigí por la calle del doctor Medina Ibáñez hasta la calle
Cuevas, donde vive mi hermana Maripi y toqué en el cristal y ella salió con una
sonrisa grande y por fin nos veíamos, tras el confinamiento por el dichoso
virus, su perro, también, se alegraba de verme y meneaba el rabo en señal de
recibimiento. Ella me contó muchas cosas y yo a ella y salí a la calle Tejar y
el restaurante La Posá estaba cerrado, por la calle Mesones no había nadie y el
Cinema España, también, estaba cerrado, comimos espárragos, calamares y
ensalada, junto con Rosi madre, Rosi hija, Fran y después llegó Santi.
Visité a
mi hermana Juanita y se quejaba de su vista que cada vez va a menos, pero me
dijo que no quiere irse de su casa porque allí está bien y conoce todos los
rincones y si se fuese a otro lado no se encontraría bien. Frailes sigue vivo
pero cerrado por el virus; la parroquia de Santa Lucía pronto va a estar
abierta.
Frailes no es el mismo, hay que ir a las casas
para ver a los vecinos y por ahora no hay donde tomarse una rica cerveza y
encontrarse con Torres, o con el Cuqui, con Antonio el Practicante o con
Bragueta y por eso fui a casa del profesor Alejandro Caño y de Mercedes.
Frailes está ahí, habrá que volver a darle varias capas de Frailestud y que recupere
su magia, sus alegrías y las voces de sus niños en las calles. Habrá que
decirle a los picacheros, a los del barrio de la Iglesia, a los del Nacimiento,
a los del Cantillo, a los de todas sus calles que recuperemos la vida, la esperanza
y que con el calor de todos, volvamos a respirar la tranquilidad, que hace unos
meses teníamos.
Gracias por el paseo Santi , lo hemos disfrutado, un abrazo .
ResponderEliminarQué ganas de poder tener un poquito de Frailestud.
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