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domingo, 22 de abril de 2018

MI PLUMA

Tengo una pluma estilográfica y escribo con ella las letras del abecedario; tengo dos plumas y escribo con las dos, no al mismo tiempo sino una después de otra. Las tengo en mi mesa, las limpio, las miro y me gusta tenerlas.
Cuando era pequeño ahorré para comprar una pluma y poder llevarla al examen de ingreso que se celebraba en Jaén, para empezar el Bachillerato. Iba con ella en mi bolsillo, era de la marca Kaweco y la tuve que pedir contra reembolso a una tienda de Madrid, hace muchos años. Cuando llegó la estilográfica estaba contento, parecía que había hecho algo importante; abandoné aquellas plumas sencillas que vendían en las tiendas y que había que mojar en los tinteros a cada instante y hacían muchos barrones. Era dueño de una estilográfica con gran autonomía, no tenía que mojarla a cada instante.
Después vinieron los bolígrafos y las plumas casi no se usaban. Aquellos ‘bolis’ BIC que aún siguen en la brecha, dieron un vuelco a la escritura y además eran baratos, contribuyeron a democratizar la escritura y ponerla al alcance de todos. Cualquiera podía llevar un boli en su bolsillo, parecía un signo de distinción.
Después me regaló Alicia la pluma Montblanc, tiene una figura como una señorita elegante, con su tintero genuino que da un toque de distinción. Al principio no me atrevía a usarla porque era y es una joya, pero después perdí el miedo y la llevo en mi bolsillo, es una delicia escribir con ella, tan suave, con un trazo perfecto…

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