El sacerdote Antonio Pérez Rosales fue el encargado de abrir la Navidad alcalaína, con el XXV Pregón navideño que reunió en el salón de actos de la Escuelas de la Sagrada Familia a las diversas tendencias de la sociedad alcalaína, en la noche del pasado viernes, 15 de diciembre.
Antonio Pérez tuvo una gran acogida y poder de convocatoria y él mismo agradeció a todas las personas que había allí que se hubieran acercado a la Safa para escuchar su pregón. Allí, estaba el consejero de Fomento de la Junta de Andalucía, Felipe López; la senadora socialista, Elena Víboras; el alcalde socialista Carlos Hinojosa, así como gran parte de la Corporación Municipal, excepto los representantes de IU.
Fue presentado por su primo, Sebastián Rosales, como una persona cercana que había sido párroco en las Angustias alcalaína y actualmente en la aldea de Charilla, habiendo pasado por diversos lugares de la provincia, como Noalejo o Jaén.
Rosales dijo que ambos eran más que hermanos e inició su vocación a los 11 años, con escasos recursos económicos. Añadió que ‘es un sacerdote que se hace querer, haciendo comprender que Jesucristo está con nosotros, es un hombre atento y sencillo, es querido por sus feligreses porque es mensajero de la paz de Dios’.
El pregonero comenzó diciendo que su presentador había hablado desde el corazón, ‘hemos estado mucho tiempo juntos’. Después, fue desgranando su pregón, diciendo que ‘la Navidad es bonita y sueña cada año como recién estrenada’. Siguió comentando que ‘la Navidad abre el cielo y lo inunda de paz y amor’.
Aludió a que hay muchas navidades y que la Navidad se había convertido en cultura y consumo, para después decir que ‘la Navidad tiene una gran noticia, el nacimiento de Cristo’ que divide a la historia en dos mitades’.
Fue hablando y diciendo que la Navidad se ha hecho eterna, ‘la han inmortalizado San Angustín, Benedicto XVI, los poetas de todos los tiempos, los grandes músicos, los pintores, y escultores’.
Definió a la Navidad como inmortal, como la fiesta más celebrada en todo Occidente, como la fiesta más grande.
Más tarde, recordó la Navidad alcalaína de los años 1950, cuando el padre Sebastián estaba en la Safa, hizo un recorrido por aquellos tiempos sencillos, realizando como un sueño en el que era el protagonista, llegando al belén con otros pastores y siendo uno más con ellos.
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