Un olor característico envuelve el obrador de la panadería ‘La Tejuela’, junto a la carretera de Alcaudete. Allí, están como hace más de 25 años , Rafaela y Nono Sánchez, una madre y un hijo que han hecho de su oficio un apostolado de fe y esperanza y suelen pasar una media de 12 horas al día en dicho lugar.
Rafaela, con 64 años, confiesa que se hizo panadera por casualidad, «mi marido era el panadero, yo fuí aprendiendo poco a poco, haciendo cosillas, en lo que más trabajo es en los polvorones, mantecados y magdalenas, todo lo que es el dulce tradicional». Después, cuenta como se hace un buen polvorón, relata que «hay que dedicarle mucho tiempo, primero preparar las almendras, hay que pelarlas, molerlas, tostar la harina, cernerla y una vez que tenemos la materia prima, hay que procurar un buen aceite de oliva, una buena manteca y todos estos productos se mezclan, se amasa todo junto y se le añade un buen chocolate y después se cortan y se cuecen».
Sigue relatando Rafaela y dice que «hemos tenido algunos años buenos, pero las ventas han bajado bastante, se sobrevive a base de trabajar muchas horas y con mucho esfuerzo, me levanto a las 6:30 horas y no tengo horario, puedo estar aquí hasta las 10:00 horas; mi ilusión es que mi hijo pueda seguir con la panaderías».
Su hijo, Nono, es el alma de esta panadería, es un chef de los dulces y disfruta inventando nuevos turrones: a pesar de que manifiesta que el panorama de este negocio lo ve mal, sigue fiel en su trabajo, pero considera que hay un menor consumo de pan y está en juego la sucesión generacional, además añade que no se valora el trabajo artesanal que realiza, pues las grandes superficies han hecho mucho daño, con el pan precocinado o el pan congelado y sobre todo porque es un trabajo esclavo al que hay que dedicar muchas horas y no hay fines de semana libres.
Nono se entusiasma hablando de sus especialidades, relata que para esta temporada, se ha inventado un tronco de Navidad nuevo que lleva leche, caramelo, vainilla y galleta, «es un tronco que lo hacemos con una silueta de la Mota, superbonito y elegante para la cena de Nochebuena».
Sobre turrones, «este año he sacado un nuevo, un turrón con chocolate, con frutos de la pasión y coco que llamamos turrón tropical y una tableta de chocolate denominado Caramelia».
Este hombre joven, sigue hablando de sus productos y habla del llamado ‘turrón alcalaíno’, es un dulce histórico que hacían las mujeres en su casa, con la maquinilla de elaborar el salchichón, «lo hacemos en versión corte y lo demanda mucho nuestra clientela, y también los polvorones de aceite, los vendemos a pequeña escala a familias de toda España».
Todos los productos de esta panadería son artesanales, se elaboran de forma manual, y se ayudan de pequeñas amasadoras, y una refinadora porque la masa es tosca.
Este panadero y dulcero sigue trabajando muchas horas, pero manifiesta que «tiene compensación para los que somos románticos y trabajamos en lo que nos gusta y disfruto cuando pongo en mi vitrina todos los dulces, con diversidad de salobres y colores, y es bonito y lo es más cuando llegan los clientes y se llevan la vitrina entera, eso es impagable».
Este panadero se queja de que tiene alguna carencia, la principal es que no tiene vida personal, «pero por suerte me ha tocado trabajar con mi madre y es la ilusión de mi vida, aparte nos llevamos muy bien y con mucho feeling».
Finalmente cuenta que la clientela suele comprar en un espacio de tiempo pequeño, en las vísperas de Navidad y hasta los Reyes Magos y considera que no se pueden prever las ventas, porque sus productos son perecederos y hay que tener cuidado con su elaboración.
Madre e hijo están superagradecidos con su clientela del barrio, porque son la base de sus ventas y les dan una forma de vivir.
Rafaela y Nono forman un binomio indisoluble, se han hecho el uno para el otro, consideran una bendición el poder estar trabajando juntos, cada uno en su cometido. Se miran y no tienen que hablar porque se conocen como madre e hijo que son. Nono no sabe qué hará cuando el próximo año se jubile su madre, pero mientras tanto siguen comulgando cada día con su trabajo, como en una especie de misa entre ambos, con mucho amor.
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