Paso el día juntando letras y las coloco en mis cuadernos, le doy miles de vueltas a mi cabeza; pienso en mi Nerea, en las cosas que escribe y en los libros que lee, me pregunto que allí sola en Madrid, estará un poco pensativa, pero se ha hecho fuerte e independiente.
Paso por el ferial alcalaíno y veo en la estación de Autobuses la estampa, que se ha hecho clásica, de los inmigrantes negros sentados en la baranda, a veces quiero hacerles una fotografía, pero no me atrevo, creo que meto en su intimidad y una vez hice una foto y se abalanzaron contra mi, no violentos, pero sí dolidos. Me imagino que pasar allí, en aquella barandilla tanto tiempo y un día tras otro, debe cansar mucho, pero allí siguen sin inmutarse, esperando que un propietario llegue en su automóvil y lo llene con varios de ellos para pasar un día en la aceituna y ganar un bonito dinero.
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