Soñé que estaba allí y me levanté, tratando de encontrarla. Subí hasta el Parque Periurbano pero aún era pronto. Ví salir el sol por la aldea de Santa Ana, mientras aún se oían los ecos de las canciones de King África.
La Mujer Dorada, la Reina Alcalaína me tendió sus brazos y no pude dejar de mirarla. Ella con sus senos parecía una madre llena de emociones.
Después, el sol alumbró todo su esplendor y la mujer se transformó en la Reina Dorada y el rayo brillante solo a ella le dio la luz. Y me sentí seducido por todos estos siglos de historia y mi cuerpo experimentó decenas de sensaciones. La mujer dorada era la reina mora y cristiana.
La Mota que cada mañana viste sus mejores galas para seducir a los alcalaínos porque a los visitantes ya los tiene a sus pies.
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