LA MOTA ESTRELLA DE LA FIESTA MEDIEVAL
La Mota,
siempre la Mota. Ahora en estos días un tren de ruedas recorre Alcalá la Real y
traslada a los vecinos a la Alcalá de Aben-Zayde.
Las
Fiestas Medievales son y forman un nexo
de unión entre la Alcalá Medieval y la actual. La Mota, la ciudad fortificada
es el punto de unión y ofrece un mundo de ahora y de antes que se ha rememorado
en estos días del 28, 29 y 30 de julio.
Decenas de
personas han trabajado para dar una nueva vuelta de tuerca al turismo alcalaíno
y ofrecer en la Mota un mundo lleno de misterio, alegría, diversión y una
muestra de la gastronomia y de otros productos que se ofrecen en el escenario
único de la explanada de la iglesia Mayor Abacial.
En estos
tres días, se han visto a miles de personas subir hacia el primer monumento
alcalaíno. Por la calle Real, la calle Veracruz, por calles antiguas y
medievales han ido andando y mirando, para ver desde lo alto la ciudad alcalaína.
Flautistas,
malabaristas, mujeres que bailan danzas orientales, comerciantes que ofrecen
olores especiales, productos de otros mundos, en el zoco se pueden comprar,
oler y degustar, como en aquellos tiempos cuando Alcalá era mora y cristiana.
Cuando el amor entre un capitán cristiano y una mora era aún pecado y se veían
en una fuente desierta.
El evento
potencia la dinamización cultural, integrando actividades que fomentan el interés
intergeneracional por la Fiesta,y fomentanla participación de los
ciudadanos y colectivos asociativos en las actividades de dinamización: Danzas,
Talleres, artesanía, oferta enogastronómica, y este año por primera vez una
obra teatral original y realizada
expresamente para el evento por Carmen Carrillo Ortega m una murciana de Cieza
que con ‘El cerco de BenZayde ‘está
interpretada por actores aficionados de la localidad y sus aldeas con el
objeto de que sea un referente de obra de carácter popular.
La Fiesta
Medieval pone en vivo el 1’5% cultural que el Gobierno de la Nación ha
invertido en los últimos años en la fortaleza de la Mota. Es un encuentro para
la diversión, para que este castillo fortificado siga siendo la novia dorada de
los alcalaínos y visitantes.
En estos
días han ido subiendo, al atardecer miles de visitantes a la fortaleza de la
Mota: familias enteras, matrimonios con el carrito del niño achuchándole por
las piedras lisas que llegan a la Oficina de Información. La Mota vale la pena
verla por dentro, se ha ido transformando y la Fiesta Medieval es como una
puesta de largo anual para seguir tendiendo amores con ella.
Buhoneros, artesanos, gentes del zoco
habían colocado sus puestos de venta a lo largo y ancho de la fortaleza,
vistiendo sus mejores galas. Allí ofrecían cerveza de la frontera, vinos con privilegios,
tes y mejunjes mágicos de estas tierras, combinados y alcoholes traídos de
otros mundos; tortas, panes y chios tanto dulces como salados. Junto a las
Casas de Cabildo, la luna brillaba estos días y desde aquellas alturas el
viento corría y daba en los rostros de todos aquellos que han ido visitando a
la ‘Reina Dorada’ que es la Mota cuando el sol sale a las 7:30 horas y los
rayos la envuelven en un calor especial que solo dura tres minutos y desde el
Parque Periurbano se puede ver esta maravilla pero hay que madrugar porque lo
bueno, lo único y lo especial suele
durar poco.
La Mota
cada mañana viste sus mejores galas para seducir a los vecinos. El sol, nada
más salir, la saluda y le da rayos de bienvenida, transformándola en la Reina
Dorada, con un color especial que solo ven los madrugadores y los elegidos.
La Mota es
el estandarte visual de la Alcalá actual, que se avista desde el norte y desde
el sur, por la carretera de Granada y la de Priego, por la Sierra de Frailes y
de Charilla y es como un faro terrenal que con sus torres da fe de ella misma
en el hemisferio de la comarca de la Sierra Sur.
La Mota
seduce cada día a decenas de visitantes que llegan esperanzados a este castillo
y miran y miran y esa seducción les va haciendo efecto en la visita.
En estos
días de Fiesta Medieval, la fortaleza de la Mota es como una gran madre que
recibe a sus hijos que vienen de vacaciones. Ofreciéndoles lo mejor que tiene.
Organizándoles un evento por todo lo alto. Con música, con vino, con danza, con
acróbatas y bailarinas, con una nueva obra de teatro, con buhoneros que traen
las mejores especies de esos mundos lejanos. A la Mota llegan estos días sus
hijos y parientes, otros invitados que son atraídos por la fuerza de la amistad
y del encanto especial de este monumento único, y ella los envuelve en una capa
de aire multicolor, como representante de la Ruta de los Castillos y de las
Batallas.
Y la
concejal de Turismo de Alcalá la Real, la socialista Eva Bermúdez, sonreirá
tranquila por haber conseguido, una vez más, que la Mota sea la estrella del
verano alcalaíno.
Y Nono
Vázquez seguirá haciendo teatro y recordando, a su manera, la Alcalá de
Ben-Zayde, la Alcalá actual y todos los actores recordarán que han vuelto a
aquella Mota del rey Alfonxo Onceno que desde la Fuente del Rey hizo el gran
cerco y ganó la batalla.
Pero la Mota seguirá siendo mora y
cristiana, europea y alcalaína, mundial e internacional, como una mujer de
frontera.
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