Cuando volví a
Alcalá la Real en 1993, no conocía a mucha gente, pero estaba seguro de a quién
quería conocer, una de esas personas era Paco Martín. Lo veía pasar por la
Avenida de Europa y lo he seguido viendo por los mismos lugares, con su bigote,
sus gafas, su cartera y su bolsa llena de periódicos, mientras caminaba hacia
su trabajo en el IES alcalaíno Alfonso XI.
Intentaba acercarme
al investigador, al profesor, al hombre que veía ir y venir, buscando
alicientes en su vida. No sé como fue surgiendo nuestra amistad, pero me fui
atreviendo para ir teniendo contacto con él. Leía casi todas las cosas que
escribía, aquellos Romances y Leyendas, leía sus colaboraciones en los
programas de cofradías o de la Virgen de las Mercedes y en los periódicos
provinciales. Yo quería parecerme a Paco Martín, poder escribir un libro como
él y embelesar a la gente contando investigaciones y trabajos sin parar. Pero
eso no podía ser, porque no todos somos Paco Martín; me iba conformando.
Paco Martín es un
hombre abierto, comprensivo, capaz de hacer cualquier cosa y de ponerse al
alcance de cualquiera. Tan pronto se convierte en guía cultural, como reunirse
con cualquier cofradía, acudir a una reunión de Cáritas, pasar por el bar Los
Sauces, reunirse con padres de alumnos, ir a cualquier archivo de España, o
recoger las escasas aceitunas de su propiedad.
Lo más importante
que he aprendido es su sencillez, que sabe llegar a mucha gente y que está
siempre dispuesto para lo que haga falta. Tiene la ilusión de un niño que
empieza a vivir.
Cuando intenté
escribir mi libro: Frailes, una visión de su historia, intentaba por todos los
medios que él me lo leyera antes de publicarlo, pero no me atrevía a pedírselo,
pero me armé de valor y lo conseguí, un día fui a su casa y se lo pedí y estuvo
encantado de hacerlo, me dio sabios consejos y a pesar de que el libro que
escribí no es ninguna cosa del otro mundo, porque no tiene mucho control, al menos aprendí algo y
lo pude publicar. También, en la presentación del libro en Alcalá la Real, él
fue quién lo introdujo.
Animado por esta
experiencia, seguí tratando a Paco Martín, unos días le proponía hacerle una
entrevista de su trabajo, otros que escribiera algo para el periódico, siempre
tenía una respuesta positiva. A veces hablábamos de política local o nacional,
siempre admitía las críticas pero también exponía sus puntos de vista. Paco
siempre se sentía orgulloso de ser del PSOE, de trabajar por su partido, de
haber sido alcalde, de ser presidente del PSOE alcalaíno y en la última
ejecutiva cuando se nombró a Carlos Hinojosa secretario general, en sustitución
de Elena Víboras, y fue nombrado presidente de honor, no le sentó muy bien,
pero aceptó el cargo.
Cuando ya empecé a
entrar en la vida de Paco Martín, estaba ansioso por encontrármelo por esas
calles alcalaínas. Siempre me informaba de lo que estaba haciendo: un día era
de lo que estaba investigando de la Memoria Histórica, otro día era de la
Guerra Civil y los alcaldes socialistas alcalaínos, los viajes que hacía a tal
o cual archivo, los libros que iba acumulando en su casa y que Cristina decía
que ya no cabían en ella. Intercambiábamos información, algún documento y me
hablaba de las visitas que hacia a la Mota y acompañaba a todo tipo de personas
y grupos. Esto último lo sigue haciendo, sin ánimo de lucro, como todo lo que
hace y le entusiasma que lo llamen y cada día tiene más trabajo, por ello
deberían nombrarlo Guía Oficial Alcalaíno.
También hay gente
que critica a Paco Martín, porque hay gente para todo y puede ser que a algunas
personas no le guste su forma de ser y de actuar. Pero pienso que tienen una
forma superficial de conocimiento sobre él. Cuando se le trata, es como un
vendaval que siempre está ahí, yo no tengo con qué pagarle, me tiene surtido de
un montón de noticias, de los viajes que hace con asociaciones, de familias
enteras que vienen en su busca para que les enseñe los monumentos alcalaínos, últimamente
colabora con un artículo de opinión en el gratuito mensual del Ideal alcalaíno.
Una simple llamada, un correo electrónico y Paco Martín, siempre, responde
raudo y veloz.
Seguiré e intentaré
cultivar esa amistad que hemos logrado entre los dos, seguiré vigilando a Paco
Martín cuando pasea por Alcalá la Real, con su andar característico,
vislumbrándolo por el Paseo de los Álamos, tratando de llegar al Archivo,
hablando con Rafael Hinojosa, con Domingo Murcia, con Paco Toro.
Lo seguiré viendo
en el bar Europa, cuando algún día desayunamos, con Antonio López y hablamos de
los buenos tomates que hubo este año. Y seguiré recopilando artículos escritos
por él, seguiré aprendiendo cosas de la Semana Santa que cada año me explica
para escribir las crónicas de Ideal y lo buscaré por esas calles y otras que
cada día recorre sin parar.
He recopilado
algunas páginas del diario Ideal, en las que Paco Martín es protagonista, las
voy a unir a estas letras que le escribo y será el pequeño homenaje que reciba
de mi persona.
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