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jueves, 14 de noviembre de 2019

EL BIEN COMÚN

No concibo a un gobernante que no luche por el bien común, que trate de que todos los ciudadanos puedan vivir. Que cada persona por el hecho de nacer tenga cubiertas sus necesidades básicas. Si un partido político mira solo por sus militantes cuando llega al poder y se desentiende del bien común, se está equivocando de cabo a rabo. Se puede tener una ideología determinada, se puede creer en la Luna o en el Sol, se puede estar a favor del independentismo, pero no se puede dejar a la gente sin comer, sin un techo, sin calentarse o sin recibir una educación adecuada y con una sanidad fundamental. A partir de esta base esencial, se puede ir trabajando para que todas las personas puedan vivir en convivencia.
En este sistema que unos disfrutan y otros padecemos, hay demasiados privilegios para unos y demasiadas dificultades para otros. Empezando por la clase política que desde hace tiempo se mira el ombligo y no ve lo que está pasando. Los políticos tienen que dejar sus privilegios atrás, deben de tener unos sueldos normales, que desaparezcan las pagas vitalicias y tratar de igualar las pensiones, donde hay una diferencia abismal entre unos y otros. Los ciudadanos deben pagar sus impuestos, el que más gane que ponga más que el que menos gane y que no haya subterfugios de caridad o de beneficencia.
De qué sirve que a Zara, a Endesa, a el Barcelona o la Caixa le vaya bien, y cada año aumenten su capital, si hay gente que pasa hambre, o no puede calentarse o no cuenta con servicios sanitarios, esto engendra una sociedad desigual en lo económico y un malestar perenne cuando se van perdiendo parcelas que ya se habían conseguido. Dar pasos atrás para vivir peor es una barbarie, volver al Franquismo es darle un puntapié a la democracia, es vivir con miedo, es volver a una sociedad injusta, es volver al enfrentamiento y a la nada.
El independentismo catalán no es generoso, promover un enfrentamiento de media Cataluña contra la otra media es una aberración. Parece como si se sintieran seres superiores y no pueden convivir con los que no son independentistas. Si Cataluña es más rica que el resto de España, ha sido por cuestiones políticas y porque el régimen franquista apuntaló su industria y los andaluces, gallegos o extremeños tuvieron que irse allí para trabajar y poder subsistir.
El consumo es una trampa, ahorrar es más revolucionario que consumir. Comprar por comprar es un hábito que no está al alcance de los ciudadanos normales, cuanto más se consuma, más suben los precios y menos productos van quedando, los pobres no pueden comprar un automóvil de 30.000 euros, ni ir a hoteles de cinco estrellas. Tener los armarios llenos de ropa que luego no te pones, es una locura que va contra uno mismo.
En democracia real se vive mejor que en la dictadura, los trigos se igualan más, la riqueza se va repartiendo, la dignidad de las personas se va expandiendo, la caridad va desapareciendo y se aspira a vivir del trabajo de cada uno. El fin último de la sociedad es el reparto de la riqueza, tardará en llegar pero si no llega, estaremos en continuo conflicto porque la desigualdad engendra enfrentamientos.

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