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lunes, 18 de febrero de 2019

DEL LIBRO 'UN FRAILERO EN ALCALÁ. SEMBLANZA DE LA CIUDAD

Alcalá es un misterio que se atreve a tener un departamento de Transparencia. Sigue siendo fronteriza, religiosa, folclorista, somnolienta y socialista y el Paseo de los Álamos se llena de gente cada tarde para tomar el pulso a la vida; un parque lleno de albero amarillo que cuando llueve se sigue derramando y llena de color sus aledaños. En Alcalá algunos siguen viviendo de la PAC, en vez de vivir en paz y han bajado el impuesto municipal de tracción mecánica de vehículos un 10% para que los automovilistas sigan circulando por los pasos elevados que tanto abundan. Han congelado las tasas como si no se atrevieran a subir los impuestos porque sería una medida anti electoral y en las circunstancias que estamos pasando no ‘estaría el horno para bollos’.
En Alcalá hay tantos deportistas como en unas olimpiadas y la gente sale temprano de sus casas para andar y seguir en forma, cultivar la salud y el cuerpo y combatir el estrés, las enfermedades y los ‘malos pensamientos’.
Alcalá puede ser la esencia del socialismo español, con más de 38 años de gobierno, que hacen desesperar a cualquier partido de la oposición, pero aún le quedan a este socialismo alcalaíno algunas cosas que resolver, como a cualquiera. Aunque dicen que en Alcalá aún hay árabes en la fortaleza de la Mota, donde el sol se pelea por encender sus rayos cada día, y desde la Torre del Homenaje hay vigías que conducen a este pueblo a un futuro de esperanza.
Hoy Alcalá es un proyecto de más de 22.000 almas que tratan de salir a flote en esta maraña de controversias, con parados y con empresas que exportan a muchos países, con contradicciones y aciertos, dependiendo aún de la Agricultura, con muchas aspiraciones en la industria del plástico y con muchos jóvenes que no encuentran su futuro en estas cuatro paredes. Alcalá sigue viva a pesar de todo y por las noches aún suenan voces que alientan a los alcalaínos a seguir luchando por lo que importa.
Alcalá tiene muchas calles, unas largas, otras cortas, muchas en pendiente, otras nuevas, otras viejas. Varias conducen hasta la fortaleza de la Mota, inevitablemente vamos a parar allí muchas veces, la Mota es como un imán que nos atrae, cualquier día paseo por Alcalá y de pronto estoy en la fortaleza, miro las panorámicas que se ofrecen desde allí, por un lado y por otro. La iglesia de Santo Domingo lleva muchos años esperando que la rehabiliten, es costoso y le han colocado una serie de hierros para que no se desvanezca por completo. El Aula de la Naturaleza empezó con mucha fuerza y había mucha actividad, invirtieron mucho dinero y luego fue decayendo, más tarde hicieron una nueva obra con una edificación que parecía un hotel. Allí sigue, cerca de la Mota, no sé si tiene éxito, si va mucha gente por allí, pero parece que su brillo está difuminándose. Alguna vez me subo a los aparcamientos de la Mota y voy mirando el paisaje, los tajos de Charilla, la carretera de Priego, la extensión de olivos, el horizonte.
Un día me encontré a Almudena Grandes en la explanada de la iglesia de Santa María la Mayor y traía un libro debajo de su brazo, era El lector de Julio Verne y lo presentó en las Casas de Cabildo, allí había más de 40 medios de comunicación y pasé un día espléndido. Otro día estuve con la ministra del PP, Ana Pastor, que había dado una subvención para rehabilitar las murallas y había mucha gente, socialistas y conservadores, pero parece que se acabó el dinero y no se han terminado las obras.

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