El día de Reyes volví a la sierra de la Martina, aparqué el coche en un lugar junto a la fuente del Raso y caminé un rato por las veredas de aquellos parajes. El paisaje de la Martina es inmenso y recordé tiempos pasados, cuando mi padre tenía allí una viña e ibamos casi toda la familia a vendimiar. Estaba situada en una parte agreste y difícil y había que bajar los capachos llenos de uvas en un burro y con mucho cuidado, al menor traspié podía ser algo desagradable y peligroso e ir a parar a unos doscientos metros rodando.Recuerdo el sabor del queso que comíamos y lo bien que lo pasábamos cortando las uvas.
Encontré durante el paseo plantas de tapaculos con sus frutos, hacía tiempo que no las había visto y el cuerpo me dio un vuelco y la imaginación me hizo volar a aquella infancia cuando alguien me dijo que los tapaculos no se podían comer porque eran dañinos y el culo se podría cerrar, era algo imposible pero en aquellos tiempos me cuidé de no comer tapaculos.
Junto a los tapaculos había plantas de majoletas, otro recuerdo de la infancia, tenía unos frutos pequeños y redondos y nos los comíamos y eran apreciados por la gente. Fue una especie de vuelta a aquellos años de mi infancia que revivieron muchas cosas.
Seguí paseando y cuando me fatigué un poco más, me senté junto a un olivo y me comí un bocadillo de queso y una media cerveza que me sentó de maravilla. Intenté llegar a la casa rural que tienen los Pepillos, pero había un perro grande y aunque lo ví tranquilo, no quise arriesgarme y me dí la vuelta.
Desde allí vi a una persona que guardaba una piara de cabras, al acercarme ví que era un hijo de Piruela, José, y hablé con él, me dijo que tenía unas 170 cabras pero que tenía 60 años de edad y que pronto se iba a jubilar. Volví a recordar tiempos pasados y la figura del Piruela padres vino a mi pensamiento, junto con otros cabreros de la época, como Dondín, Hilario, o el mismo Cuqui.
Después, me senté en un prado junto a la fuente del Raso y mirando hacía el cielo vi el antiguo cortijo de Manolin que hoy está en ruinas la figura de Gamazo y ví a aquellos cabreros de los años '60 que cada día llevaban su ganado a la Martina.
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