Cuando
me vuelva loco, correré, sin parar, de Frailes a Alcalá y dejaré
crecer mi barba a su antojo. Iré de aquí para allá, buscando no sé
qué, como cuando estaba cuerdo. Llevaré a mi Nerea al Congreso si
soy diputado, o le compraré libros bonitos para que los lea en
silencio y después me los contará despacio. No pararé de escribir
cosas sin sentido y todos me dirán que estoy loco.
Pasearé
rápido por el Paseo de los Álamos, me tomaré un café cafeinado en
el bar del parque, junto a Isidro, mientras me pone una tostada sin
jamón. Dejaré el trabajo, los vestidos y mis zapatos nuevos
colgados en una percha en el desván de mi casa y subiré a mi coche
y por la noche visitaré lugares inesperados.
Cuando
me vuelva loco, daré voces a Loli para que se acuerde de mí y le
desaparezca la alergia, me iré de Frailes y no volveré hasta que
despierten Manolo el Sereno y Michael Jacobs, compraré pan y
magdalenas y me las iré comiendo poco a poco, también naranjas y
manzanas, y brócoli y pescado y sorbos de vino rojo y templado.
Me
iré a vivir a la Martina, o la Hoya del Salogral y me quedaré
despierto todas las noches, escuchando a Areta Franklin, Silvio
Rodríguez y a Rocío Jurado y Carlos Cano. Iré a Granada, a pasear
con el Gafas y Ricardo, por la Gran Vía, el Sacromonte, la Alhambra
y el Albaicín y las calles estrechas solo de noche.
Cuando
me vuelva loco, nombraré a Melchor rey mago de Baza y le traerá
muchos regalos a Carmencita y Paloma, a Hugo y a Laura y a todos los
niños que les haga falta. Quizás, cuando me vuelva loco, nadie me
quiera y tendré que ir a dormir a una cueva, o a una residencia de
las hermanitas de los locos en Cabra o en Baena, como mi hermana
Emilia y su compañera que viven atendidas hasta que se mueran.
Iré
a ver a Pili y a María José para que me pongan los imanes, mientras
cuido de sus perros o ellos me cuiden a mí, me llevará de viaje a
la India y al Japón, a visitar a un lama de los que meditan y
consumen poco, por eso están tan delgados y suben y bajan del cielo
a la tierra o viceversa.
Cuando
me vuelva loco no seré responsable de mis actos, me iré a dormir a
la casa de la calle Oteros o con mi hermana Maripi que me haga un
desayuno de zumo de naranja y tostadas con aceite. O quizás, viaje
al Pirineo y visite a mi hermano Antonio que hace tiempo que no lo
veo. Estaré con el Toni, Aína, Ana y Zóe y esquiaré en la Molina
o en Andorra o en el lago de Puigcerdá.
O me
rescatará Alicia de esta locura, me peinará despacio, me echará
crema y colonia para que no huela a naranjas de la China o a pollo de
la Avenida de Europa, me dirá la camisa que más me conviene, y
bailaremos canciones mexicanas y pasodobles fraileros, en el salón
del mundo pero con muchos espejos, para dirigir mis pasos con tino y
tranquilidad.
Pero
cuando me vuelva loco donaré todos mis bienes a los pobres y a los
ricos, a los que menos necesiten, pero que se lo gasten en vino y en
ricos manjares de los cinco continentes o de todo el universo.
Subiré
en mi coche y correré a 100 ó a 200, cantando sin parar y dando
carcajadas altas, invitaré a Lucía, a Carmen y a Abelardo, a Diego,
a Javi, etc. a grandes copas de vino rojo y gualdo y las saborearemos
como expertos catadores.
No
sé cuando me volveré loco pero me imagino andando por el Llanillo,
subiendo a la Mota, entrando en mi casa, volviendo a salir, sin
hablar con nadie, sin entenderme con nadie, sin escribir en el
periódico, con un ruido en la cabeza, o me quedaré en la cama
calentito y haré gimnasia moviendo los brazos, el cuello y los pies,
para estar en forma.
Quizás
esté loco y no me haya dado cuenta todavía.
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