Hace ahora
diez años llegué a Onda Cero con la ilusión casi por estrenar. Todo cuanto
había estudiado en Periodismo quería ponerlo en práctica. Era una jovencita
llena de ideas y ganas de trabajar. A mi lado, siempre, el compañero más
generoso y humano que una pueda encontrar: el incombustible Pepe Montilla. 25
años al frente de esa casa como comercial. Conmigo ha compartido sus batallitas
profesionales para narrar un partido de fútbol cuando no había tantos recursos
o las aventuras más curiosas de la historia de esta emisora que, comenzó como
Rueda Rato y echa el cierre como Onda Cero. Los dos nos quedamos con las ganas
de celebrar un especial 25 aniversario. La tarta se queda sin velas.
El pasado 29
de junio, una hora antes de comenzar el programa, me entregaron mi carta de
despido, me pidieron que recogiera mis cosas, entregara las llaves y cerraron
la emisora con la que he crecido, primero como oyente y después como
profesional. Sin previo aviso. Todavía no acierto a comprenderlo. Todavía
duele, pero quería al menos despedirme de vosotros. Lamentablemente no
volveremos a encontrarnos a eso de las 13h, pero desde aquí, salgo en vuestra
búsqueda para agradeceros todo lo que, directa o indirectamente, me habéis
regalado este tiempo.
Gracias por la
paciencia, por perdonar mis errores y gazapos, mis lapsus o silencios. Es lo
que tiene la radio, que está viva, que no puede engañaros porque es inmediatez.
Perdonar las malas noticias, siempre busqué las buenas. Gracias por llamar a
concursar o consultar, por echarme de menos en vacaciones o preocuparos si, por
imprevistos, algún día falté a nuestra cita.
Generalmente
me gustaba pensar que hablaba para una sola persona. Alguien que venía buscando
una información que yo podía y quería compartir. Pensaba en ti, madre de
familia, que a la hora del programa, con tus compras ya hechas y la casa
recogida, te acompañabas de la radio para preparar la comida. Pensaba en ti,
abuelo madrugador, que aburrido por el paso de las horas, encendías tu
transistor a mediodía, para saber de tu pueblo. También en ti, padre de familia,
que en medio de las faenas, coincidiendo quizás con alguna pausa para comer o
reponer fuerzas, te parabas a escucharme un ratito. Algunos días imaginaba que
la persona que estaba al otro lado, era un enfermo que intentaba distraerse
escuchando alguna de nuestras secciones. Pensaba en el viajero que, a su paso
por Alcalá, me atrapaba en la radio de su coche aunque fuese apenas un instante.
Los comerciantes también habéis estado en mi pensamiento a la hora de hacer el
programa, muchos sólo podíais oírme lejanamente mientras atendíais vuestro
negocio, quiero que sepáis que vuestro calor también llegaba. Cada día, antes
del saludo, pensaba en ti. Y eso ha hecho que hoy me lleve una foto de familia
inmensa que se queda en mi recuerdo.
Gracias a los
que siempre estuvisteis, a los que habéis ido cumpliendo años con nosotros y
seguro recordaréis a Juan Andrés, Juanjo, Rosa, Aróstegui, Jesús, Rocío, Paco,
Marisi, Amaya, Juan Ramón, Lucía… A todos mi cariño sincero, por lo que hemos
conseguido.
Gracias
también a los oyentes más recientes, que un día decidisteis quedaros en nuestro
dial, y a los oyentes trotamundos o intermitentes, ¡los traviesos de la clase!
espíritus críticos que habéis sabido ir y venir libremente.
Gracias a Mari
Ángeles Hidalgo, Montse la del Videoclub,
Manolo Pérez, el personal de Dúo Peluqueros, Kike Pérez, Presen Pío, Encarni Castillo,
José María el veterinario, la familia
de Ludopeque, Domingo Murcia, Nazaret Saez, Paco Toro… y todos los
colaboradores que se me olviden. Para vosotros nunca encontraré palabras
suficientes que os devuelvan los minutos regalados en el estudio. Muchas
gracias por aceptar mi ofrecimiento a venir una vez a la semana, y mil
disculpas por las horas que os haya podido robar. Sin vosotros nunca habría
podido hacer la radio que quería. Nunca os olvidaré.
Mercedes y
Custodio, vosotros tampoco podéis faltar en esta despedida. Echaré de menos la
parada diaria en vuestro bar para recoger los periódicos y tomar un zumo el día
que iba mejor de tiempo. Gracias por hacer tantas veces de secretarios de la
radio y aceptar gustosamente quedaros con nuestros recados o entradas.
Gracias a
aquellos que, al conocer la noticia, os habéis solidarizado conmigo, eso hace
mi duelo más llevadero. A los anunciantes que resistís la crisis haciendo
encaje de bolillos cada día, gracias por la confianza. Habéis sido nuestro
sustento.
A mi familia, GRACIAS
en mayúscula por las horas que os he quitado a favor de la radio y estar
pendientes de mí ahora que el mañana parece tan incierto. Estoy triste pero ya
sabéis que soy buena combatiendo y, por supuesto, no voy a dejar que la
decisión de otros cambie mi sonrisa. Vosotros siempre habéis sido lo más
importante.
No puedo
recuperar de golpe tantas horas al micrófono, elegir momentos. Recordaros a
todos –compañeros, políticos, alcaldes, técnicos, funcionarios, cofrades,
asociaciones, etc- no cabe en esta carta. La radio me ha permitido conocer
vuestro lado humano. Me llevo lo mejor de vosotros.
No me
brindaron la oportunidad de hacer el último programa y despedirme, pero mi voz
también se lee. Y eso nadie podrá robármelo. HASTA SIEMPRE.
Angélica
Jiménez Sánchez
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