Hay veces que mi mente se queda en blanco. Parece como si todo se me olvidara. Hago ejercicios de memoria y vuelvo a recordar mis actores favoritos: Eusebio Poncela, Blanca Portillo, Paul Newman o cualquier otro. Sale cualquier personaje en la tv y me cuesta conseguir su nombre. Es como una nebulosa que me arrastra. Otras veces no recuerdo lugares comunes y repaso en mi mente todos los que recuerdo.
Dicen que todo esto es el deterioro del cuerpo y del alma. Recuerdo a Pascual Maragall y esa persona es un privilegiado porque cuenta con medios y familia para volver al recuerdo. Pero hay miles y miles de personas que les falta la memoria y los medios económicos para recuperarla.
El tiempo no pasa en balde. Mis coetaneos están más o menos lo mismo que yo. Han perdido el cabello, tienen una barriga cervecera, sus cuerpos no responden a las respectivas llamadas y la decadencia está ahí. es ley de vida, no somos eternos, somos caducos.
Pero, aún, sigo subiendo a mi moto y por las mañanas me da el viento en la cara y siento y miro los paisajes de la Fuente del Rey, Santa Ana, Ribera Alta y Baja y Frailes. Y puedo leer el libro de Almudena Grandes: El lector de Julio Verne y no veo el lenguaje que tenemos en la Sierra Sur, sino algo inventado por esta mujer que no se aclimata a nuestro hablar. No obstante, el libro tiene momentos de esencia literaria y de gloria para los lectores.
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