El miedo a perder lo que nos queda nos lleva a situaciones límite. Todos andamos con el cuerpo algo nervioso con los nuevos augurios de lo que puede suceder. Ahora dicen que el euro puede ir a donde vino y volveremos a nuestra peseta, y las grandes compañías se preparan para el cambio. Otros dicen que ni Sarkozy ni Merkel dejarán que esto se vaya al garete. Europa ya no es lo que era y no es el centro del mundo.
Mientras, El Sr. Rajoy se ha metido en el confesionario del PP y va sacando confesiones a unos y a otros, desde la banca donde reside el poder real, pasando por los sindicatos, la patronal y no se quién más. Esto, siempre, ha sucedido. Las confesiones de quien gana las elecciones a los demás agentes sociales para ver la situación 'irreal del país'. Seguro que Rajoy no llamará a un españolito de a pie para que le explique la situación. Ahora, todos queremos que al menos nos quedemos como estamos. Que tengamos todas las necesidades básicas cubiertas, pero eso es difícil. Hemos despilfarrado mucho y ahora hay que pagar ese despilfarro. Desde la entrada masiva de gente a las diversas administraciones, con cargos de confianza, televisiones, autonomias o todo tipo de subvenciones que solo han servido para crear una clase de personas que se mueven para ello, hasta la putrefacción del sistema, con la corrupción a todas las escalas. No es cuestión de recortes, es cuestión de regeneración de un sistema que está podrido.
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